En años recientes, los científicos han avanzado de manera impresionante con los organoides: montones de tejido o paquetes de células que se asemejan a una versión en miniatura de un órgano humano. Pero conforme la tecnología continúa avanzando a gran velocidad, ¿las consideraciones éticas van a la par?
Un grupo investigadores está programado para hablar en la reunión de la Sociedad de Neurociencia en Chicago hoy para discutir las implicaciones éticas de la investigación basada en organoides, reporta The Guardian. Ellos argumentan que algunos científicos quienes trabajan con organoides se arriesgan a cruzar líneas éticas y podrían provocar sin querer que sus creaciones biológicas sufran, si llegaran a ser conscientes, y que algunos tal vez ya hayan cruzado esa línea al crear tejido consciente.
A pretty nice set of mini-brain #organoids don’t you think? This one has bunny ears! 🐰 pic.twitter.com/agT1LlJz4r
— Madeline Lancaster (@MinibrainLab) October 28, 2017
En la última década, se han visto mejoras importantes en las capacidades de los investigadores de crear modelos miniatura en 3-D de órganos humanos usando células madre. Estas células no diferenciadas pueden ser convertidas en tipos diferentes de tejidos y, por ende, en tipos diferentes de órganos, desde el intestino hasta el corazón o un riñón.
En líneas generales, esto no presenta un gran dilema y puede ser enormemente benéfico para la investigación biomédica; ellos eluden el problema de las diferencias entre la biología humana y la animal que obstaculiza el progreso con los métodos tradicionales que involucran pruebas con animales, así como las cuestiones éticas que vienen con semejante investigación.
Pero el desarrollo de cerebros organoides —y estudios que han detectado actividad cerebral en estos organoides— suscita preguntas sobre si es posible que éstos cobren consciencia y, de ser así, si estos experimentos podrían provocar sufrimiento.
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“No queremos que la gente haga investigación donde haya el potencial de que algo sufra”, dijo a The Guardian Elan Ohayon, director del Laboratorio de Neurociencia Green en San Diego, California, y quien hablará hoy en la conferencia.
Los cerebros organoides que existen al momento tienen aproximadamente el tamaño de una lenteja y contienen (una cantidad relativamente diminuta) de 2 a 3 millones de células. En contraste, el cerebro humano tiene miles de millones de células.
Sin embargo, los estudios han reportado que son capaces de detectar actividad cerebral. En agosto, los investigadores dijeron que se estaban produciendo ondas cerebrales a los dos meses de un proceso de crecimiento de 10 meses, lo cual, como reportó Newsweek en su momento, fue descrito como “sin precedentes”. El equipo fue capaz de comparar la actividad con la vista en bebés prematuros, concluyendo que la actividad era equivalente a la que se ve en bebés nacidos de 25 a 39 semanas después de la concepción.
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Los autores del estudio eran dados a enfatizar el punto de que esto no significa que fuese consciente, pero sí subraya la rapidez con que ha crecido este campo de investigación. Ohayon dijo a The Guardian: “Si hay siquiera una posibilidad de que el organoide se haga consciente, podríamos estar cruzando esa línea”.
Él argumentará a favor de mayores controles para reducir el riesgo de cruzar la línea y para parar la investigación que corra el riesgo de que los organoides se hagan conscientes o involucre hacer implantes de cerebros humanos organoides en otros animales (como los ratones).
Pero no es la primera vez que los científicos han planteado la cuestión ética. En 2018, un grupo que incluía biólogos y filósofos discutió los problemas de la investigación que involucra sustitutos del cerebro humano, una categoría que involucra el tejido cerebral ex vivo y las quimeras, así como los organoides.
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En el articulo, publicado en Nature, los autores preguntaron:
Si los investigadores pudieran crear tejido cerebral en el laboratorio que pudiera parecer tener experiencias de consciencia o estados fenoménicos subjetivos, ¿ese tejido merecería alguna de las protecciones que rutinariamente se les da a los humanos o animales sujetos de investigación?”
“Es increíblemente importante que la investigación sea capaz de seguir adelante con el fin de paliar una cantidad tremenda de sufrimiento humano que surge de lesiones al cerebro humano”, dijo Nita A. Farahany, una de las principales expertas en las implicaciones éticas, legales y sociales de las ciencias biológicas, a Aristos Georgiou de Newsweek.
“Pero algunas de las cuestiones sobre cómo avanzar éticamente en esta área incluye hacer algunas preguntas difíciles”.