Cinco futbolistas de la selección Sub-20 de Eritrea han desaparecido mientras se encontraban participando en un torneo regional de fútbol en Uganda, sin que por el momento se haya confirmado su posible deserción del país que gobierna con puño de hierro Isaias Afewerki desde 1993.
Según informa el diario ugandés ‘Daily Monitor’, los cinco futbolistas, entre los que figura el portero titular, desaparecieron de su hotel en Jinja este martes antes de la semifinal frente a Kenia de la Copa Sub-20 del Consejo de Asociaciones de Fútbol de África Oriental y Central (CECAFA)
El presidente del comité organizador del torneo, Aimable Habimana, ha confirmado su desaparición. “Hemos decidido incrementar la seguridad en torno a su hotel y el equipo, para que el torneo acabe con buena nota”, ha comentado.
Lee: Uganda confirma un nuevo caso de ébola llegado del vecino Congo
El seleccionador, por su parte, aseguró que algunos de los jugadores estaban enfermos al ser preguntado durante el entrenamiento del martes por las ausencias, ya que solo había catorce miembros del equipo presentes.
No es la primera vez que la selección de fútbol de Eritrea sufre deserciones.
En 2012, 18 de los miembros del equipo que participaba en la Copa CECAFA desaparecieron del hotel de Kampala en el que se encontraban alojados. En 2010, otros trece jugadores hicieron lo propio en Dar es Salaam durante otro torneo regional.
En 2009, solo el entrenador de la selección y otro responsable tomaron el avión de vuelta a Eritrea tras un partido de la CECAFA en Nairobi, tras lo cual doce miembros del equipo pidieron asilo en Kenia.
Las deserciones se producen pese a que, según recuerda el diario, el gobierno eritreo obliga a los deportistas que viajan al extranjero a competir que paguen una cantidad de dinero antes de partir como garantía de que regresarán.
Miles de eritreos abandonan cada año el país principalmente para escapar del servicio militar obligatorio, que aunque en teoría debería durar 18 meses en la práctica suele prolongarse durante años.
Los jóvenes eritreos escapan también de la falta de oportunidades en un país donde el régimen decide qué tienen que estudiar y dónde tienen que trabajar en la inmensa mayoría de los casos.