Estas fotos desgarradoras revelan el impacto devastador de la crisis por el plástico que está arruinando los océanos del planeta. Las imágenes, que fueron tomadas por fotógrafos de todo el mundo, muestran de todo, desde tortugas atrapadas en redes de pescar hasta ballenas muertas con sus vientres llenos de desechos.
Cada año, la humanidad produce alrededor de 300 millones de toneladas de plástico, y alrededor de ocho millones de toneladas del material terminan en los océanos del mundo, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Este flujo de desechos impacta severamente el ambiente oceánico y la vida marina. Pedazos de plástico son ingeridos frecuentemente por una amplia gama de animales, ya sea directamente, al confundirlos con comida, o indirectamente a través del consumo de presas.
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“La contaminación con plástico altera el comportamiento normal de los animales y las funciones normales de los ecosistemas”, dijo a Newsweek Elizabeth Mendenhall, del Departamento de Asuntos Marinos de la Universidad de Rhode Island.
“Hemos sabido de problemas como ingestión y enredo [en redes o sedales] por muchas décadas. Estos tipos de interacción con el plástico puede matar a los animales al estrangularlos o sofocarlos, o provocando que mueran de hambre, pero los encuentros con el plástico también tienen impactos casi mortales, como dolor, menores índices de sobrevivencia y pérdida de viabilidad reproductiva”, dijo ella.
Las aves marinas son especialmente vulnerables, ya que se alimentan por filtración, como muchas ballenas y criaturas como las tortugas marinas. Según el Centro de Diversidad Biológica, cientos de miles de aves marinas ingieren plástico cada año.
“Si el producto de plástico no provoca asfixia, la falta del sistema digestivo para descomponerlo puede provocar que el animal muera de hambre ya que pierde el deseo de alimentarse”, dijo a Newsweek Charles Rolsky, de la Universidad estatal de Arizona. “Para las especies como las tortugas marinas y ballenas, los artículos de plástico pueden compartir similitudes morfológicas con las especies que depredan, como las medusas, y se sabe que el olor del plástico en el agua induce comportamientos de buscar alimento en los peces”.
Un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences indicó que 60 por ciento de 135 especies reportadas en la literatura científica entre 1962 y 2012 había ingerido plástico en algún momento, y en promedio, se halló que 29 por ciento de estas tenían plástico en sus tripas. Aun más, los investigadores predijeron que para 2050, 99 por ciento de todas las especies de aves marinas ingerirán plástico.
Otro estudio, publicado en la revista Scientific Reports, halló que aproximadamente la mitad de todas las tortugas marinas alrededor del mundo ha ingerido plástico.
Pero aparte de su impacto en animales individuales, el plástico puede tener efectos más difundidos en los ecosistemas.
“Los desechos plásticos pueden dañar los arrecifes de coral al cubrir y frotar los corales, lo cual debilita las respuestas inmunológicas de los corales al exigirles de más. El plástico también puede ser un vector de enfermedad entre los corales”, dijo Mendenhall.
Investigaciones anteriores también han mostrado que el plástico puede transportar especies invasivas a través de los océanos. Asimismo, la ingestión de plástico a gran escala podría impactar los flujos de nutrientes dentro del océano: “por ejemplo, las heces con plástico en ellas tienen más posibilidades de flotar, por lo tanto impidiendo el flujo de nutrientes a más profundidad”, explicó ella.
Una de las mayores preocupaciones alrededor del plástico en el océano es que puede absorber sustancias tóxicas del agua, como dicloro difenil tricloroetano (DDT) e hidrocarburos aromáticos policíclicos. Dado que los predadores marinos más grandes comerán muchas criaturas más pequeñas —todas las cuales han consumido plástico— estas sustancias se pueden acumular conforme subes en la cadena alimenticia, llevando a concentraciones más altas en animales más grandes, incluidos los humanos, dijo a Newsweek Richard Alan Gross, del Instituto Politécnico Rensselaer.
“Aun más, la contaminación de la cadena alimenticia con plástico y contaminantes asociados pone las reservas de peces y mariscos, y sus presas, en riesgo de daño letal y subletal que puede resultar en una disminución de su éxito reproductivo y crecimiento, llevando a reducciones en sus poblaciones”, dijo él.
Los plásticos por sí mismos también tienen el potencial de liberar sustancias llamadas plastificadores después de la ingestión, según Rolsky. Estos aditivos químicos —muchos de los cuales han sido conectados a cáncer en animales— se usan en la producción de plástico.
Sabemos que las criaturas marinas más pequeñas, como el plancton y los mejillones, a menudo consumen fragmentos diminutos de plástico —conocidos como microplásticos— que son casi indetectables, midiendo menos de 5 milímetros de largo (según la definición más aceptada).
Sin embargo, se necesita más investigación para entender el impacto de consumir microplásticos en el comportamiento y la fisiología de los animales marinos, así como los riesgos potenciales a la salud más arriba en la cadena alimenticia para los humanos que comen productos de mar. No obstante, nuestra falta de conocimiento en este área no debería significar que estas sustancias no son dañinas para los humanos.
“Si los organismos marinos consumen plástico, soportando niveles peligrosos de contaminantes, entonces es justo decir que los plásticos también son una amenaza a la salud humana”, dijo Rolsky. “Se han hallado fibras de plástico en bivalvos, como las ostras, las cuales fueron diseñadas para consumo humano.
“El consumo de productos de mar, en los cuales también se come el estómago, sigue siendo una amenaza alta, pero es enteramente posible que los tejidos de los organismos marinos contengan contaminantes transportados a través de la ingestión de plástico. Las especies con gran expectativa de vida y capas gruesas de grasa, como las tortugas, pueden contener niveles peligrosos de contaminantes solubles en lípidos”.
Rolf Halden, un colega de Rolsky en la Estatal de Arizona, también señaló que los microplásticos podrían presentar otros riesgos a la salud.
“Un aspecto no explorado de los microplásticos es que sabemos que objetos extraños y no biodegradables en el cuerpo humano llevan a inflamación”, dijo él a Newsweek. “La inflamación es un precursor del cáncer. Las autopsias han mostrado la presencia de partículas de plástico en víctimas de cáncer. Esto no significa que los plásticos provocaron el cáncer, pero sí nos corresponde estudiar el impacto de la ahora ineludible contaminación por plástico tanto en nuestra fisiología como en nuestra expectativa de vida. La investigación en esta área todavía está en pañales”.
Hay dos fuentes principales de microplásticos. Los microplásticos primarios son aquellos más pequeños de 5 milímetros cuando son fabricados. Estos pueden tomar la forma de abalorios —bolitas de resina cruda de plástico que forman la base de casi todos los artículos de plástico en nuestras vidas—, microfibras en ropa y microperlas usadas en productos cosméticos.
Por otra parte, los microplásticos secundarios ocurren cuando pedazos más grandes se degradan en el ambiente —debido a los efectos de la luz del sol y la abrasión física—, fragmentándose en trozos progresivamente más pequeños.
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Los microplásticos son ubicuos en el ambiente marino. Aun cuando son difíciles de rastrear a causa de su tamaño diminuto, un estudio de 2015, publicado en la revista Environmental Research Letters, sugirió que la cantidad acumulada de partículas de microplásticos en el océano podría ser entre 15 y 51 billones.
La mayoría del desperdicio plástico y los microplásticos en los océanos —alrededor de 80 por ciento— se origina en tierra, de donde es descargada al mar a través de los ríos. Una gran parte del problema es el manejo inadecuado de desperdicios, según Gross.
“Por ejemplo, la basura ocasionada por no haber disponible una recolección de desechos es arrastrada a los drenajes en las calles y entran a los ríos que llevan estos desechos plásticos al mar”, dijo él. “Otras rutas de entrada incluyen el vertido ilegal directamente en los canales o cerca de ellos, arrastrados por el viento en vertederos, descargas accidentales e inevitables de plásticos durante actividades como la construcción, la fabricación, la agricultura, lavar nuestra ropa y a través de las plantas de tratamiento de aguas residuales”.
El otro 20 por ciento de los desechos plásticos entra a los ecosistemas marinos a través de actividades náuticas, incluidas las recreativas —por ejemplo, botes de motor, botes de vela, plásticos dejados en las playas— la pesca y la cría acuática.
“Aun cuando mucho del plástico en el océano proviene del sudeste de Asia, los países desarrollados como Estados Unidos y miembros de la Unión Europea exportan mucha de nuestra basura y ‘reciclables’ a estos países, y muchos de los productos son producidos por corporaciones multinacionales, así que es difícil —y tal vez inútil— endilgar culpas”, dijo Mendenhall.
No sabemos mucho sobre qué proporciones de plástico se encuentran en la superficie del mar (o cerca de la superficie), en sedimentos de playa y el lecho marino. Sin embargo, lo que está claro es que el desperdicio plástico puede ser transportado muy lejos por las corrientes y patrones de tiempo, abriéndose camino hasta las ubicaciones más remotas del planeta, como el fondo del océano y el círculo ártico. El plástico también se acumula en los grandes remolinos oceánicos de la Tierra, sistemas enormes de corrientes oceánicas rotatorias.
Uno de los cinco principales remolinos subtropicales ahora está tan contaminado que ha sido llamado el Gran Basurero del Pacífico, una región enorme de desechos plásticos ubicada entre Hawái y California. Algunos cálculos sugieren que podría ser dos veces más grande que Francia, o incluso más grande. Sin embargo, es difícil medir su tamaño, en parte porque se piensa que mucho de él está conformado por microplásticos.
Aparte de las preocupaciones medioambientales, el desperdicio plástico en el océano también tiene implicaciones económicas significativas. Se piensa que la contaminación con plástico le cuesta a la economía mundial millones cada año al incluir los costos de limpiar las playas, las pérdidas en turismo y los daños a las industrias de pesca y acuicultura.
“La industria de los productos de mar es un mercado mundial de 12,000 millones de dólares, muchos países y comunidades dependen únicamente de la exportación de productos de mar”, dijo Rolsky. “El hecho de que la contaminación con plástico amenace la integridad de un mercado tan grande representa una amenaza económica importante, aparte de la amenaza a la salud humana”.
Ya que se ha predicho que la producción mundial de plástico se cuadruplique para 2050, solo se puede esperar que la cantidad de desperdicios en el océano aumente. Entonces, ¿qué se puede hacer para lidiar con la crisis del plástico?
“Se necesita regulación gubernamental y, en mi opinión, es la única solución que funcionará”, dijo Mendenhall. “Los acuerdos internacionales actuales son insuficientes porque no se aplican: la Convención de Naciones Unidas sobre la Ley del Mar, la cual ha sido ratificada por 168 países, tiene una norma según la cual sus miembros deben tomar las acciones necesarias para ‘prevenir, reducir y controlar la contaminación del ambiente marino con fuentes provenientes de tierra’; pero esta norma se ha seguido de manera inconsistente e insuficiente. La industria del plástico se beneficia de que es desechable, de una obsolescencia planeada, y otras características de los productos que hacen a los consumidores seguir comprando”.
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Ella continuó: “Los consumidores sí motivan las decisiones tomadas por los productores, pero solo hasta cierto grado. Actualmente es imposible comprar en una típica tienda de abarrotes estadounidense sin comprar mucho plástico desechable, incluso si quisieras. Mi opinión es que las regulaciones gubernamentales con respecto al diseño de productos son una parte crucial de la solución. Pero para evitar que la industria del plástico simplemente mande sus líneas de productos más dañinas a otros mercados mundiales, estas regulaciones necesitan servir como un modelo internacional para otros países”.
Rolsky recomienda lidiar con los plásticos de un solo uso —en especial aquellos pensados para empaquetar—, los cuales, dice él, son uno de los principales contribuidores de la epidemia de contaminación con plástico.
“La cantidad de estos y otros plásticos que estamos creando parece aumentar año tras año”, comentó él. “También nos hemos vuelto menos eficientes en reciclar plásticos, inclusos e calcula que solo hemos reciclado 9 por ciento de todo el plástico que se ha producido jamás. A menudo, los plásticos reciclados son convertidos en artículos de menor valor —por ejemplo, una botella de agua de plástico en fibras plásticas— por lo que en realidad son degradados en lugar de reciclados.
“El resto de los plásticos o es incinerado (12 por ciento) o enviado a un vertedero (79 por ciento). El vertedero no es la solución máxima, ya que los estudios también han mostrado que los vertederos filtran macroplásticos y microplásticos al ambiente circundante”, dijo él. “La combinación de esto hace que sea integral que tengamos una transición sin plástico tan pronto sea posible —en especial los de un solo uso— para beneficio de los ecosistemas y la salud humana”.
Halden añadió: “Dado el conocimiento que tenemos, tenemos que cambiar nuestra reacción emocional para con el plástico, en especial los plásticos para empaquetado. No son materiales de conveniencia o necesidad, son materiales fallidos que deberíamos proscribir de nuestras vidas y de la producción en masa con el fin de mejorar tanto la ecología como la salud humana”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek