La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) redujo la proyección de crecimiento para la región de 1.3% a 0.5% en 2019, mientras que para México espera un crecimiento de 1%, que es 0.7% menor al cálculo anterior.
Para el caso de México, Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva del organismo, dijo que en conferencia de prensa desde Chile que perciben una desaseleración en la economía que “inició a mediados del año pasado” y está asociada a una tendencia mundial, así como a “factores estructurales e históricos.
Sin embargo también hay factores coyunturales como “la incertidumbre de la política comercial con Estados Unidos, y que la propia desaseleración de Estados Unidos le pega a México”.
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“México ha iniciado una profunda transformación de su modelo económico, eso es lo que estamos viendo claramente. Y en ese sentido uno de los cambios estratégicos que está haciendo es en el sector energético, cambiando, reestructurando el modelo de negocios en materia de energía”, dijo.
“El sector energético, Pemex, es estratégico para México y me parece muy acertado que [Andrés Manuel López Obrador] tome la política energética en sus manos”, opinó.
Dijo que los cambios en los proyectos en la actual administración son “de mediano plazo” y que “no se puede ver el efecto en los ocho meses del gobierno actual, creemos que esto va a ir retomando fuerza”.
“Nos anima, nos alienta los anuncios de ayer de estímulos de 485 mil millones de pesos que creemos que pueden ser un aliento importante y también la expectativa de que pudiéramos ver una baja de tasas”, señaló.
“A diferencia de años anteriores, en 2019 la desaceleración será generalizada y afectará a 21 de los 33 países de América Latina y el Caribe. En promedio, se espera que América del Sur crezca 0.2%, América Central 2.9% y el Caribe 2.1%”, señala el Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2019.
Según la Cepal, estas bajas tasas de crecimiento responden, en el ámbito interno, al mal desempeño de la inversión y las exportaciones y a una caída del gasto público. Por otra parte, explica, la dinámica del consumo privado también ha mostrado una ralentización, lo que refleja la disminución del crecimiento del PIB.
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“También los espacios de política macroeconómica se han visto reducidos por la contracción del espacio fiscal con que cuentan los países de la región y las dificultades que enfrentan algunos de ellos para sostener políticas monetarias expansivas”, detalla el texto.