SAMANTHA FLORES es una mujer trans que tiene 22 años luchando por la causa a favor de la comunidad LGBT+ y por su aceptación tanto en la sociedad como en la Constitución.
Ella llegó a México, desde Veracruz, en 1957, y fue la pandemia de VIH que sufrió la comunidad LGBT+ en México en los años 80 lo que la acercó al movimiento.
Cuando uno de sus mejores amigos murió a causa de esta enfermedad se sintió obligada a volverse parte del movimiento. Así comenzó a trabajar en un albergue para personas con VIH.
En esas actividades alguien cercano le dijo que debía de crear un albergue para adultos mayores de la comunidad LGBT+, en especial para personas trans.
“Se me hizo muy fácil y comenzamos a recibir donativos. Entramos a Donadora y juntamos otra buena parte del dinero. Hace un año encontramos la casa y estamos en Xola 184B, colonia Álamos. Por ahora funcionamos martes, jueves, viernes, sábado y domingo en las mañanas, recibimos adultos mayores, les damos comida y atención psicológica”, cuenta, orgullosa de esta nueva etapa en su vida.
La necesidad de crear un espacio como este radica en que la gente de la tercera edad que es trans suele estar muy alejada de sus familiares, por ello Samantha busca crearles un espacio en donde se sientan acompañados.
“Tenemos tres días en los que hay psicólogos, que es lo que más busca la gente. Y los domingos tenemos un padre benedictino que da misa ecuménica, que es para todo el mundo”, agrega.
Samantha dice que nunca soñó con que viviría para ver que el país, o al menos Ciudad de México, estuviera tan abierta a temas como el matrimonio igualitario, la adopción por parte de parejas del mismo sexo, cientos de asociaciones y organizaciones que luchan por estos derechos y la fuerza que la comunidad tiene en este momento de la historia.
“Al menos en Ciudad de México estamos muy bien y la gente de provincia nos está llamando para hacer lo que hacemos aquí”.