Ejidatarios y comuneros de Oaxaca preservan bosques, especies en peligro de extinción y cuevas prehistóricas decretadas como áreas de conservación natural y cultural por autoridades federales e internacionales. Lo hacen sin recurso alguno.
EJIDO UNIÓN ZAPATA, SAN PABLO VILLA DE MITLA, OAX.– Una parvada de golondrinas revolotea afuera de la cueva La Paloma. Sus nidos en el interior se han convertido también en parte del paisaje salitroso que, hace miles de años, resguardó a los primeros humanos que comenzaron con el proceso de domesticación prehistórica de plantas que dio paso a la vida sedentaria.
En este complejo de montañas con cavernas ubicado en el Valle de Tlacolula se encontraron semillas de calabaza con 10,000 años de antigüedad, así como espigas de teocintle que dan cuenta de los restos más tempranos de domesticación del maíz, base de la alimentación de México.
El valor histórico de este espacio fue reconocido en 2010 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como Patrimonio de la Humanidad y su conservación, tanto de zona de cultivo como de las cuevas, quedó a cargo de ejidatarios.
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La agencia municipal ubicada a unos 35 kilómetros de la capital del estado heredó a sus pobladores, generación tras generación, el cuidado de los recursos naturales y animales que lo rodean, a través de los cuales transitan jaguares y depredadores humanos, quienes roban magueyes silvestres, biznagas e incluso pitahayas.
La responsabilidad es tan grande que hombres y mujeres que forman parte del Comisariado Ejidal deben organizarse para “subir a la montaña” de manera periódica y verificar que las cuevas —una de las cuales cuenta con pinturas rupestres— se encuentren en condiciones óptimas.
EL ASCENSO
La camioneta llega apenas a la falda del cerro. En mayo, el calor alcanza los 38 grados en la región de los Valles de Oaxaca; por ello, los ejidatarios comprometen el recorrido para las 7:30 de la mañana. Entre la espera y el tránsito en vehículo, el reloj avanza media hora.
El presidente del Comisariado, Aquilino García López, con machete colgado de su cinturón encabeza la expedición. Con él también se encuentran el presidente del Consejo de Vigilancia, Santiago Aquino López; la suplente del Consejo de Vigilancia, Diana Itzel García Olivera; las vocales Araceli Martínez y María Isabel Aquino; la secretaria del Consejo de Vigilancia, Marbella Jacobo García; la segunda suplente del Consejo, Carmen Grijalba López, y el secretario del Comisariado, Eloy García.
Los integrantes de este órgano de representación de los propietarios del territorio de Unión Zapata fueron nombrados en asamblea apenas en abril pasado. En total, 14 personas componen la autoridad agraria que por primera vez en la historia de la comunidad tiene paridad de género.
A la mitad del ascenso, el grupo de personas hace un primer descanso. A lo lejos, hacia arriba, se ven las cuevas. Mientras toman agua y Eloy busca con insistencia a un perro sabueso que lo acompañaba hasta metros abajo, los ejidatarios muestran los refugios rocosos: la Guilá Naquitz (la cueva donde hasta el momento se han encontrado los restos de semillas cucurbitáceas más antiguas de América) y La Paloma.
Debido a que recientemente fue integrado el Comisariado, aún se encuentran en pláticas para determinar cómo y cada cuánto tiempo tendrán que realizar los recorridos a esta zona y a los predios más alejados donde las fototrampas han capturado la presencia de jaguares en tránsito y pumas.
Ahí, en ese lejano cerro donde afirman que se forma una cascada en los tiempos de lluvia, tendrán que acudir a cambiar las tarjetas y pilas de las cámaras que dan cuenta de la diversidad animal que existe en el sitio.
“Nuestro trabajo se centra en resguardar nuestra riqueza: que no haya saqueo de especies endémicas, que nadie dañe las cuevas ni las pinturas, vigilar quiénes suben y cuándo, así como tratar de garantizar que todo permanezca en buenas condiciones”, explica Marbella, una mujer joven que camina con agilidad por el cerro.
—¿Reciben un pago para realizar estas labores?
—No. Todo lo que hacemos forma parte de nuestro servicio al pueblo. Si nos pasa algo en la subida: una caída, o una mordida de coralillo (serpiente), tendremos que resolverlo por nuestra cuenta.
La falta de un recurso remunerado que garantice la labor de recorrer y cuidar el patrimonio que no solo es de ellos sino de toda la humanidad, es sin duda un gesto de reconocimiento. A este trabajo se suma el sacrificio de sus días laborales: actividades en el campo o el hogar que deben dejar de hacer para cumplir con su servicio.
Marbella trabaja en una envasadora de mezcal ubicada en el ejido Unión Zapata y se ausentó de sus actividades para acompañar al comisariado. María Isabel, quien es productora de flores, no fue a vender al tianguis de Mitla (que se lleva a cabo cada sábado) para cumplir con su compromiso, mientras que Carmen y Araceli dejaron sus actividades en casa.
El sonido de las golondrinas que surcan el espacio afuera de la cueva es un premio del primer destino alcanzado. Los integrantes del comisariado posan para una fotografía sobre una tarima instalada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) como parte de la declaratoria que se efectuó hace casi nueve años. No hay placas ni fechas ni ficha de lo que ocurrió ahí hace miles de años e incluso las tablas se tambalean.
El INAH destaca que las cuevas prehistóricas de Yagul y Mitla en los Valles Centrales de Oaxaca fueron inscritas el 1 de agosto de 2010 en la Lista del Patrimonio Mundial bajo la categoría de Paisaje Cultural por la Unesco, a gestión de esa institución y de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).
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Este complejo se encuentra ubicado sobre la ladera norte del Valle de Tlacolula, en la parte subtropical central de Oaxaca, y consiste en dos complejos arqueológicos prehispánicos y una serie de cuevas prehistóricas y abrigos rocosos.
El ascenso continúa por veredas que solo los ejidatarios reconocen, mientras el calor arrecia. “Aquí a la vuelta nada más”, responde Eloy cuando se le pregunta sobre el lugar en que se encuentra la siguiente cueva: la de las pinturas rupestres.
No es solo una vuelta, es una subida empinada. Los hombres que acompañan la expedición brindan ayuda a las mujeres para llegar a la cima. Desde ahí, entre la calina que embarga el ambiente, es visible el Valle de Tlacolula.
Otra subida pronunciada, sin aves ni sonidos, solo el silencio de esa cueva con dibujos de un jaguar, algo similar a una abeja, una serpiente, dibujos prehistóricos que se mantienen grabados en esas piedras.
Los integrantes del Comisariado Ejidal posan de nueva cuenta delante de las piedras que delimitan el espacio para poder ingresar en el resguardo rocoso. Pese al calor, en ese lugar se percibe la frescura de la mañana.
A lo lejos la cueva Guilá Naquitz resguarda sus secretos, para llegar a ella se debe ascender otro cerro, cuyas veredas han sido invadidas por los matorrales. Los ejidatarios advierten el riesgo por la presencia de serpientes. El descenso comienza.
Los habitantes de Unión Zapata han recorrido sus montes desde la infancia, incluso antes de que la Unesco declarara Patrimonio de la Humanidad el complejo de cuevas Mitla-Yagul tienen conocimiento de su obligación de conservar su espacio cultural y también el natural.
CONSERVACIÓN NATURAL
El Monumento Natural Yagul, el Parque Nacional “Benito Juárez”, el Área de Protección de Flora y Fauna “Boquerón de Tonalá”, la Reserva de la Biósfera Cuicatlán-Tehuacán, el Parque Nacional Huatulco, el Parque Nacional Lagunas de Chacahua, el Santuario La Escobilla y el Santuario Chacahua son las ocho áreas de conservación de la naturaleza en Oaxaca.
El director de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) en la entidad, Pavel Palacios Chávez, abunda que el organismo ha certificado 147 áreas destinadas voluntariamente a la conservación, las cuales son promovidas a voluntad de los propietarios de la tierra.
Advierte que el respaldo y apoyo de los ejidatarios y comuneros es fundamental para efectuar los trabajos de conservación de los bosques, especies y de las zonas naturales y culturales bajo resguardo.
La Conanp promueve el cuidado del medioambiente y las especies en peligro de extinción, que en el país suman 473 y se definen como aquellas cuyas áreas de distribución o tamaño de sus poblaciones en el territorio nacional han disminuido drásticamente poniendo en riesgo su viabilidad biológica.
Además, 881 se encuentran amenazadas y 1,179 están bajo protección especial, indica el experto.
“Entre las especies prioritarias para la conservación del país se encuentran varios felinos, tres de ellos en peligro: jaguar, tigrillo y ocelote”, destaca.
El director de la Comisión apunta que Oaxaca junto con Chiapas y la reserva de Calakmul, situada en Campeche, son los sitios que registran las mayores poblaciones de jaguar en el país, por lo que resulta sumamente importante realizar un diagnóstico adecuado previo al desarrollo de los megaproyectos que impactarían estos territorios.
“La existencia de estas especies paraguas nos indican el estado de conservación de un bosque o una selva, puesto que la diversidad de la dieta con la que se alimentan nos permite tener certeza sobre la biodiversidad de los ecosistemas”, indica.
Palacios Chávez abunda que el jaguar es un regulador natural de otras especies que con una sobrepoblación pudiese generar un desequilibrio en los bosques, como el caso del venado.
Reconoce que, si bien no existe un censo exacto sobre la cantidad de esta clase de felinos en Oaxaca, la Alianza Nacional sobre la Conservación del Jaguar, hace cinco años estimaba una población de 400.
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A través del monitoreo efectuado con unas 400 fototrampas en las ocho áreas protegidas y las 147 destinadas a la conservación por voluntad propia, se ha logrado establecer que esta especie se encuentra en la Sierra Norte, Chimalapa (colindante con Chiapas), Costa, y en Valles Centrales de Oaxaca.
Refiere que, en los bosques relativamente cercanos a la capital, ubicados en el ejido Unión Zapata, Mitla, Villa Díaz Ordaz y Tlalixtac de Cabrera han sido grabados jaguares en tránsito, por lo que en breve pondrán en marcha un proyecto para determinar la ruta del jaguar en Oaxaca, a través de collares satelitales.
El monitoreo con fototrampas ha sido realizado a lo largo de nueve años, por lo que la Comisión cuenta con una base de datos de animales con alrededor de 100,000 imágenes y videos.
Reitera que la conservación tiene su sustento en el trabajo de las comunidades, las cuales, sin recibir pago alguno, participan en las labores de protección de su entorno natural, de ahí que se ha buscado articular estrategias para fomentar recorridos de “senderos interpretativos” que, más allá de fomentar el turismo, generen conciencia en la sociedad sobre la importancia de la naturaleza y el trabajo de las comunidades.
La labor que llevan a cabo las autoridades agrarias del ejido Unión Zapata se perfila hacia la enseñanza de la riqueza que existe en su territorio, así como la obtención de recursos para cambiar las tarjetas y pilas de las fototrampas, e incluso equipo para los propios ejidatarios.
En la montaña de esta localidad las cuevas y el aire diáfano permanecen bajo resguardo, encapsulados en los trabajos de conservación de los ejidatarios que, sin sueldo alguno, vigilan el patrimonio de la humanidad.