Los dos motores del desarrollo económico y social son la educación y la empresa.
El sistema mexicano de educación superior está conformado por unas 3,000 instituciones activas, públicas y particulares, con distintos perfiles y misiones. En este tenor, la vinculación universitaria es el trabajo resultante de las relaciones que deberían existir entre las universidades o instituciones y la sociedad de la cual forman parte.
Datos de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) detallan que este universo académico está conformado por seis universidades federales, 34 universidades públicas estatales, 23 universidades públicas estatales con apoyo solidario, diez universidades interculturales, 262 instituciones del Tecnológico Nacional de México, 166 universidades tecnológicas y politécnicas, 24 centros públicos de investigación Conacyt, 230 escuelas normales públicas, 203 instituciones públicas afines y 2,007 instituciones particulares.
Sin embargo, no existe una filosofía única que, como vinculación universitaria, rija para todas las entidades de educación superior. Más bien, cada institución posee su propia definición y filosofía e ideología. Por ejemplo, la Universidad Nacional Autónoma de México, que es la institución educativa más reconocida en México y América Latina, posee un área denominada Coordinación de Innovación y Desarrollo, cuya función es servir como vínculo entre la comunidad universitaria y los sectores productivo y social para la transferencia de desarrollos, conocimientos, servicios y productos de la UNAM.
Una investigación de tres catedráticos de la Universidad de Colima —Hugo Martín Moreno, Fabián Ojeda y Alejandro Rodríguez— informa que, en México, a escala académica, se trabaja con un aislamiento entre la investigación universitaria y la aplicación industrial de los conocimientos.
De los años 1984 a 2009, por ejemplo, en el Sistema Nacional de Investigadores la producción en investigación y desarrollo científico generó solo 0.9 por ciento de patentes. En complemento, el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial reportó en 2010 que solo 229 patentes fueron de origen mexicano de 9,399 registradas en ese año.
Las instituciones de educación superior tienen una doble responsabilidad, señala la Agenda SEP – ANUIES para el desarrollo de la educación superior. Por una parte, formar profesionistas capaces de participar en la formulación de soluciones a problemas de carácter social y contribuir a la capacitación de la sociedad en general en esta materia. Y, por otra parte, crear sus propias formas de vinculación con el resto de las organizaciones sociales a fin de contribuir de manera efectiva a satisfacer las necesidades del desarrollo local, regional y global.
Esto implica transitar de la idea de responsabilidad de la organización a la de corresponsabilidad colectiva y reconocer que las instituciones no pueden atender en solitario las necesidades de su entorno, y por lo tanto requieren, además, contribuir en la búsqueda de soluciones sistémicas en cuyo diseño, discusión y aplicación participen los distintos actores sociales.
Ante ello, añade la ANUIES, el objetivo es fortalecer la vinculación de las instituciones de educación superior con los distintos sectores de la sociedad y propiciar su participación en la generación colectiva de soluciones innovadoras para responder a las necesidades del entorno de manera sostenible.
Además, la complejidad de los desafíos que encaran las sociedades actuales demanda, más allá de la implementación de innovaciones tecnológicas y optimización de procesos, nuevas relaciones sociales y nuevos modelos de colaboración entre los actores y organizaciones que la integran.
Empero, existen factores que pueden llevar al éxito las acciones de vinculación de las instituciones de educación superior con el sector productivo. Los dos motores del desarrollo económico y social son la educación y la empresa, según ha demostrado la experiencia en otros países; así la vinculación entre las instituciones de educación superior y el sector productivo es una oportunidad para contribuir al desarrollo integral y sustentable del país.
Por ello es clave promover acciones pertinentes, coordinadas y eficientes entre ambos sectores. Estas pueden incluir el reconocimiento de los intereses y vocaciones de las partes; el conocimiento previo y confianza mutua; el impulso de acciones que amplíen y fortalezcan la capacidad tecnológica y de innovación en las instituciones; la existencia de estructuras de vinculación en las escuelas, cuya función sea la de realizar acciones de gestión, promoción, formación, capacitación, seguimiento y evaluación en materia de vinculación; y la disposición de los grupos académicos para adaptarse a los tiempos y metas establecidas por el sector productivo.