Cuando la hoy leyenda neoyorquina del jazz Eddie Gómez empezó a tocar música tenía tan solo 11 años de edad y se inició con el contrabajo. De ahí en adelante continuó sus estudios hasta que lo aceptaron en la Escuela Superior de Música y Arte de Estados Unidos. En este sendero musical tuvo la fortuna de comenzar clases privadas con el gran maestro de contrabajo Fred Zimmerman.
“Siempre quise tocar jazz, pero no estaba seguro de que podía tener una carrera por muchas razones”, dice un sonriente Eddie Gómez antes de iniciar una presentación con la Orquesta Nacional de Jazz de México.
El contrabajista neoyorquino habla de lo difícil que es ser músico y de que se considera un hombre con mucha suerte y bendiciones que lo llevaron a tocar con el legendario Bill Evans a la edad de 21 años. “Me quedé con él 11 años, hasta que cumplí 32”.
Durante ese tiempo, Eddie creció mucho musicalmente hablando de la mano de Bill Evans, con quien tuvo diversas presentaciones en América, Europa, Sudamérica y Asia, hasta ganar dos premios Grammy.
En ese periodo compartió escenario con Miles Davis, Dizzy Gillespie y McCoy Tyner, quienes fueron grandes leyendas de jazz, además de que continuó tocando en diversos grupos como Steps Ahead y grabando discos como solista.
Eddie nació en 1944 en el barrio de Santurce, en el municipio de San Juan, Puerto Rico. Sin embargo, desde que cumplió un año su familia emigró a Nueva York, donde se crio. Actualmente continúa tocando jazz con su banda, Eddie Gómez Trío, acompañado de su gran amigo, el pianista Stefan Karlsson, y el legendario baterista Jimmy Cobb, desde 1992.
—El jazz estuvo en tu vida desde que eras un niño. ¿Cuál es el momento que más te marcó?
—Fueron tantos y bonitos. Creo que ganar un Grammy fue una linda experiencia, fueron dos, esos fueron muy bonitos. Saber que puedo viajar por diferentes partes del mundo —y tantos países— para tener la oportunidad de compartir mi música, eso es algo lindo y especial.
—¿Qué significa para ti la Orquesta Nacional de Jazz de México?
—Veo que ellos ya tienen un sonido desarrollado. Están bien enfocados y entregados en lo que están haciendo. Tienen muchas cosas positivas en su camino, tienen un futuro. La presencia está muy bien, pero tienen un futuro que se les va abrir pronto y con reconocimiento en México, pero también se lo merecen en otras partes de mundo, se merecen ese reconocimiento.
—En México estamos teniendo, desde hace algunos años, un “boom del jazz”, ¿crees que perdure?
—Creo que es algo natural porque, como hay tantos buenos músicos en México, uno tiene que abrir los ojos y los oídos para entender que están aquí y que han estudiado fuera. Conozco a algunos y enseñé en el Conservatorio de Música de Puerto Rico, así que no me sorprende que en México se esté dando ese boom, ese calor que está entrando en México para el jazz.
“No me sorprende porque tienen una música tan linda y especial, como las películas de la época de oro, es natural que el jazz tenga también su espacio y así seguirá”.
—¿El jazz se improvisa o sale de adentro?
—Sale de adentro, pero con mucho estudio y mucha preparación, como cualquier otro arte. Cuando llegue al momento, tienes que estar preparado e improvisar, pero con mucho estudio y mucha práctica porque uno no practica su solo, ese sale de adentro.
—Tu última noche en México… ¿Qué te llevas de este viaje?
—Esta noche es tan especial como la semana pasada que grabé con grupo Triology, donde estoy con Pablo Prieto y Beto Medina. La grabación salió muy bien y se lanzará a principios de 2019, así que me llevo mucho.
Eddie se presentó por primera vez en el Centro Cultural Roberto Cantoral acompañando a la Orquesta Nacional de Jazz de México, ensamble que conforma diversos talentos mexicanos quienes, en su mayoría, se han presentado en diversos partes del mundo.