Amnistía Internacional retiró el lunes a la dirigente birmana Aung San Suu Kyi el premio de “embajadora de consciencia” que le concedió la organización en 2009, al estimar ahora que la también premiada con el Nobel de la Paz “traicionó los valores que alguna vez defendió”.
“Como embajadora de consciencia de Amnistía Internacional nosotros esperábamos que usted utilizaría su autoridad moral para denunciar la injusticia donde fuera que la viera, incluso en Birmania”, escribió Kumi Naidoo, el secretario general de la ONG en una carta dirigida Aung San Suu Kyi.
“Estamos consternados de que usted ya no represente un símbolo de esperanza, de valentía y de defensa inquebrantable de los derechos humanos”, agregó. “Le retiramos este premio con una profunda tristeza”, cerró la organización.
Amnistía Internacional ha denunciado las “múltiples violaciones de los derechos humanos” observadas desde la llegada de Aung San Suu Kyi a la cabeza del gobierno birmano en 2016.
Aung San Suu Kyi once stood as a symbol of hope, courage and the undying defence of human rights in #Myanmar.@amnesty recognised her with our highest honour, the Ambassador of Conscience award.
Sadly, we can no longer justify this honour and today we are withdrawing the award pic.twitter.com/gYenr0HAYg
— Kumi Naidoo (@kuminaidoo) November 12, 2018
Más de 700,000 rohinyás huyeron a fines de 2017 por la violencia de los militares birmanos y las milicias budistas y se refugiaron en el vecino Bangladés, donde viven desde entonces en inmensos campamentos improvisados. La ONU se refiere a un caso de “genocidio”.
A mediados de septiembre, una misión de la ONU sobre Birmania, presentó ante el Consejo de Derechos Humanos del organismo un informe que elaboró sin ser autorizada a viajar a dicho país, en el cual denunciaba el “genocidio” y la “brutalidad” mostrada por el ejército birmano contra la minoría musulmana de los rohinyás.
Ex ícono de la democracia, premio Nobel de la Paz en 1991, Aung San Suu Kyi fue muy criticada por su frialdad, su falta de compasión y acción ante la suerte que corrieron los musulmanes rohinyás en su país y que jamás condenó las acciones violentas contra esta minoría.
La ONG publicó en su portal que “ha criticado en repetidas ocasiones el hecho de que Aung San Suu Kyi y su gobierno no hayan hablado sobre las atrocidades militares contra la población rohingya en el estado de Rakhine, que han vivido durante años bajo un sistema de segregación y discriminación equivalente al apartheid. Durante la campaña de violencia desatada contra los rohingya el año pasado, las fuerzas de seguridad de Myanmar mataron a miles de personas, violaron a mujeres y niñas, detuvieron y torturaron a hombres y niños, e incendiaron cientos de hogares y aldeas. Más de 720,000 rohingya huyeron a Bangladesh. Un informe de la ONU ha pedido que los oficiales militares de alto rango sean investigados y procesados por el crimen de genocidio”.
El secretario general de la organización, asevró que su trabajo la región continuará con ella o sin su apoyo.
(Con información de Amnistía Internacional y AFP).