¿Qué tal si fuera posible reducir el deseo de alguien de cometer un acto violento? ¿Podríamos aprovechar dicha técnica para reducir el crimen? Aun cuando este escenario pudiera parecer cosa de fantasía, podría no estar muy lejos de la realidad.
En un estudio publicado en la Journal of Neuroscience, un equipo internacional de investigadores halló que al estimular el córtex prefrontal —una parte del cerebro que controla las ideas complejas y los comportamientos—, se pudo reducir en más de la mitad la intención de una persona de cometer un acto violento.
La técnica, mínimamente invasiva y de bajo riesgo, conocida como estimulación transcraneal con corriente directa, también mostró que aumenta la percepción de que los actos de abuso físico y sexual eran moralmente malos, y el efecto fue detectable incluso después de solo una sesión de 20 minutos.
“La capacidad de manipular tales aspectos complejos y fundamentales de la cognición y el comportamiento desde fuera del cuerpo tiene tremendas implicaciones sociales, éticas y, posiblemente algún día, legales”, dijo en una declaración Roy Hamilton, profesor de neurología en la Escuela Perelman de Medicina Universidad de Pensilvania y autor importante del ensayo.
Los investigadores dijeron que este nuevo trabajo aborda el crimen desde una perspectiva de salud pública, una visión que a menudo se ha pasado por alto.
Para su investigación, los científicos asignaron al azar a 81 participantes adultos saludables en dos grupos.
El primer grupo recibió la técnica de estimulación cerebral por 20 minutos. El segundo grupo “placebo” recibió una corriente baja por 20 segundos y luego nada más, por lo que no supieron si se les dio o no la estimulación. Aun más, el investigador que llevó a cabo el experimento no sabía a qué grupo pertenecía cada individuo.
La estimulación eléctrica fue dirigida específicamente a un área del córtex prefrontal, conocida como córtex prefrontal dorsolateral. La investigación previa había mostrado que los individuos antisociales a menudo tienen déficits en dicha región.
Sin embargo, no está claro si tales déficits cerebrales provocan el comportamiento antisocial, o si lo opuesto es lo correcto: que el comportamiento antisocial provoca cambios en el cerebro del individuo a través de un proceso conocido como neuroplasticidad, en el que el cerebro renueva sus conexiones en respuesta a su ambiente. Este es uno de los principales problemas que los científicos querían abordar.
En cuanto los participantes de ambos grupos recibieron la estimulación o la descarga eléctrica de placebo, los investigadores les presentaron dos escenarios hipotéticos: uno sobre abuso físico y el otro sobre abuso sexual.
En una escala del 1 al 10, a ambos grupos se les pidió que calificaran la posibilidad de que actuarían como el protagonista de los escenarios y qué tan moralmente malos sentían que eran los escenarios.
Los investigadores hallaron que la estimulación cerebral redujo la intención entre aquellos del grupo que la recibió en 47 a 70 por ciento para el abuso físico y sexual, respectivamente. La estimulación también aumentó la percepción de que los actos violentos eran moralmente malos.
Es importante señalar que esto es un solo estudio, pero los resultados son prometedores porque indican que una intervención biológica relativamente simple tiene el potencial de ser efectiva para reducir el comportamiento violento.
“Mucho del enfoque en entender las causas del crimen ha sido en la causalidad social”, dijo en una declaración Adrian Raine, un psicólogo de Pensilvania. “Eso es importante, pero la investigación del escaneo cerebral y la genética también ha mostrado que la mitad de la varianza en la violencia se le puede atribuir a factores biológicos”.
Aun cuando los resultados fueron prometedores, se necesita llevar a cabo mucha más investigación antes de que este tipo de técnica se pueda usar en individuos de alto riesgo. Y necesita haber un debate con respecto a si dicho tratamiento sería siquiera ético.
“Esto no es la bala mágica que habrá de erradicar la agresión y el crimen”, dijo Raine. “Pero ¿podría ofrecerse la estimulación transcraneal con corriente directa como una técnica de intervención en quienes delinquen por primera vez para reducir su posibilidad de volver a cometer un acto violento?”