Unos científicos han descubierto un vínculo entre dormir demasiado o muy poco y el desarrollo de demencia.
Cada vez más evidencias apuntan a que la cantidad de sueño puede afectar la tasa de mortalidad y el riesgo de desarrollar trastornos cognitivos como la demencia. Por ello, un equipo de investigadores de la Universidad de Kyushu, Japón, decidió desentrañar la aparente relación entre estos dos factores.
En el estudio abarcó a 1,517 ancianos sin demencia de una comunidad japonesa. Dichos individuos formaban parte de un grupo que fue seleccionado para detectar la demencia, de manera prospectiva, durante la década posterior a 2002. Del total de participantes, 294 desarrollaron demencia y 282 fallecieron.
Se pidió a los sujetos de estudio que informaran cuánto tiempo dormían, y fueron clasificados en cinco grupos: quienes dormían menos de cinco horas; entre cinco y 6.9 horas; de siete a 7.9 horas; de ocho a 9.9 horas; y más de 10 horas.
El riesgo de demencia y muerte prematura fue “significativamente mayor” en las personas que dormían menos de cinco horas o más de 10 horas, respecto de quienes dormían entre cinco y 6.9 horas. Los participantes que tomaban somníferos, no obstante el tiempo que dormían, mostraron un mayor riesgo de muerte o demencia que quienes no los usaban y dormían entre cinco y 6.9 horas. Los riesgos persistieron sin cambios después de ajustar los datos para tomar en cuenta la edad y el género de los participantes.
Sin embargo, el riesgo fue menor en individuos que tenían actividad física. Para fines del estudio, la actividad física alta se definió como “realizar actividad física de intensidad moderada a vigorosa en el lugar de trabajo o ejercitarse con regularidad”.
Dados los beneficios de la actividad física para dormir bien, los autores concluyeron que dormir el tiempo adecuado y adoptar conductas como el ejercicio “podría ser una estrategia eficaz para prevenir la demencia y la muerte prematura en adultos mayores”.
El mes pasado, otro estudio en el que intervinieron 500 adultos con demencia halló que, por sí solo, el ejercicio de intensidad moderada a alta no alivia los síntomas del trastorno.
En su oportunidad, la profesora Sarah Lamb, autora principal de la investigación publicada en la revista British Medical Journal, dijo a The Guardian que estaba “decepcionada”, aunque no sorprendida por los resultados, ya que la demencia es un “problema difícil de corregir”.
“No queremos alarmar a los miembros del público con demencia ni a sus familias. Usamos un programa de ejercicios muy especializado. Sabemos que el ejercicio suave es beneficioso para la salud. No queremos que dejen de hacer lo que están haciendo”, enfatizó.
El Dr. James Pickett, director de investigaciones de la beneficencia británica Alzheimer’s Society, dijo a Newsweek: “La mayoría de las personas con demencia encuentra que dormir mal una noche afecta su capacidad para pensar al día siguiente. Ese es un efecto a corto plazo; lo que no sabemos es si la falta de sueño durante un periodo prolongado aumenta nuestro riesgo de demencia”.
Explicó que este nuevo estudio apunta a que podría haber una cantidad ideal de horas de sueño para prevenir la demencia, aunque otras investigaciones emergentes sugieren que la calidad del sueño podría ser más importante que la cantidad.
El Dr. Pickett añadió: “De hecho, nuestros investigadores en Dementia Research Institute, en el Reino Unido, están estudiando esta relación, profundizando no solo en la importancia de la cantidad contra la cantidad de sueño, sino también en lo que sucede en nuestros cerebros cuando dormimos bien”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek