Usa protector solar, siempre. No solo en la playa, sino en todo momento, incluso en invierno. Cuando se trata del cuidado de la piel, todos estamos de acuerdo con esa máxima al estilo de Michael Pollan: el uso habitual ralentiza los signos del envejecimiento y, además, evita la exposición a los dañinos rayos ultravioleta A y B que causan cánceres cutáneos.
Pese a ello, el protector solar sigue siendo un tema álgido para muchos estadounidenses. Esos productos utilizan óxido de zinc, la barrera más eficaz entre la piel y la luz UV cancerígena, pero casi siempre dejan la piel con una coloración blancuzca que muchos describen como “cara de salvavidas”. Y los productos que no contienen óxido de zinc utilizan sustancias químicas de base alcohólica que la piel absorbe con más facilidad, aunque han causado inquietudes sanitarias que orillan a muchos estadounidenses a evitarlos.
Quienes toman el sol en países como Francia, Japón y Corea cuentan con más opciones y tienen acceso a protectores solares que se absorben mejor, poco grasos y que no dejan la cara blanca. Aun cuando la mayor parte de los protectores solares de Estados Unidos ofrecen protección suficiente contra los rayos UVB que causan quemaduras solares, las fórmulas europeas y asiáticas incluyen sustancias químicas como Tinosorb S, Tinosorb M, Mexoryl SX y Mexoryl XL: agentes filtrantes que también previenen los signos del envejecimiento y el daño sutil que ocasionan los rayos UVA.
Desde 1978, Estados Unidos ha regulado los protectores solares como medicamentos que se venden sin receta; a diferencia de la Unión Europea, donde se consideran cosméticos. Para que un producto califique como protector solar en Estados Unidos, debe contener no más de tres de los 21 agentes filtrantes aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). Dichos filtros abarcan desde bloqueadores químicos como el ácido para-aminobenzoico, que absorbe la radiación ultravioleta y la convierte en energía calórica, hasta bloqueadores físicos como el óxido de zinc, que refleja y dispersa los rayos solares dañinos antes de que puedan penetrar la piel. Y dado que la FDA los considera medicamentos, cualquier sustancia química recién ideada para repeler los rayos solares peligrosos debe someterse a muchos años de pruebas y evaluaciones antes de salir al mercado.
Las solicitudes para revisar nuevos ingredientes para protectores solares suelen acumularse en el purgatorio de pendientes de la FDA durante años, a veces hasta una década; la última vez que autorizaron un nuevo ingrediente para los protectores estadounidenses fue en 1999. En 2002, la dependencia estableció el proceso Tiempo y Extensión de Solicitudes para agilizar la marcha de revisión de los ingredientes nuevos que ya estaban disponibles y se usaban ampliamente en el extranjero, mas no condujo a decisión alguna, lo cual frustró a los dermatólogos y a los activistas contra el cáncer de piel.
“A pesar de que los usan decenas de millones de personas en todo el mundo, todavía no están disponibles aquí”, protestó el Dr. Darrell Rigel, profesor clínico de dermatología en el Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York.
En 2014, tras la agresiva presión de los defensores de los protectores solares, los grupos para la concienciación del cáncer, los dermatólogos y los fabricantes, la Ley de Innovación de Protector Solar se abrió paso por la Cámara de Representantes y el Senado, y fue suscrita por el presidente Barack Obama. La legislación exigía que la FDA resolviera las décadas de retraso de sustancias químicas que estaba revisando y que informara con regularidad al Congreso. Asimismo, impuso un límite de 180 días para tomar una decisión.
Los resultados no fueron los que esperaban los proponentes de la ley. Para enero de 2015, la FDA rechazó seis de las ocho solicitudes pendientes, y para febrero, desechó las dos restantes. Su argumento fue que la ley solo exigía que emitiera un fallo, no una aprobación. La FDA añadió que no tenía suficiente información científica sobre los efectos de las moléculas pendientes una vez que la piel las absorbía, por lo que no podía reconocerlas como seguras y eficaces. Además, la dependencia insistió en que necesitaba más datos de los fabricantes, lo cual resultó en un impasse de ingeniería que no se ha resuelto al cabo de tres años. En una declaración por correo electrónico, Sandy Walsh, portavoz de la FDA, señala que, hasta el mes pasado, no habían recibido información adicional sobre dichos ocho ingredientes, y que tampoco se habían presentado solicitudes para ingredientes nuevos.
Algo de ese rigor está justificado. La Fundación para el Cáncer de Piel y los Centros para Control y Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan el uso liberal de protector solar como un medio para prevenir el cáncer de piel, aconsejando que se vuelva a aplicar cada dos horas y no solo en la playa. En el correo, Walsh agregó que, hoy día, los protectores solares se usan con más frecuencia y en mayor cantidad que en la década de 1970, cuando la protección solar se limitaba a personas de piel clara que debían evitar las quemaduras solares durante el verano. Walsh explicó que, en aquellos días, no se reconocía ampliamente la capacidad de los agentes de filtración UV para penetrar en la piel, lo cual hizo que la dependencia cuestionara la seguridad y eficacia de los químicos que bloquean los rayos UV. Sin embargo, la FDA se niega a sujetarse a un calendario para dictaminar sobre alguno de los ocho compuestos pendientes, y debido a que todavía no ha recibido la información adicional, la dependencia no puede seguir adelante con su revisión.
Esa demora podría estar interfiriendo con nuestra salud. Según los datos más recientes proporcionados por CDC, 76,665 personas fueron diagnosticadas con melanomas cutáneos en 2014, y la Sociedad Estadounidense del Cáncer calcula que, en 2018, se diagnosticarán alrededor de 91,270 nuevos casos de melanoma, la forma más mortífera de cáncer cutáneo. En un país cuyo director general de Salud ha declarado el cáncer de piel como una crisis de salud pública, el acceso a la protección solar avanzada debiera ser generalizado. En cambio, la industria de los protectores solares permanece paralizada en el tiempo.
—
REGLAS DE ORO PARA LA PROTECCIÓN
SPF (o FPS) son las siglas de factor de protección solar y definen la capacidad de un protector solar para impedir que los rayos UVB causen quemaduras solares u otros daños en la piel. Elige un protector solar con SPF 15 o superior.
Busca las palabras “amplio espectro”. Este término fue mera táctica de mercadotecnia hasta 2011, cuando la FDA —en un dictamen inusualmente enérgico y eficaz— empezó a someter a los fabricantes a estándares de protección UV más estrictos. SPF solo mide la protección contra rayos UVB. Pero si un producto está etiquetado como “amplio espectro”, entonces contiene agentes que protegen contra las radiaciones UVA y UVB.
No existe un protector solar “a prueba de agua”. No obstante, hay protectores solares resistentes al agua, los cuales se ofrecen con dos grados de resistencia: eficaz para 40 u 80 minutos.
Para calcular la cantidad de protector solar que vas a utilizar, los dermatólogos aconsejan seguir la regla de “30 mililitros, suficiente para llenar un shot (caballito)”. Con todo, tal vez necesites más para cubrir todas las superficies expuestas. Asimismo, el protector solar debe volver a aplicarse cada dos horas, sobre todo si nadas o sudas.
—
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek