La destacada activista brasileña de derechos humanos y concejal de izquierda Marielle Franco fue asesinada a tiros este miércoles en Río de Janeiro, en un momento en que la violencia en la segunda ciudad más grande Brasil sigue escalando.
Franco, de 38 años, electa como funcionaria del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), fue abatida a bordo de un vehículo en el centro de la ciudad, junto al conductor, cuando regresaba de un acto de empoderamiento de mujeres afrodescendientes. Otra pasajera sobrevivió al ataque.
Los disparos partieron de otro coche, según los primeros elementos de la pesquisa.
La activista era una mujer afrodescendiente originaria de Maré, una de las favelas más violentas de la ciudad. Destacó en un país donde los hombres blancos de una elite tradicional todavía predominan en la política, cuyo asesinato conmocionó a Brasil y movilizó a partidos y organizaciones sociales que convocaron marchas para este jueves.
El alcalde evangélico de Río, Marcelo Crivella lo calificó como un “asesinato brutal” y el secretario de Seguridad Pública de Río, Richard Nunes, dijo en un comunicado que habrá una “investigación completa sobre el asesinato”.
El ministro de seguridad federal ofreció investigadores para ayudar a la policía de Río.
Amnistía Internacional exigió una “investigación inmediata y rigurosa, para que “no queden dudas sobre el contexto, la motivación y la autoría” del asesinato de la dirigente.
Franco denunció en las últimas semanas un incremento de la violencia policial en las favelas y se opuso a la intervención militar del área de la seguridad de Río, decretada por el presidente Michel Temer para tratar de contener una escalada de violencia que no para de crecer desde el fin de los Juegos Olímpicos de 2016.
Pero el PSOL y sus allegados dijeron que la dirigente no había dado parte de ningún tipo de amenazas en los últimos tiempos.
En las redes sociales, se multiplicaron los llamados para organizar manifestaciones frente a la Asamblea Legislativa de Río (Alerj) y en otros puntos de la ciudad.
“¡Marcha contra el genocidio negro! SOMOS Marielle Franco”, decía una de esas convocatorias, que en pocas horas había recogido unas 20,000 promesas de asistencia.
También se organizaban otras protestas en Sao Paulo y Belo Horizonte.
Franco había entrado en la Cámara Municipal de Río en las elecciones de 2016, como quinta concejala más votada, con 46,000 sufragios.
Las elecciones locales de ese año estuvieron marcadas por unos veinte asesinatos de candidatos a alcaldes o concejales en Río, aparentemente ligados a la presencia de milicias parapoliciales y de bandas de narcotraficantes que se disputan el control de las favelas donde viven cerca de 1.5 millones de personas.
Marielle Franco, nacida y criada en el complejo de favelas de Maré, una de las zonas más violentas, se había graduado en Sociología y realizó una maestría en Administración Pública.
Trabajó luego como asesora del diputado del Estado de Río Marcelo Freixo, que en 2011 dirigió una Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) sobre el tráfico de armas, una labor que le valió numerosas amenazas de muerte.
Denuncias de la intervención militar
Hace dos semanas, Marielle Franco asumió la función de relatora de la Comisión de la Cámara de Concejales de Río, creada para vigilar la actuación de las tropas a cargo de la intervención militar decretada por Temer, una medida sin precedentes desde el retorno de la democracia en 1985.
El 10 de marzo, denunció en las redes sociales una operación policial en la favela de Acarí. “El 41 Batallón de la Policía Militar está aterrorizando y violentando a los habitantes de Acarí (..). Es algo que ocurre desde siempre y con la intervención es peor”, escribió.
Este asesinato se produce a pocos meses de las elecciones generales de octubre en Brasil, que se anuncian como las más inciertas desde la restauración de la democracia.
(Con información de Jorge Svartzman/ AFP)