Una nueva investigación apunta a que es posible que la humanidad esté evolucionando una variante genética que le volvería físicamente incapaz de consumir grandes cantidades de alcohol. Y si este gen logra arraigar en la población global, un día podría ayudar a reducir el alcoholismo y los problemas de salud asociados con el abuso del alcohol.
En un estudio publicado esta semana, en la revista Nature Ecology & Evolution, dos investigadores de la Universidad de Pensilvania analizaron el genoma de 2,500 personas de 26 poblaciones de cuatro continentes para entender mejor los cambios continuos del genoma humano. Obtuvieron la información del ADN de estos individuos a través del Proyecto 1000 Genomas, el catálogo público de datos sobre variación y genotipo humanos más grande del mundo, según informó New Scientist.
Nuestro ADN es el material hereditario que representa al código de cada individuo. El ADN se une en una secuencia específica que determina la información hereditaria que habrá de expresarse en cada persona.
El término variante genética se refiere a una secuencia de ADN que se ha alterado discretamente para expresar una conducta o un rasgo físico distinto. Cuando el cambio ocurre en un solo individuo, esto se conoce como mutación; pero cuando el cambio se refleja en toda una población -como fue la aparición de los ojos azules en Europa-, se habla de una variante genética. Las variaciones que contribuyen a la supervivencia de la humanidad se transmiten a las generaciones posteriores, y las que interfieren con la supervivencia suelen eliminarse de nuestro ADN.
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La pareja de científicos estudió los genes que han aparecido recientemente, así como los que han existido en distintas poblaciones que no tienen gran contacto geográfico aparente. Esto les permitió identificar cinco variantes genéticas que parecían estar aumentando en diversas regiones del planeta. Dichas variantes estaban relacionadas con rasgos como resistencia al paludismo, salud testicular y prevención de enfermedad cardiovascular, explicó New Scientist. No obstante, identificaron una variante de especial interés debido a su efecto en la capacidad de las personas para tolerar el alcohol: la variante ADH.
Cuando ingerimos alcohol, nuestro organismo es capaz de metabolizar o descomponer el etanol de la bebida para expulsar la sustancia química del cuerpo lo antes posible. No obstante, si bebemos alcohol de manera excesiva, nuestros organismos deben esforzarse para metabolizar la sustancia. Y esto provoca que un exceso de alcohol ingrese en el torrente sanguíneo, lo cual ocasiona los efectos desagradables de la bebida, como la náusea.
Según el estudio, la variante ADH afecta nuestra capacidad para metabolizar el alcohol. Sucede que, mediante un mecanismo que todavía no se ha esclarecido, las personas que presentan esta variante no pueden descomponer el alcohol con la misma eficacia. En consecuencia, hasta una cantidad mínima de alcohol podría causar un malestar extremo, y New Scientist informó que es altamente improbable que estos individuos tengan la capacidad física para consumir suficiente alcohol y desarrollar alcoholismo.
Benjamin Voight, coautor del estudio de la Universidad de Pensilvania, dijo a Newsweek que investigaciones anteriores han sugerido que los afro-estadounidenses con esta variante genética tienen un riesgo discretamente menor de volverse dependientes del alcohol. “Es pequeño, pero consistente”, afirmó Voight. En consecuencia, esta variante genética podría actuar como una especie de protección contra el alcoholismo.
Por lo pronto, la variante se ha identificado de manera esporádica en las poblaciones, y solo se ha detectado en poblaciones de Asia Oriental y África Occidental. Y -al menos, hasta el momento- no ha marcado una diferencia significativa en la salud ni en el estilo de vida de las personas. Por otra parte, Voight señaló a Newsweek que esta variante genética no actuará como una solución única para la dependencia del alcohol.
“La dependencia alcohólica es un rasgo humano complejo. El riesgo de un individuo de desarrollar la dependencia del alcohol es una función de antecedentes genéticos, ambientales y conductuales”, dijo Voight. “De modo que la contribución de este cambio genético específico debe considerarse en el contexto de una infinidad de factores adicionales que podrían contribuir mucho más”.
Más que eso, dijo Voight a New Scientist, la investigación demuestra que los genes pueden cambiar de manera similar en las poblaciones globales, y esos cambios podrían ser un esfuerzo para ayudar a que las personas se adapten a los cambios en sus ecologías.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek