Esta iniciativa describe el acoso callejero como “aquellas prácticas de connotación sexual ejercidas por una persona desconocida en espacios públicos como la calle, el transporte o espacios semi-públicos (centros comerciales, plazas, bibliotecas, etc.), que generan malestar en la víctima. Estas acciones son unidireccionales, es decir, no son consentidas por quien las recibe y quien acosa no tiene interés en entablar una comunicación real con la persona agredida”.