Nicanor Parra falleció este martes a los 103 años. El creador de la ‘antipoesía’ revolucionó con su estilo extravagante que le valió reconocimientos como el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Premio Cervantes.
Con su muerte, tanto su obra como su pasado vuelven a los ojos de nuevas generaciones en un intento de entender quién fue este hombre irreverente y controvertido que dejó huella en las letras hispanoamericanas.
Uno de los episodios más polémicos que protagonizó el chileno fue el acceder a una invitación para tomar una taza de té en la Casa Blanca. Parra, considerado de izquierda, sorprendió cuando aceptó reunirse con la esposa de Richard Nixon, Pat.
Transcurría el año de 1970. Nicanor, quien por entonces tenía 55 años, había sido escogido como jurado del Premio Casa de las Américas de La Habana. Sin embargo, todo eso cambió cuando acudió a un encuentro de escritores en Washington y, junto a otros invitados, hizo una visita a la Casa Blanca donde fue invitado por Pat Nixon a tomar el té.
Este episodio, ocurrido en plena guerra de Vietnam, le valió fuertes críticas a Parra. La Casa de las Américas lo inhabilitó para actuar como jurado y lo alejó del poeta y Nobel chileno Pablo Neruda, quien tuvo un papel activo en el gobierno de la Unidad Popular del socialista Salvador Allende.
Parra continúo con su trabajo pese a las críticas que también se extendieron a su obra. Producto de ello creó “Artefactos” en 1972, una serie de frases irreverentes, acompañadas por dibujos. “Cuba sí, yanquis también”, decía un artefacto seguido de “La izquierda y la derecha unidas, jamás serán vencidas”.
Con los años las diferencias se profundizaron entre Parra y Neruda, y según se cuenta en los círculos intelectuales cuando el ganador del Nobel falleció, en 1973, a los pocos días del golpe de Estado que instaló la dictadura de Augusto Pinochet, la tercera esposa del vate Matilde Urrutia, impidió que Parra entrara al velorio.
En 1977, ya en la dictadura de Pinochet, publicó Sermones y prédicas del Cristo del Elqui en donde criticó al régimen con versos como: “Apuesto mi cabeza a que nadie se ríe como yo cuando los filisteos lo torturan”, como reseña El País en una entrevista con él publicada en 2011. Sin embargo, refiere el medio, “como sucedió con otros poetas que se quedaron en Chile en esos años, pesó sobre él cierta sospecha de no oponerse al régimen con demasiado ímpetu”.
Sus últimos días no estuvieron lejos de tragos amargos. En diciembre pasado se denunció de que varios de sus cuadernos con originales habían desaparecido de su casa de Santiago y se ofrecían en el mercado del arte. Si bien, en la mayoría de los casos hubo soluciones y los cuadernos fueron devueltos por sus actuales tenedores, para el poeta no fue grato saber que personas muy cercanas estuvieron implicadas, según reportó la agencia EFE.
Hasta antes de fallecer, el poeta seguía activo, escribiendo a diario en su residencia en Las Cruces, en un escritorio que miraba al Océano Pacífico, y paseando invierno y verano sobre las tranquilas calles de este pequeño balneario.
“Invierno y verano camina; maneja su auto Volkswagen, escribe mucho, y siempre es muy visitado. La vida del tío Nicanor esta abonada por la sencillez y la falta absoluta de farándula”, aseguraba su sobrina Isabel, sobre la rutina del escritor.
El Premio Cervantes llegó para Nicanor Parra. El galardón le valió para exhibir su faceta más contestataria. Se negó a viajar a recirbilo y en su lugar envió a su nieto Cristóbal, apodado “El Tololo”.
“No me explico, rector, las razones que pudo tener el jurado para premiarme a mí, que soy el último de la lista de este premio tan contundente como merecido. Hay por lo menos una docena de candidatos, que con razón se sienten postergados”, expresó muy en su estilo Parra, en una carta leída por su nieto.
“Hay una sola explicación posible, el estado precario de salud de este anciano decrépito. Este es un premio a la longevidad”, agregó.
Con información de AFP.