La mayoría de los programas de compensación de carbono sobreestiman significativamente los niveles de deforestación que previenen, según un estudio publicado en Science. Esto significa que mucho de los “créditos de carbono” comprados por las empresas para equilibrar las emisiones no están vinculados con la preservación de los bosques en el mundo real como se afirma.
Los créditos de carbono, también conocidos como bonos, son un instrumento internacional que permite a empresas y países compensar las emisiones de dióxido de carbono (CO2). De acuerdo con la entidad financiera BBVA, estas invierten en proyectos que mitiguen los gases de efecto invernadero como la captura de CO2 o la reforestación.
El Protocolo de Kyoto, firmado en diciembre de 1997, fue el primer acuerdo internacional frente al cambio climático. Bajo este documento, los países se comprometieron a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y establecieron el primer sistema de créditos de carbono.
Un equipo internacional de científicos y economistas, dirigido por la Universidad de Cambridge y VU Amsterdam, descubrió que millones de créditos de carbono se basan en cálculos crudos que inflan los éxitos de conservación de los proyectos voluntarios de REDD+, que es un acrónimo genérico de “Reducción de emisiones derivadas de la deforestación y la degradación forestal en los países en desarrollo”
DEFORESTACIÓN EVITADA
Actualmente, los créditos de proyectos voluntarios de “deforestación evitada” se emiten basándose en predicciones de la pérdida de árboles que se habrían producido sin el esquema REDD+. En consecuencia, señala el estudio, muchas toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero consideradas “compensadas” por árboles que de otro modo no existirían, solo aumentan nuestra deuda de carbono planetaria, dicen los investigadores.
Los esquemas REDD+ generan créditos de carbono al invertir en la protección de secciones de los bosques más importantes del mundo, desde el Congo hasta la cuenca del Amazonas. Estos créditos representan el carbono que ya no se liberará mediante la deforestación.
Luego, las organizaciones y los individuos pueden compensar su propia huella de carbono comprando créditos equivalentes a una cantidad determinada de emisiones.
LOS CRÉDITOS DE CARBONO PREDICEN SI ALGUIEN TALARÁ UN ÁRBOL
Los mercados de créditos de carbono se dispararon en los últimos años. Más de 150 millones de créditos se originaron a partir de proyectos voluntarios REDD+ en 2021, por un valor de 1,300 millones de dólares. Algunas empresas utilizan la compensación de carbono para afirmar que han avanzado hacia el “cero neto” y al mismo tiempo hacen poco para reducir los gases de efecto invernadero, según los investigadores.
El equipo detrás del estudio sostiene que el floreciente comercio de créditos de carbono puede ser ya una especie de “mercado de limones”. Esto quiere decir que los compradores no tienen forma de distinguir la calidad, por lo que algunos vendedores inundan el mercado con malos productos. Esto lleva a una ruptura de confianza y, en última instancia, el colapso del mercado.
“Los créditos de carbono brindan a los principales contaminadores cierta apariencia de credenciales climáticas. Sin embargo, podemos ver que las afirmaciones de salvar vastas extensiones de bosque de la motosierra para equilibrar las emisiones son exageradas”, indica en un comunicado el autor principal del estudio, Andreas Kontoleon, del Departamento de Economía de la Tierra de Cambridge.
Estos créditos de carbono, agrega, especialmente predicen si alguien talará un árbol y venden esa predicción. Kontoleon señala que las sobreestimaciones de la conservación de los bosques han permitido que el número de créditos de carbono en el mercado siga aumentando, lo que a su vez reduce los precios.
“Los compradores potenciales se benefician de los preciso constantemente bajos, creados por la avalancha de créditos. Significa que las empresas pueden marcar su casilla de cero emisiones netas al menor costo posible”, apunta.
ÚLTIMO ESTUDIO ANALIZA CINCO PAÍSES TROPICALES
Los investigadores del estudio publicado en Science, dicen que los cálculos -que toman promedios o tendencias históricas de deforestación, a veces de hace más de una década, en una amplia región que generalmente incluye el sitio REDD+-,son a menudo demasiado simplistas.
El último estudio analizó en detalle 18 proyectos REDD+ en cinco países tropicales: Perú, Colombia, Camboya, Tanzania y la República Democrática del Congo. Si bien se investigaron un total de 26 sitios de proyectos REDD+. Solo 18 tenían suficientes datos de deforestación “de referencia” disponibles para permitir un análisis comparativo útil.
El equipo de investigación adoptó un enfoque “contrafactual”. Identificaron áreas de bosque existentes dentro de una región determinada que se parecen mucho a cada proyecto REDD+ en particular, desde niveles coincidentes de cubierta forestal y fertilidad del suelo hasta registro similares de minería y deforestación. N
(Con información de Europa Press)