Sí, el sarampión está de regreso en México. Lo que parecía una enfermedad del pasado hoy amenaza con detonar un problema mayor. Es una alerta para el país y nuestro sistema de salud, es la punta del iceberg de un desatendido programa de vacunación y, en general, del sistema de salud del país, y probablemente estamos viendo el inicio de las consecuencias, pues no es solo esta enfermedad, también hay otras reemergencias como la tos ferina, tuberculosis y dengue.
En México, la última epidemia de sarampión ocurrió en 1989-1990, cuando se reportaron 89,163 casos. En 1989 se registraron 20,381 casos con una tasa de 24.2 por 100,000 habitantes. Luego, en 1990 fueron 68,782 casos, con una tasa de 82.5 y un total de 189 brotes que provocaron 5,899 defunciones. Los estados más afectados fueron Veracruz, Oaxaca, Jalisco y Sinaloa; el último caso autóctono en nuestro país se registró en 1995, y el último brote de importancia fue en 2020 con 196 casos.
En 2025, en México se tienen registrados 789 casos de sarampión hasta la semana epidemiológica 17 (2 de mayo), el 91.4 por ciento sin vacuna, en ocho estados de la república, con el mayor número en el estado de Chihuahua, donde afecta a niños y adultos.
También lee: ¿La vacuna contra la gripe altera el ciclo menstrual? Esto dice un nuevo estudio
Las señales estaban ahí desde hace años, pero no se atendieron. En múltiples ocasiones la Asociación Mexicana de Vacunología y otros actores del sector salud lo advertimos repetidamente. Desde 2012 ya se observaban variaciones en las coberturas de vacunación, que se agudizaron a partir de 2017 y empeoraron con la pandemia, con coberturas reportadas: administrativas de 76 a 103 por ciento de 2020 a 2023, la ENSANUT 2002 a 2023 de 61.8 por ciento y 71.3 por ciento, y con una seroprevalencia de anticuerpos contra sarampión en 2022 desde 61 a 89 por ciento entre los 21 y 60 años.
Estas cifras revelan que hay personas susceptibles a enfermarse de sarampión, y los casos actuales, donde los mayormente afectados son personas de 25 a 44 años (34.4 por ciento), y de cinco a nueve años (13.5 por ciento), confirma lo que ya se temía desde hace años, que hay susceptibilidades en todas las edades.
¿QUÉ PUEDE HACER MÉXICO CONTRA EL SARAMPIÓN?
La Organización Panamericana de la Salud ha elevado el riesgo general de este evento en la Región de las Américas, especialmente en los países con coberturas bajas de vacunación a riesgo alto de diseminación, riesgo alto para la salud humana y riesgo alto de la capacidad de prevención y control insuficiente con los recursos disponibles9, y eso incluye a México.
El virus ya circula, y lo seguirá haciendo. No basta con saber que los casos son importados o asociados con la importación, estamos en riesgo real de que más personas se infecten, enfermen y se puedan presentar complicaciones.
Se han realizado muchas acciones, como la aplicación de millones de dosis de vacunas doble viral (SR) y triple viral (SRP). También es cierto que el brote va a terminar cuando se acaben todos los susceptibles, pero desconocemos cuántos susceptibles existen y en qué edades porque no tenemos clara cuál es la cobertura real de vacunación y, por lo tanto, la protección que tiene la población.
No te pierdas: Un potente antiveneno se crea con la sangre de un hombre mordido por serpientes más de 200 veces
Nos preocupa no solo el sarampión, sino que este sea el inicio de una crisis mayor. No podemos esperar a que otra epidemia nos despierte. El momento de actuar es ahora, podemos contener nuevos brotes y evitar complicaciones. Pero no podemos hacerlo solos.
Somos muchos los involucrados en la vacunación —personal de salud, autoridades, comunidad científica, sociedad civil— y necesitamos aliarnos, coordinar esfuerzos y actuar en conjunto basados en evidencia, con estrategias claras y medibles. Esta puede ser la punta del iceberg de un problema que no queremos volver a vivir. N
—∞—
Rodrigo Romero Feregrino es coordinador general de la Asociación Mexicana de Vacunología. Es médico cirujano por la Facultad de Medicina de la UNAM y maestro en Vacunología por la Universidad de Lausana. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.