Más de una década después del hallazgo de una fosa común que alberga los restos de 796 bebés y niños en el terreno de un antiguo albergue religioso en Irlanda, este lunes 16 de junio comenzaron los preparativos para iniciar las primeras exhumaciones.
El área ya ha sido cercada en previsión de las labores que arrancarán el próximo mes. El descubrimiento salió a la luz en 2014, gracias a la historiadora irlandesa Catherine Corless, quien logró documentar la muerte de decenas de menores —desde recién nacidos hasta niños de nueve años— en el hogar Santa María del Buen Socorro, ubicado en Tuam, a unos 200 kilómetros al oeste de Dublín.
Sus investigaciones condujeron a la localización de los restos en lo que antes fue la fosa séptica del edificio, gestionado por religiosas católicas. Aunque el albergue para madres solteras y sus hijos fue demolido en 1972, la fosa se conservó intacta.
Durante excavaciones entre 2016 y 2017, ya se habían encontrado restos humanos en el lugar. La labor incansable de Corless impulsó la creación de una comisión nacional para investigar el trato que recibían las mujeres y sus hijos en este tipo de instituciones.
En su informe final, publicado en 2021, la comisión denunció niveles “alarmantes” de mortalidad infantil. Según sus estimaciones, unos 9,000 menores murieron en esos centros. Entre 1922 y 1998, unas 56,000 mujeres solteras y 57,000 niños pasaron por 18 hogares de este tipo en Irlanda.
“Cuando empecé esta investigación nadie quería escucharme. Rogaba: ‘Saquen a los bebés de esas cañerías, merecen un entierro cristiano digno, el que se les negó’”, declaró la historiadora, hoy de 71 años, a la agencia AFP.
IRLANDA Y SU DEUDA SOCIAL
Durante décadas, el Estado irlandés y la poderosa Iglesia católica colaboraron en el confinamiento de mujeres embarazadas fuera del matrimonio en estos centros. Allí daban a luz antes de ser separadas de sus hijos, quienes a menudo eran entregados en adopción.
De acuerdo con información oficial, los niños que eran entregados en adopción —algunas veces sin el consentimiento de sus madres—, vivían sus primeros años en condiciones de hacinamiento, desnutrición y abandono.
El trabajo de la historiadora, según analistas, no solo destapó una tragedia histórica, sino que también visibilizó las consecuencias del control institucional sobre la vida de mujeres vulnerables en nombre de la moral religiosa. N
(Con información de AFP)