La inspiración para la nueva novela de Jeannine Cummins surgió directamente de la polémica que envolvió American Dirt, el bestseller de 2020 que narra el peligroso viaje de una madre mexicana y su hijo, quienes huyen hacia Estados Unidos para escapar de la violencia del cártel que destruyó a su familia.
Esta exploración del drama humano detrás de la migración forzada la catapultó al reconocimiento internacional. Pero también la sumergió en intensos debates sobre representación y apropiación cultural. Muchos cuestionaron si Cummins, percibida como una autora blanca, tenía legitimidad para contar una historia migrante latinoamericana.
“Siempre había tenido una lucha interna sobre mi proveniencia y mi etnicidad, pero nunca antes había sido pública”, comparte Cummins en una entrevista exclusiva para Newsweek en Español. “Nunca había tenido que explicarme a mí misma, y descubrí que es increíblemente incómodo.”
Speak to Me of Home, su obra más reciente, no surge como una disculpa ni una retirada, sino como una exploración deliberada de las mismas preguntas que despertaron la tormenta mediática: ¿Tenemos derecho a definir y reclamar nuestra identidad? ¿Cómo evolucionan a lo largo del tiempo? Y quizás lo más crucial: ¿Quién tiene la autoridad para establecer los límites de la autenticidad?
Los cuestionamientos se transformaron en el impulso creativo de una narrativa multigeneracional que acompaña a tres mujeres puertorriqueñas—Rafaela, su hija Ruth y su nieta Daisy—a lo largo de décadas y continentes, mientras enfrentan dilemas sobre pertenencia y las decisiones que moldean una vida.
UN VIAJE AL PASADO
La novela está inspirada en la familia de Cummins, y en especial en su abuela, nacida en San Juan en el seno de un hogar acomodado. A los dieciséis años, fue enviada a Trinidad tras la ruina financiera de su padre, donde conoció al que sería su esposo en una base militar norteamericana, y con quien formaría una familia en Estados Unidos.
Lo que emerge es un retrato matizado de cómo nuestro sentido de pertenencia evoluciona con el paso del tiempo—no solo para los latinos, sino para cualquiera cuyas raíces se extienden más allá de estas fronteras.
“Con American Dirt, tuve muchas razones para pasar tiempo reflexionando sobre mi procedencia, como muchas personas estaban haciendo en Twitter”, recuerda. “Me preguntaba cómo llegué aquí, si estaba haciendo las cosas mal de alguna manera, y si había algo artificial en la forma en que vivía mi identidad. Dudaba incluso: ‘¿Tengo derecho a sentir mi herencia como la siento?’ Pero estoy aprendiendo que nadie puede decirme quién soy.”
Esta introspección la llevó a revisitar los años formativos de su padre y a evaluar cómo la trayectoria de su abuela —que crió a ocho hijos en lo que vivió como una comunidad blanca “hostil” en St. Louis— formó la identidad de esa generación. La familia alternaba entre Missouri y Puerto Rico, priorizando la supervivencia por encima de la preservación cultural.
“Todo lo que mi abuela quería era que sus hijos se asimilaran, y creo que ingirieron algo de vergüenza sobre sus raíces”, explica. “Luego llegamos nosotros, y estábamos tan orgullosos de ser puertorriqueños. Pero mi abuela cuestionó—‘¿lo son realmente?’”
“Cuando me preguntan ‘¿De dónde eres?’, tengo dificultades para responder porque no hay una respuesta fácil”, continúa. “Siempre digo, ‘¿Cuánto tiempo tienes? Es una historia larga’”, medita sobre los matices que se pierden cuando nos piden marcar una casilla para describir nuestra etnicidad.
Ese diálogo entre pasado y presente se convirtió en la semilla de un nuevo relato. “Speak to Me of Home me permitió reimaginar las posibilidades. La alegría de escribir esta novela fue que sentí que podía darle a mi abuela una segunda oportunidad.” La narrativa fue tomando forma mientras Cummins recorría los barrios de la infancia de su padre en San Juan, capturando los olores y texturas que quería plasmar en sus páginas.
CONFRONTANDO LA CONTROVERSIA
Cummins aborda la polémica con una franqueza que muchos autores en situaciones similares han evitado. “Debo decir que el debate que envolvió American Dirt realmente fue una conversación largamente postergada sobre la subrepresentación de voces latinas en la literatura. Yo fui como la cerilla encendida en la leña seca, y fue una experiencia muy extraña ser una persona que se identifica como puertorriqueña —y siempre lo ha hecho— y encontrarme en la posición de representar un problema de supremacía blanca en la industria editorial.”
Para Cummins, todo autor debería tener la libertad de contar aquello que lo conmueve. Por eso defiende con firmeza lo que llama la “santidad de la libertad de expresión”, especialmente en un contexto global marcado por el auge del populismo y el autoritarismo. Este principio, en su visión, va más allá de la escritura: abarca también el derecho a definirse sin intermediarios ni imposiciones.
Pero esa libertad, advierte, se ve cada vez más amenazada. “Hace cinco años había menos de 600 libros prohibidos en distritos escolares en todo el país, y el año pasado hubo más de 10,000 —incluyendo American Dirt. Me horroriza esta tendencia”, señala. “Estamos experimentando una censura tremenda desde la extrema derecha, así como una especie de autocensura desde la extrema izquierda, donde las personas tienen miedo de decir lo que realmente piensan. Creo que es una combinación muy peligrosa.”
Cummins también expresa su preocupación por la creciente invasión de la inteligencia artificial en el territorio creativo. “Las grandes compañías tecnológicas están usando nuestros textos para entrenar IA sin el permiso de los autores”, señala. Aunque reconoce que la IA eventualmente podría “crear una trama sólida de thriller”, cuestiona: “¿Alguna vez capturará los matices de la experiencia humana de una manera que provoque empatía, emoción y cambio social? Esas son las razones por las que leo —y las razones por las que escribo. Ahora mismo, tengo que aferrarme a la creencia de que los seres humanos somos los únicos capaces de hacer ese trabajo.”
Sus reflexiones se extienden al panorama mediático. “Hay mucho en juego. En países alrededor del mundo, los periodistas arriesgan sus vidas para decir la verdad, y sin embargo aquí a menudo se siente como si el enfoque estuviera más puesto en la monetización que en el reportaje equilibrado. La controversia vende, y si eso es lo que está aprendiendo la IA, el entorno informativo solo va a volverse menos confiable.”
LA ALQUIMIA DEL PROCESO CREATIVO
Lo que impulsa a Jeannine Cummins a escribir no nace de una ambición literaria, sino de una necesidad visceral de llamar la atención sobre historias que, en su opinión, demasiadas personas prefieren ignorar. Cuando entregó el manuscrito de American Dirt, la nota del autor era una sola línea: En 2017, un migrante murió cada once horas en la frontera entre México y Estados Unidos. Eso era todo.
Antes de que el libro saliera a subasta, participó en más de veinte reuniones editoriales. En cada una le hicieron la misma pregunta: ¿Por qué escribió este libro? Para ella, la respuesta era obvia. “Tenemos una crisis humanitaria en la frontera y una mancha en nuestra conciencia nacional”, respondía.
“Pasé cinco años investigando y escribiendo este tema porque me importaba”, elabora. “Fue así de simple. Nunca anticipé el revuelo ni la reacción. Yo solo estaba haciendo mi trabajo: identificar una experiencia urgente, seguir ese impulso y contarla. Todo lo demás —los elogios, las críticas— ocurrió fuera de mí.”
Lo que sostiene su escritura es un compromiso con el presente. Cummins espera que su trabajo amplíe la forma en que los estadounidenses consideran el origen y el sentido de pertenencia. “Creo que en este país hemos sido demasiado complacientes. Y vamos a tener que asumir que la migración es parte de nuestra realidad. Tal vez eso transforme la forma en que hablamos sobre quiénes somos y de dónde venimos.”
En cuanto a su proceso creativo, admite, nunca ha sido lineal. “Todavía no sé cómo escribir una novela —es diferente cada vez”, confiesa. Los comienzos están llenos de tropiezos. No hay atajos. Sin embargo, enfrenta la página en blanco todos los días e intenta avanzar, aunque sea unas líneas. Con el tiempo, ha aprendido a confiar en que los personajes tomarán forma y sus voces se revelarán. “Con mis dos últimos libros, llegué a un punto en el que estaba escribiendo dieciséis a dieciocho horas al día, y simplemente brotaba de mí.”
Para combatir el bloqueo, recurre a una técnica que también recomienda a quienes se sienten paralizados por el perfeccionismo: “Escribe con la libertad de pensar que nadie leerá tus páginas. Permítete escribir de la forma más desordenada, más descuidada, más embarazosa, más vulnerable, más problemática que necesite ser. Solo ponlo en la página.”
Esa libertad no solo alimenta su proceso creativo, sino que también define su nuevo trabajo. Speak to Me of Home representa más que un regreso a la forma: es una evolución. Una autora que ha aprendido a atravesar la controversia sin perder su voz, y a responder a las críticas sin sacrificar su visión.
En un panorama literario cada vez más polarizado, Cummins persiste en contar historias complejas sobre personas igualmente complejas, sin importar a quién incomoden. El resultado es una narrativa que enfrenta, con honestidad, preguntas que muchos autores —y muchos estadounidenses— prefieren dejar sin explorar.
“No elegí este tema porque fuera seguro o porque se basara en mi vida real. Lo elegí porque era hacia donde se movía mi corazón”, ofrece al finalizar nuestra entrevista. Al darle a su abuela una segunda oportunidad en la página, Cummins también se ha dado una a sí misma.
Fragmento de la novela Speak to Me of Home, de Jeannine Cummins (pág. 219):
«¿Era posible que recordara una época en la que casi todas las personas en su mundo eran puertorriqueñas, libres de definiciones extranjeras sobre lo que eso significaba, cuando no tenían que demostrar nada sobre su humanidad ni sus credenciales ante los no puertorriqueños a su alrededor?
Cuando eran íntegras, incomparables, desinhibidas, ¿recordaba su madre cómo se sentía ser una persona, simplemente una persona, sin etiquetas, cómo se sentía ser una niña llamada Ruth, viviendo en un lugar que amaba, con personas que amaba?
Donde la comunidad no era algo que tuviera que buscar y construir—o fracasar en construir—como una nota al pie de una experiencia más grande, sino que era, en realidad, todo su mundo: hermoso, resplandeciente, dorado, dulce, un burbujeo embriagador de vida.
¿El sonido del coquí afuera de su ventana por la noche—seguro que lo recordaba?
Daisy tal vez nunca lo sabría.
—Está bien si no lo recuerdas, mamá.
Mamá echó la cabeza hacia atrás contra el respaldo y se pasó las manos por el cabello.
—¡Dije que sí me acuerdo!»
Para conocer mas visita: https://jeaninecummins.com N
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