¿Una infección en la boca podría afectar al corazón? La ciencia indica que sí. Una reciente investigación demostró que la bacteria Porphyromonas gingivalis, presente en las encía, puede entrar al torrente sanguíneo y llegar al corazón. Según los autores del estudio, esta bacteria es capaz de causar daños que incrementan el riesgo de desarrollar fibrilación auricular, una forma de arritmia que altera el ritmo normal del corazón.
Este hallazgo se suma a investigaciones anteriores que ya habían establecido una fuerte relación entre la periodontitis —una enfermedad que afecta a los tejidos de soporte de los dientes— y distintas afecciones cardiovasculares, como la cardiopatía isquémica, el accidente cerebrovascular, la insuficiencia cardíaca y la arteriopatía periférica.
Hasta ahora, muchos estudios atribuían esta conexión al proceso inflamatorio. Se cree que las señales químicas que envía el sistema inmunológico para combatir la infección oral también pueden ingresar al flujo sanguíneo, “provocando una inflamación generalizada capaz de dañar órganos como el corazón”, según un artículo de la Biblioteca Nacional de Medicina.
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No obstante, el nuevo estudio plantea que la inflamación no sería el único mecanismo implicado. Para profundizar en el comportamiento de P. gingivalis, los investigadores analizaron a dos grupos de ratones —uno infectado con la bacteria y otro sano— durante un periodo de 12 y 18 semanas. Al finalizar el estudio, se observó que los ratones con infección en las encías presentaban un riesgo seis veces mayor de sufrir arritmias cardiacas y una probabilidad del 30 por ciento de desarrollar fibrilación auricular, en comparación con solo un 5 por ciento en el grupo de control.
¿LA BACTERIA ATACA SOLO LA ENCÍA?
De acuerdo con Wired, que retomó el estudio, además de las lesiones típicas asociadas a la periodontitis, como caries y pequeños abscesos, los investigadores descubrieron que Porphyromonas gingivalis logró alcanzar la aurícula izquierda del corazón. En esa zona el tejido afectado presentaba signos de rigidez y fibrosis. Para confirmar estos resultados, se realizó un estudio clínico con 68 pacientes diagnosticados con fibrilación auricular. Al analizar sus tejidos cardiacos, los científicos identificaron la presencia de P. gingivalis, especialmente en aquellos pacientes que padecían periodontitis avanzada.
A tenor de la ciencia, esta bacteria tiene una notable capacidad para ocultarse en el interior de las células y evitar la respuesta inmunitaria. P. gingivalis, estrechamente relacionada con la periodontitis, prospera en ambientes sin oxígeno, justamente en las áreas debajo del tejido de las encías.
Aunado a lo anterior, la capacidad de permanecer oculta puede dificultar el tratamiento de la enfermedad de las encías, ya que pude persistir incluso tras la eliminación de la placa y el sarro. En contexto, es una bacteria sigilosa que se esconde y evoca la respuesta inmunitaria para causar daños sin ser destruida.
“P. gingivalis invade el sistema circulatorio a través de las lesiones periodontales y se desplaza hasta la aurícula izquierda, donde su carga bacteriana se correlaciona con la gravedad clínica de la periodontitis”, refiere Shunsuke Miyauchi, uno de los autores principales del estudio en cuestión.
En la mayoría de los casos, el desarrollo de la periodontitis comienza con la placa. Y esta, ¿cómo se forma? Cuando los almidones y los azúcares de la comida interactúan con las bacterias que se encuentran frecuentemente en la boca. Cepillarse los dientes dos veces al día y usar hilo dental una vez al día extrae la placa, pero esta regresa rápidamente. N