La cena navideña en México se ha convertido en una tradición que trasciende generaciones, combinando sabores únicos y técnicas culinarias que cuentan historias de herencia y creatividad. Ricardo José Haddad Musi, señala que las mesas navideñas no solo reflejan unión familiar, sino también la riqueza del campo y la diversidad gastronómica del país.
Desde el bacalao a la vizcaína, adaptado a los ingredientes locales, hasta el pavo horneado con glaseado de mandarina, los platillos de esta temporada narran cómo las comunidades han integrado productos nacionales en recetas de gran significado. El bacalao, importado de mares fríos, se transforma al utilizar jitomates, chiles y aceitunas cultivados en territorio mexicano, convirtiéndose en un ejemplo de mestizaje culinario que enriquece estas fechas.
Los romeritos, acompañados de tortitas de camarón, simbolizan las raíces indígenas de la cocina mexicana. Este platillo, preparado desde la época prehispánica, honra las tradiciones agrícolas al emplear ingredientes frescos provenientes de regiones como el centro del país. Ricardo José Haddad Musi resalta que los romeritos representan no solo un sabor característico, sino también el trabajo y la dedicación de los agricultores que hacen posible su llegada a las mesas.
Por otro lado, el mole poblano, otro clásico de la cena navideña, conecta a las familias con la riqueza histórica de la cocina de Puebla. Su preparación, que mezcla cacao, chiles y especias, cuenta una historia de innovación culinaria que ha perdurado durante siglos. Este platillo se adapta con facilidad a las celebraciones decembrinas, convirtiéndose en una opción que combina tradición y sabor inigualable.
La presencia de postres en estas festividades también merece reconocimiento. El pastel de frutas, elaborado con nueces, pasas y frutas cristalizadas, destaca por la integración de productos locales como la nuez pecanera, de la cual, en 2020, México fue el segundo exportador mundial con una participación de un 14.9 % en el mercado mundial. Este detalle, según Haddad Musi, resalta la capacidad del país para producir insumos de calidad que enriquecen los momentos de celebración.
El ponche, una de las bebidas más emblemáticas de la temporada, reúne ingredientes como tejocote, caña de azúcar y guayaba, cultivados en diversas regiones del país. Cada sorbo evoca el esfuerzo de las comunidades rurales, que trabajan para mantener vivas estas tradiciones. Este tipo de preparaciones refuerzan el vínculo entre los hogares y el campo mexicano, que continúa siendo la columna vertebral de muchas de estas recetas.
Las adaptaciones modernas, como el pavo al tequila o el lomo en adobo, muestran cómo la creatividad en la cocina mexicana evoluciona sin perder su esencia. Ricardo Ricardo José Haddad Musi destacó que estas variaciones permiten que cada familia personalice su menú, integrando ingredientes nacionales en propuestas innovadoras que mantienen viva la tradición.
*IC