Las “Adelitas” siempre son nombradas como un colectivo popular de la historia mexicana, pero no hay mucha profundidad respecto a este personaje en la historia oficial, que en su origen aparece el nombre de Adela Velarde.
Hablando de la Revolución Mexicana, siempre se nos presentan los mismos nombres de los generales de división y políticos: Emiliano Zapata, Francisco Villa, Pascual Orozco, Álvaro Obregón, Francisco I. Madero… y la lista no para con Victoriano Huerta, Felipe Ángeles, Venustiano Carranza y hasta Porfirio Díaz. ¿Y las mujeres?
Existe la idea errónea de que una mujer racializada y con indumentaria rural es una “Adelita”, idea que se usa de forma incorrecta hasta para representar a una mexicana en distintos momentos de la historia como la Independencia, la guerra contra Estados Unidos o la Invasión Francesa.
Es tan potente su concepto que se identifica como una forma única de la mujer mexicana en el frente de batalla, sin embargo, este solo corresponde a la Revolución Mexicana a principios del siglo XX.
Adela Velarde Pérez es una figura emblemática de la Revolución Mexicana, conocida por su valentía, dedicación y su papel como enfermera en uno de los momentos más cruciales de la historia de México. Su legado perdura e identifica a un colectivo de mujeres que lucharon, no solo con armas, sino también con compasión y entrega por la libertad y la justicia.
¿QUIÉN ERA ADELA VELARDE?
Nacida el 8 de septiembre de 1900 en Ciudad Juárez, Chihuahua, Adela Velarde provenía de una familia de clase media que le permitió recibir una educación privilegiada para su época. Con apenas 13 años, decidió unirse a las fuerzas revolucionarias, trabajando como enfermera, área en la que se había preparado, en el campo de batalla para atender a los soldados heridos.
LAS SOLDADERAS Y EL PAPEL DE ADELA VELARDE
Adela, como muchas otras fue una de las muchas mujeres que se convirtieron en soldaderas, valientes figuras femeninas que acompañaron a los ejércitos revolucionarios. Sin embargo, destacó por su compromiso inquebrantable con el cuidado de los heridos, arriesgando su vida en repetidas ocasiones para brindar ayuda en los frentes de combate.
Las soldaderas rompieron con los estereotipos de género al asumir roles activos en una guerra que cambió el rumbo de México. Su participación no solo fue vital para la supervivencia de los ejércitos revolucionarios, sino que también marcó un hito en la lucha por los derechos de las mujeres, demostrando su capacidad de liderazgo y resiliencia en tiempos de crisis.
Entre sus tareas más destacadas en el frente revolucionario fungían como: combatientes, enfermeras, responsables de logística y suministros, por la naturaleza machista de la guerra pasaban inadvertidas, por lo que resultaban ser extraordinarias comunicadoras y espías, además de ser acompañantes y apoyo moral para los hombres combatientes.
Las soldaderas son recordadas como símbolos de resistencia y compromiso, y su legado sigue inspirando a las generaciones actuales a valorar el papel de las mujeres en la historia y en la transformación social.
LA INSPIRACIÓN QUE DEJÓ “ADELITA”
Adela Velarde es reconocida como la inspiración detrás de la famosa canción “La Adelita”, un corrido que inmortalizó a las mujeres que participaron en la Revolución Mexicana. Aunque para que te dediquen una canción tiene que tener un origen más poderoso, y es ahí donde corre una versión más popular de la inspiración del famoso corrido. Se dice que Antonio del Río Armenta, un sargento del ejército de Pancho Villa, estaba profundamente enamorado de ella.
Y si acaso yo muero en campaña
y mi cuerpo en la sierra va a quedar
Adelita por Dios te lo ruego
con tus ojos me vayas a llorar.
Este amor lo llevó a dedicarle la canción, convirtiéndola en un símbolo del espíritu revolucionario y de las soldaderas. Aunque su relación no tuvo un final feliz debido a la muerte de Antonio, su nombre quedó inmortalizado en la música y el imaginario popular mexicano.
El sargento Antonio del Río Armenta, herido de muerte en Gómez Palacio durante la Revolución Mexicana, murió en brazos de Adela Velarde, quien fue su última musa y amor. Antes de fallecer, le pidió que buscara en su petate, donde ella encontró la letra del famoso corrido “La Adelita”, considerado un himno de la Revolución. Según algunas versiones, la letra no estaba completa, y el sargento, con su último aliento, dictó a Adela la estrofa final, la cual ella escribió de su puño y letra.
Una de las estrofas más atribuidas a este momento es:
“Si acaso yo muero en campaña / y mi cadáver lo van a sepultar, / Adelita, por Dios te lo ruego, / que con tus ojos me vayas a llorar.”
En una entrevista con Excélsior en 1948, Adela Velarde confirmó que fue la inspiración del corrido, aunque aclaró que la versión original solo contaba con tres estrofas. Su historia sigue siendo parte del imaginario revolucionario y un homenaje a las soldaderas.
EL LEGADO Y MUERTE DE ADELA VELARDE
Aunque su historia personal pasó desapercibida durante décadas, y su figura es un relato popular de profunda relevancia apenas hay unas cuantas piezas en Torreón y Chihuahua que representan su figura, que sí bien son ornamentos dan lugar al reconocimiento de la figura femenina en la Revolución Mexicana, como el de miles que participaron en la gesta. Hasta ahora no hay un intento de colocarla en Paseo de la Reforma en Ciudad de México como otras heroínas que la historia oficial ha invisibilizado a través del tiempo.
En los últimos años de su vida, Adela Velarde fue reconocida oficialmente por su papel en la Revolución Mexicana. El 22 de febrero de 1941, la Secretaría de la Defensa Nacional (Hoy Defensa) la nombró “Veterana de la Revolución”. Además, en 1962 fue admitida en la Legión de Honor Mexicana, un reconocimiento reservado para individuos destacados por sus contribuciones al país.
Tras el conflicto revolucionario, Velarde trabajó como mecanógrafa en la administración postal en la Ciudad de México. En 1965, se casó con Alfredo Villegas, un coronel que había conocido durante sus años en el movimiento revolucionario. Poco tiempo después, la pareja se mudó a los Estados Unidos, donde residieron hasta su fallecimiento.
Adela Velarde murió en 1971 a causa de un cáncer de ovario y fue enterrada en el cementerio de San Felipe, en Del Río, Texas. Su figura ha perdurado como símbolo de las “adelitas”, recordando la importante participación de las mujeres en la Revolución Mexicana.
La vida de Adela Velarde inspira a generaciones actuales a reflexionar sobre el papel crucial de las mujeres en los procesos históricos. En un México que continúa buscando equidad y justicia, su historia nos recuerda que las luchas de ayer construyen las victorias del mañana. N