México es uno de los países del G20 con más retos en cuanto a estrategias para contrarrestar los efectos del cambio climático. Sin embargo, los actores sociales, corporativos y gubernamentales pueden unirse para acelerar programas e iniciativas voluntarias que impulsen la descarbonización.
Uno de los temas que más acaparan la agenda actual del mundo es el cambio climático. El aumento de la temperatura, la reducción de emisiones de carbono y los compromisos hacia el futuro son las cartas que están sobre la mesa.
Partimos de un contexto global en el que las temperaturas ya han aumentado 1.1 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, esto es resultado de más de 100 años de quema de combustibles fósiles, y un uso desigual e insostenible de la energía y el suelo.
Lo anterior ha dado lugar a fenómenos climáticos frecuentes e intensos que tienen un impacto importante sobre la naturaleza y la población, particularmente alrededor de la seguridad alimentaria e hídrica, pero que también causan desplazamientos forzados y afectan a las cadenas de suministro globales.
México no es excepción y en nuestro país vamos en una carrera en contra del tiempo para evitar que la crisis climática se haga más profunda. Debemos de buscar alternativas para construir sociedades que brinden bienestar a través de un modelo de desarrollo bajo en carbono.
Para este fin trabaja la Alianza para la Acción Climática (ACA), que reúne a líderes climáticos del sector privado, la academia, los municipios y estados y las organizaciones de la sociedad civil de México que trabajan individual y colaborativamente para impulsar proyectos de acción e incidencia climática y contribuyan a establecer metas y caminos hacia una reducción acelerada de las emisiones de gases de efecto invernadero.
EL RETO DETRÁS DEL DIÓXIDO DE CARBONO (CO2)
Por su posición geográfica, México es altamente vulnerable al cambio climático, por lo que se requieren estrategias efectivas y de rápida implementación para su combate. El extremo calor que hoy experimenta gran parte del territorio nacional es un botón de muestra.
Sin embargo, a pesar de su importancia, de acuerdo con la guía México 2050: Juntos por Cero Emisiones Netas, la gran barrera que tiene el país para enfrentar el cambio climático es no contar con un plan sólido y ambicioso para reducir las emisiones de efecto invernadero (GEI) que aumentan la temperatura de la tierra.
De hecho, es el único país del G20 que falta por definir una fecha para llegar a cero emisiones netas en 2050, lo que significa una gran oportunidad para las autoridades mexicanas. En las contribuciones nacionalmente determinadas (NDC) presentadas recientemente por el gobierno en el marco del Acuerdo del París, México ha establecido la meta de reducir 35 por ciento de sus emisiones en 2030, pero las alternativas propuestas para lograrlo no apuntan del todo hacia una estrategia de transformación profunda.
Esta es una situación que confirma la plataforma Climate Action Tracker, advirtiendo, además, que los objetivos presentados por este territorio se centran únicamente en 2030 y carecen de claridad en el largo plazo.
EL PODER DE LA ACCIÓN VOLUNTARIA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO
Bajo esta premisa, se vuelve altamente relevante desarrollar y promover iniciativas voluntarias que encaminen a gobiernos estatales, empresas, universidades y organizaciones progresistas a tomar la delantera y avanzar en sus contribuciones individuales para la reducción de emisiones, preparándose de mejor manera para enfrentar un futuro más caliente, más regulado y en el que el carbono muy probablemente tenga un precio más alto.
En el impulso a la descarbonización existen alternativas como Science Based Targets. Esta es una iniciativa voluntaria que guía a las empresas y ciudades a fijar una meta de reducción de emisiones en línea con la ciencia climática.
Además, está la campaña Carrera hacia el Cero (Race to Zero), lanzada en 2018 por la ONU. Su objetivo es alentar a diferentes sectores a reducir sus emisiones hasta cero neto para 2050, en el marco de una transición a una economía sustentable, sin emisiones y alineada con los objetivos del Acuerdo de París. La campaña se organiza alrededor de cinco fases, conocidas como las 5 pes: prometer, planificar, proceder, publicar y persuadir.
Estos programas nos ayudan a establecer un marco para limitar el calentamiento global por debajo de 2 °C e, incluso, no sobrepasar los 1.5 °C, además de fortalecer las capacidades de las organizaciones, ciudades y empresas para enfrentar los impactos del cambio climático e implementar estrategias competitivas para conseguir un mundo sin carbono.
EL ROL DE LAS ALIANZAS ESTRATÉGICAS
Uno de los factores clave del proceso de descarbonización es tener un elemento corporativo catalizador. Las Alianzas para la Acción Climática aceleran la transición hacia una economía baja en carbono, formando una red global de más de 6,000 miembros en diez países —Argentina, Australia, Brasil, Chile, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos, Japón, México, Sudáfrica y Vietnam— comprometida con las cero emisiones netas.
En México, ACA surgió en 2018 y actualmente agrupa a más de 100 miembros provenientes del sector privado, organizaciones de la sociedad civil, universidades y gobiernos estatales y municipales. De estos, 24 se han sumado a la campaña Race to Zero, estableciendo el compromiso de lograr cero emisiones netas en 2050. A nivel nacional, hay más de 130 entidades comprometidas con la campaña, que a nivel internacional tiene más de 11,000 signatarios.
El reto de la eliminación de emisiones es grande, pero los actores no están solos y las soluciones ya existen. Mientras la regulación no se endurezca, la acción climática voluntaria continúa siendo la respuesta para impulsar la profunda transformación requerida para combatir el cambio climático. N
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Luli Pesqueira es coordinadora de Acción Climática en WWF México (miembro de ACA). Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.