Un equipo de investigadores asegura haber encontrado evidencias de que los humanos vivieron en las Américas miles de años antes de lo que afirma la teoría más ampliamente aceptada.
En un artículo publicado el 12 de julio de 2023, en la revista Proceedings of the Royal Society B, los científicos argumentan que, hace unos 25,000 a 27,700 años, humanos prehistóricos asentados en la región central de Brasil modificaron huesos de megaterios, animales extintos mejor conocidos como perezosos gigantes.
El hallazgo cuestiona la opinión aceptada sobre la ocupación de los humanos en las Américas, tema que aún es objeto de acalorados debates. Un investigador que no participó en el estudio dijo a Newsweek que ponía en duda las aseveraciones del artículo, mientras que otro declaró que el estudio era un trabajo “excelente” con “implicaciones importantes”.
Las anteriores son posturas opuestas que ponen de relieve la controversia que impera en el debate. El consenso actual es que los pueblos americanos emergieron antes que la cultura Clovis, la cual se remonta unos 13,500 años en el pasado.
Algunas investigaciones apuntan a que los humanos llegaron al continente americano durante —o incluso antes que— el Último Máximo Glacial (UMG), periodo que el artículo reciente sitúa hace unos 19,000 a 26,000 años (UGM es la época de la historia terrestre en que los mantos de hielo y los glaciares alcanzaron su mayor extensión durante el último periodo glacial).
No obstante, persiste el escepticismo en torno de las evidencias de asentamientos humanos en las Américas datadas en más de 16,000 años. En su estudio, los autores dan parte del hallazgo de huesos de perezoso gigante en el Abrigo de Santa Elina, yacimiento rocoso localizado en el centro de Brasil.
PRUEBAS DE LOS HUMANOS EN LAS AMÉRICAS
Según el equipo, dichos restos óseos fueron modificados hace 25,000 a 27,000 años, durante la ocupación humana del sitio. Y más aún, sugieren que aquellos humanos prehistóricos utilizaron los artefactos para su adorno personal.
Al respecto, los investigadores afirman haber encontrado evidencias de modificación humana en huesos de megaterio, incluidos rastros de pulimentado, rasguños y orificios abiertos de manera deliberada.
Los huesos modificados forman parte de una colección de miles de osteodermos [placas óseas halladas en la piel de algunos vertebrados, en su mayoría reptiles] descubiertos en el refugio rocoso junto con otros restos óseos de perezoso gigante.
Los osteodermos que describe el estudio no son hallazgos nuevos. De hecho, Agueda y Denis Vialou (investigadores franceses que han trabajado en Santa Elina desde hace más de 30 años) dejaron registro de dichas placas en su artículo más reciente, donde también aventuran la opinión de que eran elementos utilizados en el arreglo personal.
“Sin embargo, hasta ahora, ninguna investigación sobre los osteodermos ha proporcionado evidencias concretas sobre el origen y la época de las modificaciones”, dice a Newsweek la Dra. Thaís Pansani, paleontóloga y zooarqueóloga de la Universidad Federal de São Carlos, Brasil, y coautora del nuevo artículo.
De primera instancia, la forma de los osteodermos “sugiere” que se trata de colgantes [dijes], en particular debido al pulimentado y a la ubicación de los orificios, intercaló la Dra. Mírian Pacheco, miembro del departamento de biología de la Universidad Federal de São Carlos y también coautora del artículo.
MARCAS Y RASTROS QUÍMICOS EN HUESOS FOSILIZADOS
“Estas especulaciones son ciertamente admisibles, ya que otros yacimientos arqueológicos han producido colgantes y adornos de huesos o dientes de animales”, arguyó Pacheco.
Con ayuda de tecnologías avanzadas —como la microscopía electrónica de barrido—, el equipo de investigadores identificó marcas y rastros químicos en los huesos fosilizados. Estos apuntan a que, hace unos 25,000 años, habitantes humanos del refugio rocoso modificaron los huesos de megaterio cuando aún se encontraban frescos.
El equipo también realizó análisis experimentales con otros osteodermos fósiles de Santa Elina, y comparó esos resultados con los obtenidos de osteodermos de armadillos modernos.
“Los estudios de microscopía electrónica y fotoluminiscencia nos permitieron distinguir diferentes tipos de marcas, y eso sugiere que las modificaciones que atribuimos a la intervención humana fueron practicadas en huesos frescos antes de enterrar los restos del animal”, prosiguió Pacheco.
“Por otra parte, el contexto arqueológico valida nuestros datos, ya que el mismo depósito contiene otros huesos y cientos de osteodermos de megaterios”, enfatizó la bióloga.
“Asimismo, cabe resaltar que el esqueleto yace en el contexto arqueológico de otros elementos materiales de la cultura; entre ellos, herramientas de piedra. El hallazgo indica que, de no haber pulido los osteodermos cuando aún se encontraban frescos, al menos lo hicieron una vez que se secaron, pues las características observadas son claramente distintas de la mineralización que resulta en la fosilización”, aseveró.
Pacheco precisó que los osteodermos modificados parecen remodelados y muestran una pulimentación extrema, ya que carecen de la asperidad natural del resto de los osteodermos hallados. Esa y otras evidencias condujeron a los investigadores a concluir que aquellos artefactos los utilizaron como colgantes.
“De hecho, uno presenta un pulimentado adicional en un costado, el cual podría ser consecuencia de la fricción prolongada contra la piel”, concluyó Pacheco.
EVIDENCIAS DE OCUPACIÓN HUMANA DE HACE 27,000 AÑOS
Los investigadores afirman que fue posible datar los osteodermos debido a la capa arqueológica en que se encontraban. “Varias capas del refugio rocoso de Santa Elina contienen evidencias de ocupación humana que abarcan desde hace 27,000 años hasta la era moderna”, interpuso Pansani.
“Los osteodermos modificados yacían en la capa más profunda y antigua del sitio, junto con otros restos óseos de perezosos gigantes y algunos artefactos de piedra”, indicó.
La zooarqueóloga continuó: “Datamos esa capa con tres técnicas distintas y utilizando tres materiales diferentes —hueso, carbón y grano de cuarzo del sedimento—, y todos nuestros resultados concordaron con el rango de 25,000 a 27,000 años”.
Los investigadores enfatizan en que sus hallazgos, aunados a los descubrimientos de años recientes, fortalecen la hipótesis de la ocupación de humanos en las Américas durante el periodo del UMG.
“El mundo académico sigue debatiendo, acaloradamente, el tema del poblamiento de las Américas”, explicó Pansani. “El periodo de ocupación más aceptado se remonta a unos 16,000 años. No obstante, varios yacimientos arqueológicos del norte y sur de América sugieren que los humanos llegaron al continente mucho tiempo antes”.
Algunos investigadores no disimulan su escepticismo sobre los hallazgos del estudio. Entre ellos está el Dr. Ben Potter, catedrático del Departamento de Antropología de la Universidad de Alaska Fairbanks, quien (pese a no haber intervenido en la investigación) afirmó que el trabajo “no proporciona evidencias adecuadas” para afirmar que grupos humanos ocuparon el refugio rocoso hacia la época del UGM.
EL TRABAJO “NO PROPORCIONA EVIDENCIAS ADECUADAS”
En su comentario para Newsweek, el también investigador señaló que las modificaciones de los osteodermos son susceptibles de más de una interpretación.
“Las perforaciones y los rasguños detectados en los osteodermos son equívocos, ya que muchos procesos naturales dejan marcas en los huesos, incluida la actividad de los carnívoros”, aseguró. “Es necesario descartar los distintos procesos que producen el mismo efecto, problema con que los arqueólogos se topan muy a menudo”.
Potter agregó: “La actividad geoquímica, la meteorización y otros procesos pueden dejar orificios en osteodermos que yacen en entornos claramente no culturales”.
Al respecto, comentó que sería interesante que los autores realizaran “experimentos tafonómicos” [dirigidos a estudiar la descomposición, fosilización y preservación de organismos] para demostrar que las marcas no son producto de procesos naturales.
Más aún, Potter cuestionó también que hubiera evidencias de presencia humana en las capas arqueológicas donde yacían los osteodermos. “En artículos anteriores —aunque no en este estudio—, los autores informaron de ‘artefactos’ de piedra caliza”, prosiguió.
“Habrían tenido que demostrar que se trataba de ‘artefactos’ reales y descartaran la hipótesis nula de que eran geofactos naturales [objetos de piedra formados naturalmente y difíciles de diferenciar de artefactos creados por el hombre]. Pero no lo hicieron, de modo que su afirmación de que se trata de ‘herramientas’ es poco convincente”, añadió el experto.
Potter concluyó en los siguientes términos: “Las rocas fracturadas que interpretan como ‘artefactos’ también son de caliza [como lo es todo el refugio rocoso]. Y, sin embargo, no practicaron análisis geoquímicos para demostrar que no proceden del entorno rocoso del sitio”.
POLÉMICA POR LA OCUPACIÓN DE LOS HUMANOS EN LAS AMÉRICAS
A pesar de las críticas, algunos otros investigadores celebran el nuevo estudio. La Dra. Rita Scheel-Ybert, arqueóloga del Museo Nacional de Brasil y profesora de la Universidad Federal de Río de Janeiro (quien tampoco participó en la investigación), dijo a Newsweek que el estudio era “excelente”.
Además, opinó que la investigación proporcionaba pruebas “sólidas” de que los artefactos modificados por humanos datan de hace 25,000 a 27,000 años: “[El refugio rocoso o Abrigo de Santa Elina] es uno de los sitios arqueológicos más cuidadosamente estudiados y excavados en esa región [de Brasil], por lo que me parece que no hay duda sobre la correlación entre estos artefactos y la ocupación humana”.
A decir de Scheel-Ybert, el artículo de investigación tiene “implicaciones importantes”, ya que proporciona un argumento contundente para retroceder el cronograma de la ocupación de los humanos en las Américas.
“[Varios investigadores] han confirmado fechas muy antiguas en sitios de todo el continente americano, y estos hallazgos se suman a esas evidencias”, agregó la profesora. “Los datos acumulados [demuestran] que hay pruebas sólidas de que los humanos llegaron al continente mucho antes de lo que se pensaba”.
Scheel-Ybert concluyó: “Es indiscutible que la humanidad llegó a este continente hace alrededor de 30,000 años o incluso antes. ¿Cómo emigraron aquí? ¿Acaso utilizaron una ruta de colonización única o siguieron varias rutas? ¿Cómo vivieron? Es verdad que muchas interrogantes aún no tienen respuesta. Pero, desde mi perspectiva, la antigüedad de la ocupación humana de las Américas ya no es una de ellas”. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)