Las abejas, esos pequeños y valiosos insectos, desempeñan un papel fundamental en nuestro ecosistema al ser responsables de la polinización de muchas plantas. Sin embargo, en las últimas décadas, hemos sido testigos de un preocupante declive de las poblaciones de abejas en las ciudades. Este fenómeno plantea graves implicaciones para la biodiversidad, la seguridad alimentaria y el equilibrio del medio ambiente urbano.
Datos proporcionados por el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA), indican que a pesar “de los beneficios que representan las abejas, éstas son exterminadas en grandes urbes, ejemplo la Ciudad de México; se estima que son asesinadas aproximadamente 9 millones 600 mil abejas cada mes”.
Y es que como ha ido avanzando la mancha urbana también ha ido disminuyendo la población de abejas. Hasta la década de los años noventa era muy común ver a niños atrapando estos insectos, o a estos pararse por la flora endémica de las diversas zonas de las partes pobladas de Baja California.
Cuestión que no es de extrañarnos pues el crecimiento urbano ha llevado a la destrucción y fragmentación del hábitat natural de las abejas. La reducción de áreas verdes y la falta de flores y plantas nativas en las ciudades limitan la disponibilidad de recursos alimentarios para estos insectos. No está de más mencionar que en las ciudades, su papel es igualmente vital, ya que ayudan a mantener jardines, parques y áreas verdes saludables y florecientes.
Diego de Pedro y Alejandra Castañeda González, estudiantes del posgrado en Ciencias de la Vida en el Cicese y quienes trabajan con abejas, señalaron que los retos que enfrentan estos insectos en la península de Baja California son la ganadería extensiva, la agricultura de exportación, la minería y la falta de conciencia ambiental por parte de la sociedad. La mayor parte de lo que se cultiva en Baja California es para exportación, se busca el fruto perfecto, pero ¿qué conlleva esto?, que la tierra tenga muchos insumos, ya sea fertilización, herbicidas, insecticidas, todo lo que permitan a la planta dar fruto en el menor tiempo posible, y esto es perjudicial para los polinizadores”, compartió Diego.
Por lo tanto, es impórtate tener en cuenta que son varios factores los que están generando que se acabe con esta importante fauna. En primer lugar: la pérdida de hábitat, el crecimiento urbano acelerado ha llevado a la destrucción y fragmentación del hábitat natural de las abejas. La expansión de áreas urbanas ha implicado la eliminación de áreas verdes y la sustitución de terrenos naturales por infraestructuras y edificaciones. Como resultado, las abejas han perdido acceso a fuentes de alimento y refugio.
Asimismo el uso de pesticidas en jardines, parques y áreas urbanas es perjudicial para las abejas. Estos productos químicos son diseñados para eliminar plagas, pero también afectan a los polinizadores. Las abejas son especialmente sensibles a los insecticidas neonicotinoides, que pueden debilitar su sistema inmunológico, su capacidad de navegación y su reproducción.
La calidad del aire en las ciudades puede ser deficiente debido a la emisión de gases y partículas contaminantes provenientes del tráfico vehicular, las industrias y otras fuentes de polución. Las abejas son sensibles a estos contaminantes y su exposición prolongada puede afectar su salud y supervivencia.
Finalmente es de señalarse el calentamiento global y los cambios en los patrones climáticos pueden tener un impacto significativo en la vida de las abejas. El aumento de las temperaturas y los eventos climáticos extremos pueden alterar los ciclos de floración de las plantas, lo que afecta la disponibilidad de alimento para las abejas. Además, las sequías, las lluvias intensas y los cambios en la distribución geográfica de las especies vegetales pueden poner en peligro la supervivencia de las colonias de abejas.
Por lo que las autoridades gubernamentales deben trabajar en el fomento de la creación de hábitats amigables para las abejas en áreas urbanas, como jardines comunitarios y techos verdes. Plantar flores nativas y evitar el uso de pesticidas nocivos ayuda a proporcionar recursos alimentarios y refugio para las abejas. Promover la conciencia y la educación sobre la importancia de las abejas y la polinización entre la población urbana. Esto puede incluir programas educativos en escuelas y campañas de divulgación en medios de comunicación y redes sociales. N