Un grupo de biólogos etiquetó a cientos de abejas con códigos QR para rastrear sus movimientos y, al hacerlo, finalmente resolvieron el misterio de qué tan lejos viajan las abejas desde la colmena cuando están buscando néctar y polen.
“Si sacas una abeja de la colmena y la colocas a 10 kilómetros de distancia, tienen la capacidad de volar de regreso a sus hogares, por lo que pueden transportase distancias muy, muy largas”, comentó a Newsweek Margarita López-Uribe, profesora asociada de entomología en la Universidad Estatal de Pensilvania (Estados Unidos) y autora del artículo en HardwareX.
Hasta ahora, los científicos obtenían información sobre dónde buscaban alimento las abejas observando su “comportamiento de meneo”. Se trata de una especie de danza que realiza una abeja y que proporciona a las demás información sobre dónde se encuentran las fuentes de alimento. Al descifrar el movimiento de meneo, los investigadores pudieron obtener buenas estimaciones de la distancia que recorren estos insectos.
La investigación describe un método digital, desarrollado por entomólogos que trabajan en colaboración con ingenieros, que no implica largas observaciones directas ni la decodificación del movimiento del pájaro por parte de un equipo de expertos.
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Para ello, el equipo de biólogos usó AprilTags, un código QR más pequeño que una uña humana que se puede pegar a la abeja obrera sin causarle daño. Cada dos semanas, durante la primavera y el verano, los científicos etiquetaron a 600 abejas jóvenes que acababan de salir de sus celdas en seis colonias. En total marcaron más de 32,000 abejas en seis colmenares.
“Tener estos dispositivos automatizados donde puedes etiquetar cientos de abejas a la vez y hacer observaciones continuas de las abejas, sin parar durante semanas, realmente te permitirá hacer observaciones de una manera que los humanos no podrían hacer”, dijo López-Uribe.
Las cámaras de cada colmena, que funcionaban las 24 horas del día, los siete días de la semana, estaban conectadas a una microcomputadora y los investigadores cargaban los datos en sus dispositivos portátiles durante las visitas semanales.
La tecnología podría aplicarse a otros insectos, dijeron los investigadores, o para determinar cuál podría ser un buen lugar para construir una colmena de abejas.
“Si tenemos áreas con mucha contaminación, es posible que no queramos tener abejas cerca. Creo que comprender esta capacidad potencial para estimar las distancias de alimentación podría tener un gran impacto”.
Y agregó: “Uno de los aspectos más interesantes de la investigación es que fue posible gracias a la colaboración entre ingenieros y entomólogos. Aportaron todo su conocimiento técnico y su enfoque científico orientado a la resolución de problemas. Realmente nos ayudaron a abordar cuestiones biológicas de una manera muy diferente”. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)