Las autoridades de Brasil planean hundir un antiguo portaaviones francés que estaba fuera de servicio y deambuló durante meses en el Atlántico. La decisión es criticada por organizaciones ambientales que afirman que la embarcación está llena de materiales tóxicos.
Se trata de una vieja embarcación de 266 metros de eslora, descrita como “un paquete tóxico de 30,000 toneladas” por la organización francesa Robin des Bois. El portaaviones está lleno de amianto, pinturas y otros desechos tóxicos, según varias ONG.
“HUNDIMIENTO ESPONTÁNEO”
La Marina y el Ministerio de Defensa de Brasil anunciaron la noche del miércoles 1 de febrero que no había otra opción debido a su mal estado. Explicaron que no encontraron un puerto que lo recibiera. De lo contrario, “un hundimiento espontáneo” del casco era inevitable, señalaron.
“Ante el riesgo que implica el remolque y en virtud del deterioro de las condiciones de flotabilidad el único proceder posible es abandonar el casco mediante un hundimiento planeado y controlado”, explicaron en un comunicado.
Una zona ubicada a unos 350 km de las costas brasileñas, de 5,000 metros de profundidad, fue considerada “la más segura” para la operación.
EL PORTAAVIONES REPRESENTA UN ALTO RIESGO
Hace dos semanas, la Armada brasileña había anunciado que estaba amarrando el antiguo navío en el Atlántico. Y había aclarado que, dado su estado de degradación y “el alto riesgo” que representa para el medioambiente, no autorizaría su regreso a un puerto ni a aguas territoriales de Brasil.
Varias ONG habían entonces expresado su temor de que Brasil cometiera “un gran crimen ambiental en el mar”. El director de Basel Action Network (BAN), Jim Puckett, acusó a la Marina brasileña de “negligencia grave”.
“Si botan esa embarcación tóxica en el océano Atlántico, violarán sin ninguna buena razón tres tratados internacionales sobre medioambiente”, afirmó en un comunicado.
SIN POSIBILIDAD DE EVITAR HUNDIMIENTO
El portaaviones, en manos de Brasil desde 2000, fue llevado hasta el punto en el que será hundido por un remolcador neerlandés, contratado por el astillero turco Sok Denizcilik.
El astillero lo había comprado en 2021 para desguazarlo pero amenazaba con abandonarlo si no encontraba un puerto que lo acogiera.
En junio de 2022, obtuvo la autorización de las autoridades brasileñas para transportarlo a Turquía para su desguace. Pero, cuando estaba a la altura del estrecho de Gibraltar, a finales de agosto, las autoridades ambientales turcas comunicaron que ya no era bienvenido.
La Fiscalía brasileña había intentado impedir judicialmente que la Armada hundiera la embarcación, pero su pedido fue negado este miércoles 1 de febrero por un tribunal del estado de Pernambuco. N