La izquierda y Luiz Inácio Lula da Silva regresan este domingo 1 de enero al poder en Brasil, ello tras un escándalo de corrupción que lo llevó a la cárcel y casi a la tumba política. El logro de un tercer mandato conmovió a este autodefinido “joven” de 77 años, que no pudo contener el llanto durante la certificación de su elección en diciembre, luego de imponerse por poco (50.9 por ciento a 49.1 por ciento) al mandatario saliente de ultraderecha Jair Bolsonaro.
Cumplida la pena de prisión y anuladas sus condenas que muchos interpretaron como su fin, Lula, icono de la izquierda brasileña y latinoamericana, vuelve a la primera línea de la política. De 2003 a 2010 gobernó la mayor potencia de América Latina, dejando el cargo con una aprobación nunca vista, de 87 por ciento.
El exlíder sindicalista fue elogiado por administrar una bonanza de materias primas que permitió sacar a 30 millones de brasileños de la pobreza. Pero luego la suerte cambió para el otrora niño lustrabotas. Condenado por corrupción en el “Lava Jato”, el mayor escándalo político en la historia del país, estuvo preso 580 días, de abril de 2018 a noviembre de 2019.
“VÍCTIMA” DE UNA VENGANZA POLÍTICA
La máxima figura del Partido de los Trabajadores (PT) sostiene que fue víctima de una venganza política que permitió el triunfo de Bolsonaro en las elecciones de 2018, cuando él era gran favorito. Pero las nubes de su vida política empezaron a disiparse en marzo de 2021. La corte suprema anuló sus condenas y le restituyó sus derechos políticos.
La decisión del alto tribunal, sin embargo, no declaró a Lula inocente en las investigaciones sobre sobornos pagados a políticos para obtener contratos en la estatal petrolera Petrobras. Pero 12 años después de salir del poder, este orador de voz rasposa que sufrió un cáncer de laringe llevó adelante su sexta campaña presidencial, la tercera exitosa.
“BRASIL ESTÁ DE VUELTA”
Al mundo anuncia que “Brasil está de vuelta” a la escena internacional, especialmente con sus compromisos medioambientales, mientras a sus ciudadanos promete unirlos, tras un crispado mandato de Bolsonaro que polarizó a la sociedad.
Lula, con la barba más famosa de la política brasileña, es muy popular en las regiones más pobres del noreste, donde persiste la memoria de sus programas de ayuda. Pero es odiado por una parte de los brasileños, para quienes representa sobre todo el estigma de la corrupción.
Luiz Inácio Lula da Silva nació el 27 de octubre de 1945, séptimo hijo de un matrimonio de campesinos analfabetos en el nordeste de Brasil. Su padre los abandonó antes de que la familia emigrara a la industrializada metrópoli de Sao Paulo.
LULA DA SILVA CON LA ENERGÍA DE UN HOMBRE DE 30″
Tornero desde los 14 años, oficio que lo dejó sin un meñique al manipular una máquina, comandó al final de la década de 1970, al frente del sindicato de los metalúrgicos, una histórica huelga que desafió a la dictadura militar (1964-1985). En las décadas siguientes monopolizó el liderazgo de la izquierda brasileña.
Disputó las presidenciales de 1989, las primeras tras la restauración democrática, y por poco gana. Intentó de nuevo en 1994 y 1998, sin éxito. El triunfo llegó en 2002 y fue reelecto en 2006. En 2017, quedó viudo por segunda vez al morir su esposa Marisa Leticia Rocco, primera dama durante sus dos gobiernos.
Padre de cinco hijos, se volvió a casar en mayo con Rosangela da Silva, “Janja”, una socióloga y activista del PT, 21 años más joven que él. Desde entonces repite que tiene “la energía de un hombre de 30 y las ganas de uno de 20”. N