Desde que se inició la invasión rusa, a fines de febrero de 2022, la destrucción de áreas civiles ha sido el distintivo de la guerra en Ucrania. Millones de personas han tenido que abandonar el país para escapar de la matanza indiscriminada. Y ahora es evidente que muchos refugiados nunca podrán regresar a casa.
Naciones Unidas calcula que, hasta el momento, hay alrededor de 12 millones de ucranianos desplazados. De ellos, 7.1 millones permanecen en el territorio nacional, mientras que casi 5.1 millones buscan ser refugiados en los países vecinos.
Dado el fracaso espectacular del “operativo especial” con que Moscú esperaba alcanzar la victoria en cuestión de días, los dos bandos anticipan un conflicto muy prolongado. Los bombardeos rusos han devastado muchas zonas residenciales. Ciudades como Mariúpol, en el sureste, se han vuelto inhabitables. Y lo mismo puede decirse de los suburbios del norte de Kiev. Es indiscutible que muchas otras regiones quedarán arrasadas antes de que termine la contienda.
MILES DE VIVIENDAS DAÑADAS
A decir de Karolina Billing, representante en Ucrania del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, hay informes de viviendas dañadas en casi 75 por ciento de las áreas más afectadas de Donetsk, Lugansk, Járkov y Zaporiyia.
“El porcentaje es muy pero muy elevado”, enfatiza Billing desde Kiev. “De solo ver el grado de destrucción, queda claro que este será uno de los impedimentos principales para que los ucranianos regresen a su país”, agrega para Newsweek.
Ucrania y sus patrocinadores internacionales ya venían enfrentando dificultades para apoyar a los desplazados de los ocho años de combate en el Dombás. “La escala de aquel conflicto fue mucho menor que la actual”, advierte Billing. “Así que [Ucrania] necesitará la misma ayuda durante muchos años; incluso décadas”.
Aun cuando se niega a especular sobre las cifras a largo plazo, la funcionaria señala que, de la población que huyó del conflicto en el este entre 2014 y 2015, la mayoría “ha renunciado a regresar a Ucrania”.
Y concluye con la siguiente admonición: “Dado el aspecto que tienen muchos lugares del oriente del país, es muy difícil predecir el futuro para la región”.
EL DESAFÍO PARA POLONIA CON LOS REFUGIADOS
El vecino occidental de Ucrania ha recibido más refugiados que cualquier otra nación. Desde el pasado 24 de febrero, cerca de 2.8 millones de ucranianos han cruzado la frontera hacia Polonia, donde los funcionarios de las ciudades más importantes están preparándose para albergar a los recién llegados durante mucho tiempo.
En una declaración para Newsweek, un portavoz del gobierno de Cracovia calcula que podría haber más de 150,000 ucranianos en esa ciudad del sur de Polonia, muy próxima a las fronteras con la República Checa, Eslovaquia y Ucrania.
Antes de la guerra, la población de Cracovia ascendía a unas 766,000 personas. Y de ese total, una proporción muy significativa tenía nexos con Ucrania, ubicada a unos 220 kilómetros de distancia.
“La mayoría vino a reunirse con familiares y amigos que ya vivían o trabajaban aquí”, explica el portavoz. “Cracovia tiene preparadas instalaciones de acogida para quienes no cuentan con ese tipo de apoyo”.
Aunque las autoridades cracovianas desconocen cuántos refugiados permanecerán en su ciudad a largo plazo, el funcionario aventuró que bien podría ser “la mayoría”. La razón es que muchos de los recién llegados tienden a establecerse en las ciudades más grandes, ya que les resultan más familiares y brindan mejores oportunidades de empleo.
“INTEGRARSE A LA SOCIEDAD POLACA”
Más cerca de la frontera polaca, a menos de 25 kilómetros o media hora en auto, se encuentra la ciudad suroriental de Przemysl, hoy convertida en punto de tránsito para quienes huyen de la ofensiva rusa. No obstante, como se trata de una localidad relativamente pequeña (60,000 habitantes antes de la guerra), son pocos los ucranianos que permanecen allí.
En entrevista con Newsweek, el alcalde Wojciech Bakun explica: “Alrededor de 800,000 refugiados han pasado por nuestra ciudad. Przemysl ha sido destino de tránsito desde que empezó la guerra. Los desplazados permanecen unos cuantos días para luego continuar hacia otras partes de Polonia y la Unión Europea. Sin embargo, calculamos que unas 2,000 o 2,500 personas pretenden establecerse aquí”.
Bakun asegura que, en el futuro previsible, la entidad tendrá capacidad para dar cabida a esos nuevos residentes, puesto que el gobierno polaco, la UE y diversas ONG están proporcionando la ayuda necesaria para apoyar a los refugiados. “El desafío principal es preparar a los ciudadanos ucranianos para integrarse a la sociedad polaca”.
El tema de la integración también es crucial para las autoridades de Lublin, ciudad suroriental localizada a 80 kilómetros de la frontera ucraniana y hogar de unas 340,000 personas. En su comentario para Newsweek, el alcalde Krzysztof Zuk informa que alrededor de 30,000 refugiados se han asentado en la entidad.
ASIMILAR LA VIDA DE MANERA NATURAL
“Tenemos que emprender acciones para que los ucranianos puedan asimilar la vida en Lublin de una manera natural y ágil”, explica Zuk. “Queremos que se sientan miembros importantes de nuestra comunidad, que formen parte de la sociedad de Lublin. Eso sí, siempre respetaremos la cultura y la diversidad de quienes han hallado refugio aquí”.
Zuk considera que los desplazados que aún se encuentran en la ciudad terminarán por establecerse allí. “Unos vinieron decididos a quedarse. Otros no tenían adónde ir, así que se establecieron aquí porque se sienten seguros. Y otros más quieren vivir cerca de la frontera para regresar a casa en cuanto mejore la situación”.
“Por supuesto —prosigue el alcalde—, hay algunos que se niegan a continuar el éxodo porque desean permanecer cerca de sus maridos, padres e hijos, aunque sea simbólicamente. Después de todo, los varones se quedaron al otro lado de la frontera para combatir por la independencia de Ucrania.
“No podemos perder de vista que, aun si la guerra termina pronto, muchos refugiados no tendrán adónde regresar. Los rusos están destruyendo sus casas, arrasando sus ciudades. Debemos pensar en los refugiados en términos de ayuda a largo plazo. Así de simple”, sentencia Zuk.
MÁS ALLÁ DE LA GUERRA
El alcalde tiene razón porque, al finalizar la contienda, la cifra de desplazados podría ser mucho más alta. El gobierno ucraniano pidió que los hombres de entre 18 y 60 años permanecieran en el país, pues podrían ser necesarios para combatir a los rusos.
Por su parte, miles de hombres y mujeres que vivían en el extranjero respondieron al llamado y regresaron a Ucrania, abandonando empleos, estudios y las vidas creadas en otros países.
“Los hombres que combaten en el frente se reunirán con las mujeres establecidas en Lublin”, presagia Zuk. “Creemos que, al concluir la guerra, la cifra de ucranianos asentados aquí aumentará entre 10,000 y 20,000 personas. De modo que, a la larga, estaremos hablando de unos 40,000 o 50,000 residentes nuevos.
“Suponemos que, a resultas del caos y la destrucción de la guerra, muchos de ellos no podrán regresar a sus hogares en mucho tiempo”, añade el alcalde. “Y dependiendo de la duración del conflicto, algunos podrían optar por integrarse a la vida de nuestra ciudad. También cabe esperar que factores como empleo y escolaridad compliquen mucho la decisión de regresar a una patria devastada”.
En una encuesta realizada en marzo, el Centro Ucraniano Razumkov halló que, si bien 10 por ciento de los refugiados tenía proyectado permanecer en el extranjero, hasta 79 por ciento pretendía regresar a su patria al concluir la guerra.
Sin embargo, muchos de los que decidan volver encontrarán un yermo. Aunque es imposible hacer un inventario preciso de los daños causados en las zonas residenciales, la escala de la devastación podría ser la más extrema que Europa haya visto desde la Segunda Guerra Mundial.
“NUNCA PUDE PONERME LA PIJAMA”
Una de las personas que ha sufrido un doble desplazamiento interno (DDI) es Valeriya Fadeeva. Oriunda de Donetsk, oriente de Ucrania, la joven emigró a Polonia para proseguir sus estudios, mas luego no pudo regresar a casa debido a que los separatistas rusófilos habían tomado la ciudad y las áreas circundantes.
Decidió entonces trasladarse a Kiev, pero la invasión rusa la obligó a emigrar nuevamente; esta vez, al oeste de Ucrania. Fue de los primeros habitantes que abandonaron la ciudad durante las semanas iniciales del conflicto, mientras las fuerzas rusas bombardeaban y avanzaban hacia la capital de Ucrania. Fadeeva recuerda que los trenes iban tan abarrotados que tuvo que permanecer de pie durante las 11 horas del viaje hasta Lviv (Leópolis), localidad próxima a la frontera con Polonia.
“En Kiev debía dormir vestida, con mi bolso y mi computadora portátil a mano, porque en cuanto escuchaba las sirenas tenía que correr a un refugio”, informa a Newsweek. “Nunca pude ponerme la pijama”.
Hoy es voluntaria de la fundación I Am Not Alone, organización que brinda apoyo al creciente número de refugiados internos de toda Ucrania. Solo en Lviv hay unos 200,000 desplazados que se han registrado para recibir asistencia gubernamental, pero la cifra real podría ser mucho más elevada.
“Todos anhelan recibir buenas noticias”, dice Fadeeva acerca de los compatriotas forzados a huir. “Pero la única buena noticia será que la guerra terminó”.
Para muchos, la realidad es muy lóbrega. “Los habitantes de Dnipró o Poltava saben que sus viviendas se encuentran a salvo, de modo que tienen la esperanza de volver a casa”, comenta Fadeeva. “En cambio, los residentes de Mariúpol se verán obligados a vivir en otra parte. No sé a dónde irán”.
¿CONSTRUIR CIUDADES NUEVAS?
Serhiy Kiral, vicealcalde de Lviv, dice a Newsweek que la expectativa es que hasta 50,000 personas se establezcan en su ciudad cuando termine la guerra. “Tenemos un proyecto de vivienda para doble desplazamiento interno que esperamos financiar con ayuda del gobierno y numerosos donantes”, aclara Kiral.
Alojar a tantos desplazados requerirá de la colaboración entre el gobierno ucraniano, las ONG, las empresas privadas y varias organizaciones internacionales de ayuda. A fines de marzo, el presidente Volodímir Zelenski anunció que los gobiernos locales tenían órdenes de levantar viviendas temporales, preludio de la “reconstrucción a gran escala” que Ucrania habrá de emprender después del conflicto.
Mas lo ocurrido en el Dombás demuestra que no será tarea fácil. “Tendremos que ofrecer una amplia gama de opciones para que los habitantes esperen hasta que sea seguro regresar o hasta que termine la reconstrucción de sus viviendas”, explica Billing. “No hay una solución única para todos, y son muchos los refufiados que necesitan un hogar”.
En Lviv, Fadeeva y sus colegas de la fundación buscan aldeas y otras localidades abandonadas en las últimas décadas, cuando sus pobladores emigraron a la Unión Europea en busca de trabajo. El motivo es que I Am Not Alone está desarrollando una base de datos que permita albergar personas y negocios en dichos asentamientos.
“Lo primero que necesitan es un lugar seguro. Pero después tendrán que ganar dinero para alimentar a sus familias”, explica Fadeeva. “Nuestro objetivo es garantizar las condiciones básicas, así como un sistema sostenible a futuro”.
La fundación incluso pretende reclamar algunos escombros de la guerra para utilizarlos en la reconstrucción. “Nos gustaría usar esos materiales para construir ciudades nuevas, infraestructura nueva”, explica Fadeeva.
AÑORANZA
No obstante el resultado de la guerra, los ucranianos encaran muchos años de penalidades. Las proyecciones para este año apuntan a que la economía de Ucrania se contraerá en casi la mitad. Y si Rusia se apropia de las tierras costeras del sur, la capacidad de exportación e importación de Ucrania se verá gravemente afectada.
Con la ruina de empresas e industrias, los lazos de los refugiados con su tierra natal terminarán por debilitarse. “Tengo la esperanza de volver a casa”, confiesa Fadeeva. “Pero entiendo que la economía de Ucrania ya no es la de antes de la guerra”.
A pesar de ello, la joven asegura que muchos desplazados no pierden la esperanza, sobre todo los que pertenecen a las generaciones anteriores.
“Incluso ahora, mucha gente se niega a aceptar la realidad”, asegura. “Se mantienen informados porque esperan recibir buenas noticias. Yo no leo los diarios. Soy joven y vivo en el futuro. Mis padres perdieron sus casas y negocios en dos ocasiones. Ya no son jóvenes, no quieren seguir luchando”.
Aun así, la añoranza persiste. “Sé de muchos que quisieran regresar. Que invirtieron dinero, vidas y alma en sus negocios y hogares”, concluye Fadeeva. N
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David Brennan es corresponsal diplomático de Newsweek y escribe sobre política mundial y temas de actualidad. Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek.