EL “SÍNDROME de La Habana”, que presuntamente afectó a diplomáticos estadounidenses en Cuba y en otros países, no es “científicamente aceptable”, estimó este lunes un grupo de expertos cubanos, que señaló que “después de cuatro años” no existe “ninguna evidencia de atentado.
En 2016 un grupo de diplomáticos estadounidenses y sus familias en Cuba se quejaron de hemorragias nasales, migrañas y náuseas después de experimentar sonidos penetrantes por la noche, estos síntomas ahora se conocen como “síndrome de La Habana”.
Las reacciones de salud hicieron que Estados Unidos retirara a la mayoría de su personal del país y emitiera alertas de viaje a sus ciudadanos, desde entonces, se han registrado quejas similares de funcionarios estadounidenses en China, Rusia y dentro de Estados Unidos.
En julio, la revista The New Yorker informó que desde que el presidente Joe Biden asumió el cargo, alrededor de dos docenas de oficiales de inteligencia estadounidenses, diplomáticos y otros funcionarios del gobierno en Austria han informado sobre síntomas similares al “síndrome de La Habana”.
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Hasta este momento el síndrome no tiene explicación, sin embargo, los científicos estadounidenses apuntan a que podría ser causado por “radiación de microondas dirigida”.
Los investigadores de la Academia de Ciencias de Cuba (ACC), emitieron un informe que indica: “Concluimos que la narrativa del ‘síndrome misterioso’ no es científicamente aceptable en ninguno de sus componentes y que solo ha sobrevivido debido a un uso sesgado de la ciencia”.
Una narrativa que llamamos “síndrome misterioso” asume que la causa de estos incidente son ataques con algún arma de energía no identificada.
“Esta narrativa se basa en las siguientes afirmaciones -no verificadas-: un síndrome novedoso con síntomas y signos centrales compartidos está presente en los empleados afectados; es posible detectar en estos empleados daños cerebrales originados durante su estancia en La Habana; existe una fuente de energía dirigida que podría afectar a los cerebros de las personas desde grandes distancias tras traspasar las barreras físicas de los hogares o las habitaciones de hotel; es realizable y está identificada un arma capaz de generar dicho agente físico; se descubrieron pruebas de que se produjo un ataque; las pruebas disponibles descartan explicaciones médicas alternativas”.
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Los científicos cubanos señalaron que aunque carecen de información crítica, pueden ofrecer interpretaciones plausibles que se ajustan a los hechos disponibles mejor que el relato del “síndrome del misterio”.
“Posiblemente algunos empleados estadounidenses mientras estaban ubicados en La Habana se sintieron enfermos debido a una colección heterogénea de condiciones médicas, algunas preexistentes antes de ir a Cuba y otras adquiridas debido a causas sencillas o bien conocidas. Muchas enfermedades prevalentes en la población general pueden explicar la mayoría de los síntomas. Por lo tanto, no existe un síndrome novedoso (algo evidente en los informes oficiales de Estados Unidos)”, indicaron.
Indicaron que solo una minoría de personas presenta una disfunción cerebral detectable, la mayoría debido a experiencias anteriores a su estancia en La Habana y otras debido a condiciones médicas bien conocidas.
La ACC se dijo dispuesta a revisar sus conclusiones si surgen nuevas evidencias. Sin embargo, rechaza firmemente como “verdad establecida” una narrativa construida sobre bases endebles y una práctica científica defectuosa. Un ejemplo es la idea de que se produjo un “atentado, que se acepta sin pensamiento crítico”.
También señaló que es hora de replantearse la narrativa. La ACC, además, reiteró su disposición a colaborar con cualquier otra contraparte estadounidense o internacional, con el objetivo de comprender mejor los incidentes de salud que afectaron a los diplomáticos estadounidenses y sus familias en La Habana (o en cualquier otro lugar). N