CUANDO un consumidor acude a una tienda y toma una bebida fría, está lejos de saber que el hule espuma que utiliza el refrigerador que acaba de abrir tardará 100 años en degradarse. Menos imagina que se debe evitar que el aceite que utiliza el motor de enfriamiento se derrame por la contaminación que provoca en el subsuelo.
Realizar una correcta disposición final de estos materiales —cuando el refrigerador se descompone o cuando concluye su tiempo de vida útil— se conoce como “economía circular”, pues involucra a las empresas en el proceso de recuperación, reutilización y reciclaje de piezas que de otra manera terminarán en tiraderos al aire libre.
Jorge Hernández Revuelta, responsable comercial de Repare, la división de servicios de mantenimiento y venta de refacciones de la multinacional Femsa, explica que el reciclaje y la reutilización de componentes es fundamental para impulsar la economía circular, por eso llevan a cabo esta iniciativa en alianza con la empresa de refrigeradores Imbera.
“Teníamos diferentes servicios, pero no cerrábamos la pinza respecto a lo que pasaba cuando llegábamos al final de la vida útil de los refrigeradores”, cuenta Hernández Revuelta, en entrevista con Newsweek México.
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De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la economía circular podría reducir hasta 99 por ciento los desechos de algunos sectores industriales y 99 por ciento de sus emisiones de gases de efecto invernadero, lo que coadyuvaría a la protección del medioambiente y a combatir el cambio climático.
Dado que los refrigeradores utilizan piezas de acero, cobre, vidrio, aluminio y plástico, todos sus componentes se pueden reutilizar. Por ello, Repare también ha hecho sinergia con otras industrias para reaprovechar la recuperación de estos materiales, como ocurre con el sector ferroviario que usa el aceite que alguna vez se usó en el mecanismo de refrigeración y lo transforma en grasa.
Los equipos de refrigeración que se utilizan en las tiendas pueden estar hasta 15 años en el punto de venta, pero si no llegan a ese tiempo de vida, entonces se aspira a que sus piezas se puedan recuperar para reparar otros equipos o incluso que ciertas partes como las puertas, las parrillas y las bisagras se puedan usar en productos nuevos, lo que permitiría darle a esos componentes una “doble vida”, explica el responsable comercial de Repare.
“Hemos aprendido a rediseñar equipos”, explica Hernánez Revuelta, pues cada vez se hace más necesario que se incluyan materiales que puedan ser reciclados o reutilizados.
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Desde su inauguración, en 2019, Repare ha canalizado 25,000 refrigeradores para que sus componentes sean reutilizados, lo que equivale a 3,500 toneladas de material que se han enviado a una “disposición final amigable con el medioambiente”, evitando que terminen en tiraderos a cielo abierto.
Hernández Revuelta advierte que su planta de recuperación, ubicada en San Juan del Río, Querétaro, es uno de los centros más modernos en su tipo en América Latina con 3,000 metros cuadrados de superficie y una capacidad anual de disposición de 70,000 equipos al año, lo que genera más de 100 empleos directos e indirectos. N