LA DISEÑADORA Lourdes Olivares recuerda el momento preciso en que conoció a Vicente Rojo. En la Galería Azul, en Guadalajara, cuando el artista plástico llevó a esa ciudad la exposición “México bajo la lluvia”, en 1986. Ella era una joven recién egresada de la carrera que trabajaba como asistente de Mauro Kunst en la revista Magenta.
“(Vicente Rojo) era un hombre tímido, pero te podías acercar a él y te daba su opinión. Te apoyaba y te daba consejos”, platica Olivares, quien en aquella exposición lo abordó para mostrarle la última edición de su revista. “Yo vivía entre dos fuegos. Primero con la eminencia que era Kunst, que revisaba mis originales con lupa, y con las opiniones de Rojo”, comenta.
El diseño editorial en aquellos años se hacía con tijeras y escuadras. Se elegían las familias tipográficas para montar los textos. Las imprentas que se utilizaban en ese tiempo podrían parecer historia de museo. Los diseñadores de esa época transitaron de las técnicas analógicas a las herramientas digitales que hoy usan las nuevas generaciones.
Lee: Fallece Vicente Rojo, máximo representante del abstraccionismo mexicano en el mundo
Vicente Rojo inició su carrera de diseñador como asistente al suplemento México en la Cultura, del periódico Novedades, al arrancar la década de 1950. De ahí siguieron otros tantos muchos proyectos editoriales, como la Revista de la Universidad y el suplemento La Cultura en México en la revista ¡Siempre! Creó diseños en revistas, carteles, libros.
Rojo era la “R” de Editorial ERA, como recuerda el escritor Adolfo Castañón en su texto “De la geometría en la ciudad”, publicado luego de la muerte, el pasado 17 de marzo, de quien describe en esas líneas como “el artista, pintor y escultor, el geómetra y contemplador silencioso, tácito, el monje laico, el músico de las formas”.
En el documental “Vicente Rojo. Una Trayectoria. Una Colección”, que la Secretaría de Hacienda publicó dos días antes de que muriera Rojo —a propósito de que ese día festejaba su cumpleaños número 89—, el artista se refería al diseño gráfico como aquello que siempre le había permitido tener “los pies en la tierra” y le había dado la base para llegar a la pintura y a la escultura.
“El diseño gráfico es un arte que hay que estar comprobando todo el tiempo. Tiene inmediatez que hay que resolver, mientras que la pintura, la escultura y el grabado siempre me han permitido un vuelo con imaginación abierta. No tienen que cumplir con una función como tiene que hacer el diseño”, explicaba en aquella que fuera una de sus últimas entrevistas.
“El diseño tiene que ser comprobable para el que lo encargó. El editor, el director de una película, de una obra de teatro, de un concierto de música. Tiene que ser muy valioso”, decía quien también fue miembro del Colegio Nacional desde 1994.
En los años 1960, cuando la carrera de diseñador gráfico todavía no aparecía en las universidades, Vicente Rojo ya experimentaba con viñetas, marcos, plecas y grabados en metal, utilizaba el alto contraste en la película fotográfica antes de que ese proceso estuviera disponible comercialmente y hacía “barridos” de color poco comunes para la época. Esto lo escribía, hace 20 años, Luis Almeida en el texto “Del Grupo Madero al Salón Rojo”, donde cuenta cómo Rojo, quien entonces era director artístico de aquella emblemática imprenta, contribuyó con la formación completa —como diseñadores gráficos profesionales— de un grupo de jóvenes que después formarían el colectivo Salón Rojo.
“Como artista y diseñador, Vicente tenía una opinión que valorábamos muchísimo. Tenía una extensión en su talento hacia el diseño gráfico, en el diseño editorial, en la producción de portadas”, cuenta Lourdes Olivares.
Las referencias de Olivares son las de los grandes maestros que marcaron el diseño gráfico y editorial mexicano. Recuerda que cuando decidió radicar en la Ciudad de México se reencontró con Rojo durante una exposición. La reacción del pintor fue casi paternal. La presentó con el artista de cartel Germán Montalvo para que ella trabajara en su oficina de diseño.
Olivares ha colaborado con diseñadores de gran prestigio como Peggy Espinosa, Rafael López Castro, Luis Almeida, Carlos Palleiro. Además, fue pareja de René Azcuy, quien también era parte del Salón Rojo.
Actualmente forma parte del equipo de diseño gráfico y mercadotecnia corporativa de Telcel. Platica con Newsweek México sobre la influencia y el legado de Vicente Rojo para el diseño mexicano.
—¿Cómo influyó Vicente Rojo en tu trabajo como diseñadora?
—Con su orden y su gusto por la tipografía. Su gusto por conocer los nombres de las familias tipográficas. Tan sencillo como eso, porque hay tal variedad. Hoy en la computadora ya solo pones “arial”. Antes había que seleccionar el tamaño de letra y el orden. Me tocó trabajar en papel, así que había que trabajar con las galeras (textos en rollos).
“Sí hay una influencia (de Rojo) en el orden y en el conocimiento de las tipografías. Diseñar la página con orden, con un organigrama, con un sentido para que no pases rápidamente la hoja y te detengas porque tienes un texto interesante o porque tienes una fotografía que es adecuada al pie de foto. Son temas editoriales de los que Rojo tenía un gran ojo para darte, a la primera, su opinión sobre el color, sobre la tipografía y la diagramación”.
—¿Cómo vivían generaciones como la de Vicente Rojo la transición digital del diseño?
—La imprenta Madero fue evolucionando y las chicas que hacían la captura de la tipografía entraron en todos los cursos de cómputo. Ellas formaban. Él (Vicente Rojo) estaba feliz. Asimilando la transición de la escuadra al mouse.
—¿Cómo era trabajar con él en Imprenta Madero?
—Él como diseñador era muy ordenado y meticuloso con sus colecciones y sus cuadros. Geométrico y ordenado. Ese es el legado que nos ha dejado. El orden te lleva a diseñar más rápido y a encontrar tus ideas.
—¿Fue un autor tan prolífico que aún hay mucho por hablar de Vicente Rojo?
—Así es. Estando en pintura se volvió escultor. El espacio escultórico, en Ejército Nacional, con el puente de colores es hermosísimo. En sus inicios hizo dibujo, se desarrolló en diseño gráfico, hizo diseño editorial, y cuando entró al arte tuvo exposiciones importantes y muchos reconocimientos.