Enmarcado en el concepto de seguridad nacional, cuya finalidad es crear un entorno donde vivir mejor, el Tren Maya está encaminado a cambiar el destino del sureste mexicano.
La seguridad nacional no es un asunto solamente de soldados y armas, es un trabajo de organización que va de la mano con el desarrollo local, regional y nacional, dice el general Armando Gómez Mendoza, director del Colegio de Defensa Nacional de México.
Durante una conferencia magistral en la Fundación Echazarreta, con sede en Mérida, Yucatán, el militar de alto rango, maestro en administración militar para la Seguridad y Defensa Nacional, aseguró que el tema de la seguridad nacional es muy importante, pero ha sido mal conceptuada porque, al referirse a este término, siempre llega a la mente un tema de policías y ello es incorrecto.
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La finalidad de la seguridad nacional, explicó, es crear un entorno donde vivir mejor con la participación de todos y que involucra, desde luego, tener desarrollo económico y un entorno legal, político, tecnológico, sociocultural y del medioambiente, así como seguridad física. Añadió que la gente tiene deseos y las aspiraciones se convierten en intereses nacionales que se transforman a su vez en objetivos como los generales que están en la Constitución, y los coyunturales como los que integran el Plan Nacional del Desarrollo.
Y hay que defender los objetivos nacionales que genera el entorno, detalló el director del Colegio de Defensa Nacional, y la seguridad nacional protege de cualquier riesgo que impida el que se cumplan esos objetivos nacionales. El general, actual doctorante en Administración de Negocios, añadió que el objetivo fundamental de la seguridad nacional es lograr el estado de bienestar nacional, y como el desarrollo es parte esencial para mejorar el entorno, la seguridad nacional está íntimamente ligada a este concepto.
SIN SEGURIDAD NO HAY DESARROLLO
En el marco de esta conferencia, Rafael Echazarreta Torres, presidente de la fundación que lleva el apellido de su familia desde hace más de 25 años, estableció que el proyecto del Tren Maya y los otros planes prioritarios que se están desarrollando en el sureste nacional permitirán que México pase de ser un país con una gran extensión a ser una nación continental con una visión bioceánica conectada que colocará, además, a Yucatán y la región en un punto de referencia geopolítica y geoestratégica en el nuevo mapa mexicano.
“Los empresarios creemos que se debe de adjuntar un punto extra más allá del desarrollo económico y nacional, también implica el desarrollo colectivo y de la ciudadanía implícito en estos dos.
“Hemos aprendido, en el Colegio de la Defensa Nacional, que si no hay desarrollo no hay seguridad. Es una simbiosis, y en ello debemos tener muy claro que los grandes retos y oportunidades con estos proyectos prioritarios debemos capitalizarlos para quienes menos tienen”, afirmó el empresario, quien estudia la maestría en Seguridad Nacional en el Colegio de la Defensa Nacional.
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Explicó que los programas asistenciales se han convertido en políticas de gobierno plasmadas en la ley, por lo que hay que aprovechar las coyunturas que se dan en este nuevo Plan de Desarrollo Nacional 2019-2024 con los proyectos prioritarios como el Tren Maya.
“Es una gran oportunidad para interconectar y dinamizar la economía que se está dando en nuestra región, tenemos que verlo desde la perspectiva en que enfrentamos grandes adversidades como la falta de desarrollo constante”, mencionó.
Echazarreta puntualizó que detonar el desarrollo del sureste del país, donde se encuentra población mexicana con gran rezago desde hace cuando menos 50 años y donde están los mayores índices de pobreza, es parte de la justicia social que se está haciendo hoy, pero que debió haberse iniciado hace mucho tiempo.
OPORTUNIDADES
Para el presidente de la Fundación Echazarreta, que prepara su tesis de maestría sustentando que con el Tren Maya y nuevos polos productivos específicos se puede impulsar el desarrollo nacional, el abandono convirtió al sureste mexicano en la zona de más altos índices de atraso del país, con malas vías de comunicación, insuficiencia energética, incremento en el bono demográfico y pobre ordenamiento territorial de la región, y como consecuencia no hay la suficiente implementación de tecnología ambiental.
“La insuficiencia energética en la Península implica que hay tarifas mucho más caras, se utilizan cerca de 800 gigawats de electricidad, la producción de energía en la planta de Valladolid llega a 120 gigawats, que significa que hay un desfase.
“Al traer la energía de otros lados, el costo del porteo encarece, lo que genera tarifas más elevadas en la Península que en otras partes y limita la producción industrial y consecuente generación de empleos”, detalló.
RESPONSABILIDAD EMPRESARIAL
El empresario dijo que este es un buen momento para que la iniciativa privada empuje los proyectos de desarrollo regional y convierta el reto en una oportunidad de inversión y crecimiento con responsabilidad social en el largo plazo y con una visión modernista.
Rafael Echazarreta añadió que, dentro del recorrido de 1,525 kilómetros de la ruta del Tren Maya, hay comunidades en Chiapas con índice de pobreza de hasta 70 por ciento, y que en Yucatán, Campeche y Tabasco hay municipios que tienen entre 51 y 52 por ciento de pobreza, mientras que en Quintana Roo algunos llegan casi hasta el 40 por ciento.
“Desarrollar polos productivos va a convertir el Tren Maya en autosustentable. Que no sea una obra que al final le termine costando al gobierno una cantidad de presupuesto cada año, sino que sea autosuficiente, que en un lapso corto se llegue al punto de equilibrio y contribuya a sacar de la pobreza a miles de personas que viven en el sureste mexicano”, enfatizó.
CINCO PUNTOS DE VENTAJAS Y OPORTUNIDADES
El rescate del sureste de México, que por sexenios no ha tenido inversiones productivas, está en marcha con el proyecto del Tren Maya, que no se trata solamente de un ferrocarril que traslade pasajeros, turistas y carga en esta parte del país, sino que es la obra más grande que se va a realizar en el México de hoy.
La finalidad es detonar el potencial agroalimentario, científico, tecnológico, energético y artesanal de la región con apoyo a la cultura popular ‒que en este territorio tiene una de las raíces más profundas de los mexicanos‒, así como el aeroespacial por la ubicación estratégica de la Península de Yucatán.
“México es el segundo país productor de frutas y legumbres en el mundo, únicamente comparado con el continente africano, ni siquiera Brasil se acerca a la producción mexicana. ¿Por qué la parte productiva sigue siendo la más pobre? Porque no le damos el valor agregado, seguimos vendiendo lo que cosechamos y no duplicamos el valor que tiene, ahí se inicia la cadena de pobreza que el país ostenta”, aseguró Echazarreta.
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Para el empresario, es momento de apostarle al área de ciencia y tecnología para hacer competitivos a los jóvenes y que se conviertan en emprendedores, no solamente en empleados de las empresas, y trabajar en transferencia de tecnología.
“En el sector energético es posible invertir en energías limpias, siempre y cuando haya contratos decentes a favor del gobierno mexicano. Se están instalando parques eólicos para energía eléctrica, sin embargo, los principales vientos están en Celestún y existe la contrariedad de por qué se instalaron ahí y no en otro lado. ¿Por qué no aprovechamos lo mejor de nuestra Península?”, explicó.
En el desarrollo del arte popular, es tiempo de darle oportunidad a los artesanos para que pasen de ser autoempleados, como actualmente lo son, a empresarios y aspiren a mejorar su calidad de vida tomando lo mejor de la cultura y convirtiéndola en un detonante empresarial que restaure el tejido social.
“Tenemos que tener una visión nacionalista de nuestra ciudad, de nuestro estado y de nuestro país. Como empresarios debemos alzar la voz y participar. Cada vez que invertimos hacemos patria, cada vez que pagamos un sueldo justo hacemos patria y fomentamos el desarrollo económico de nuestra ciudad. Es el momento de los empresarios del sur, no todo ocurre en el norte”, concluyó.