EN FILIPINAS, donde nací, los concursos de belleza son grandes acontecimientos. Sin embargo, nunca estuve en contacto con ellos sino hasta que me mudé a Estados Unidos, cuando tenía diez años. Recuerdo haber visto el concurso de Miss Universo y oír la historia de una concursante filipina. Se había criado en la pobreza y su familia no siempre podía comprar comida. Yo creía que los concursos de belleza convertían a las mujeres en objetos, pero ese concurso en particular me inspiró a mirar más allá de la belleza física y a escuchar las historias personales de las concursantes, así como aquello que defendían.
En 2016 participé en mi primer concurso de belleza, un certamen internacional para personas transgénero llamado Reina del Universo. En ese tiempo yo no sabía mucho sobre los concursos de belleza y quedé muy impresionada con la producción, el vestuario y los atuendos que llevaban esas chicas. Una de las concursantes llevaba un vestuario que debió medir unos 4.5 metros de alto. Yo solo llevaba piezas que había unido, ya que todavía no sabía coser bien, así que, cuando subí al escenario, la parte superior de mi atuendo se caía y tuve que sostenerla con las manos. Fue muy embarazoso, y recuerdo que pensé que quizá los concursos de belleza no eran para mí.
Luego me enteré de que había quedado a unos cuantos puntos de estar entre las diez primeras concursantes. Eso me dio un pequeño impulso, y en los años siguientes comencé a competir más y a mejorar.
Las concursantes transgénero suelen centrarse realmente en el glamur y, en mi experiencia, son un poco más competitivas. Yo lo entiendo, pues formamos parte de una comunidad pequeña que frecuentemente es objeto del odio, por lo que no hay muchas oportunidades. Las concursantes cisgénero me han resultado un poco intimidantes. Estaba muy asustada cuando decidí participar por primera vez en un concurso cisgénero porque sabía que era diferente y, muy probablemente, sería la única persona transgénero en la competencia. Sería un nuevo territorio donde no conocía a nadie, sabía que me iba a comparar con otras mujeres y me cuestionaba si era lo suficiente buena.
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Mi primera experiencia en un concurso de belleza cisgénero fue muy emocionante, pero por desgracia también fue humillante. Siempre he hablado abiertamente sobre quién soy como persona y siempre revelo que soy transgénero. Es una decisión que tomé porque no quiero que nadie me llame mentirosa. Y lo más importante es que esta es la forma en que me acepto a mí misma.
Me inscribí a este concurso en particular durante tres años seguidos antes de recibir una respuesta. Quizá no le prestaron atención a mi cuarta inscripción porque, en su primer correo electrónico, dijeron que habían visto mis redes sociales y descubrieron que soy transgénero. Me dijeron que necesitaban documentos donde se comprobara que soy una mujer. Me pareció muy bien y lo preparé todo, pero tras enviar los documentos judiciales y mis certificados de cambio de nombre y de género, me dijeron que debía proporcionar más pruebas de que era una mujer. Esencialmente, me pedían que fuera con un médico para que me diera una carta que demostrara que soy mujer.
Decidí no permitir que eso me detuviera, y esperaba que el concurso mismo fuera diferente. Pero cuando llegó el momento de asignar compañeras de cuarto, los organizadores me dijeron que yo no compartiría mi cuarto con nadie. Traté de ver esto de manera positiva. Tendría más espacio y no tendrá que preocuparme por nadie más. Pero cuando llegué a mi cuarto me solté a llorar. Sentía como si no me quisieran ahí.
Durante el concurso también oí que varias concursantes decían que no creían que yo debía estar ahí, lo cual me lastimó. Sin embargo, algunas de las chicas se volvieron buenas amigas mías y todavía nos frecuentamos. No obtuve ningún lugar en ese concurso, lo cual me sorprendió porque tenía bastante experiencia y creí que podría asegurarme un lugar fácilmente, al menos entre las semifinalistas.
“NO SOY SOLO UN CUERPO, SOY UNA SOBREVIVIENTE”
Hasta ahora he competido en siete u ocho concursos en total, y este año me inscribí en el Miss Silver State USA, en Nevada, con la intención de competir por mí misma y centrarme en mis inseguridades. Quería superar mis temores al rechazo, evitar adelantarme a los hechos y no tener que cambiar mi esencia para complacer a otras personas.
Al igual que en la mayoría de los concursos, en Miss Silver State USA se realiza una entrevista personal, una pasarela en vestido de noche, otra en traje de baño y una sesión de preguntas y respuestas en el escenario. En mi entrevista personal se me preguntó cuál era mi objetivo como mujer transgénero que compite en un concurso cisgénero. Respondí que, a menudo, las personas piensan que mi experiencia es distinta de la de una mujer cisgénero, y en cierta forma lo es, pero también es muy similar. Como mujer transgénero he experimentado el abuso, la discriminación y la desigualdad debido a mi género.
Generalmente, pensamos que los concursos de belleza son para mujeres delgadas, altas y con dientes hermosos, pero yo no soy solo un cuerpo, también soy una persona que lucha por mantener su salud mental, y soy una sobreviviente; crecí en la pobreza y tuve que abrirme paso por mí misma. Muchas mujeres tienen historias parecidas y creo que necesitamos destacar esto en lugar de centrarnos únicamente en la belleza física.
No esperaba ganar, pero también estaba demasiado ocupada tratando de calmar mis nervios para estar totalmente consciente de lo que ocurría. Así, cuando me nombraron ganadora, realmente quedé sorprendida y no supe cómo reaccionar. Fue algo abrumador, pero realmente estaba feliz.
En ese momento no sabía que yo era la primera mujer transgénero en ganar un concurso de belleza en Nevada, pero es sorprendente. Ahora tengo el pase garantizado para Miss Nevada, que se realizará en junio, y mi objetivo es seguir adelante hasta llegar a Miss Estados Unidos. Creo que es cuestión de tiempo para que podamos ver a una persona transgénero en el escenario de Miss Estados Unidos, y me gustaría formar parte de esa historia.
He visto muchas reacciones a mi éxito. Mis amigos y las personas de la comunidad LGBTQ+ siempre me han apoyado, pero he recibido muchos mensajes donde me dicen que soy un hombre, que no soy una mujer de verdad porque no tengo periodos mensuales y no puedo dar a luz. Me han dicho que soy pecadora y que les he robado algo a las niñas. Las personas tienen su opinión, y cuando alguien dice que soy un hombre no me afecta. Lo he escuchado muchas veces.
Hubo un momento en mi vida en que lloraba hasta quedarme dormida esperando no despertar. No sé qué ocurrió, pero un día simplemente decidí que no escucharía y, en cambio, prestaría atención a aquello que me hace feliz.
Siempre he querido convertirme en la persona que necesitaba ser cuando era más joven, cuando sabía que era diferente, pero no sabía qué o quién era. Era muy femenina, pero no conocía a ninguna persona transgénero, ni siquiera cuando llegué a Estados Unidos y veía programas de televisión donde presentaban a personas trans.
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Tras ganar el concurso de Miss Silver State USA, una de las concursantes me envió un mensaje diciéndome que realmente se sentía feliz por mi triunfo. Me dijo que se había sentido insegura en el certamen porque es una persona que se identifica a ella misma como pansexual. Me alegró mucho haber podido darle alguna luz y energía positiva.
Esto es muy importante porque, aun hoy, hay personas a las que les lastima o les preocupa ser ellas mismas, y yo entiendo sus temores. Por eso necesitamos seguir teniendo diálogos y compartir nuestras historias y nuestro verdadero yo.
Yo solo quiero seguir teniendo conversaciones, compartí mi historia y manifestarme a favor de la conciencia sobre la salud mental, la representación, la inclusividad y la diversidad. N
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Kataluna Enriquez es la ganadora de Miss Silver State USA 2021 y competirá en Miss Nevada en junio de 2021. Puedes seguirla en Instagram en @mskataluna. Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad de la autora. Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek.