EN MÉXICO se tienen registradas cerca de 300 especies exóticas invasoras. Estas pueden ser animales, plantas o plagas que llegan voluntaria o involuntariamente a un hábitat distinto al que tienen de origen, es decir, son especies nativas de determinada región que son transportadas a otro lugar.
Sin embargo, muchas especies no logran adaptarse y no sobreviven, mientras que otras afectan a las habitantes del ecosistema al que llegan hasta provocar su extinción.
De acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), los daños económicos estimados por la introducción de estas especies exóticas invasoras llegan a ser de 60,000 millones de dólares cada año.
Estas cifras fueron presentadas durante las actividades de la semana dedicada a las especies exóticas invasoras en México, en la que instituciones como la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) señalaron algunas de las acciones que han emprendido para la detección, monitoreo y erradicación de estas especies en el país.
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Según la definición de la ficha técnica respecto a las especies exóticas invasoras en México, en el Diario Oficial de la Federación (DOF) se determina estos ejemplares como poblaciones que llegan a establecerse fuera de su área de distribución natural y que tienen la capacidad de alterar ecosistemas, causar extinciones, provocar severos daños a los servicios ambientales y a la salud pública, además de pérdidas económicas.
En México, algunos ejemplos de especies exóticas invasoras son el lirio acuático, los peces diablo y, entre los pastos exóticos, el zacate buffel, una especie propia de África, Asia y el sur de Europa. Estos ejemplares se han dispersado y la contención en el crecimiento de su población ya no es una solución, señalan expertos.
Para la Conabio, la cooperación es la clave de la bioseguridad, donde la comunidad y la industria son fundamentales, ya que son quienes están en el lugar para actuar junto con gobiernos locales con el objetivo de proteger bienes comunes y la biodiversidad del país.
Para conocer el trabajo de monitoreo, contención y erradicación de estas especies exóticas invasoras en México existen estrategias para proteger no solo la amenaza a la flora y fauna de los ecosistemas que llegan a ser atacados, sino también la salud de las comunidades humanas.
PROTECCIÓN A LAS ÁREAS NATURALES
En México hay 182 Áreas Naturales Protegidas (ANP), en las que uno de los objetivos centrales es proteger la biodiversidad de sus ecosistemas. Sin embargo, la introducción de especies exóticas invasoras resulta ser una de las grandes problemáticas que podrían alterar el equilibrio de los hábitats.
Según datos presentados por Eduardo Rendón Hernández, biólogo y coordinador de especies invasoras de la Conanp, en los últimos 20 años se han tenido resultados importantes en el manejo de estas especies invasoras. Sin embargo, la introducción de estos ejemplares se está dando de manera permanente y con mayor frecuencia.
“En este sentido, es importante fortalecer estos sitios estratégicos a escala nacional y el trabajo que se realiza en las ANP, enfocado en la prevención y atención a estas especies [exóticas invasoras]”, señala.
El esquema con el que trabajan las ANP se basa en la prevención a través de la educación ambiental para concienciar, comunicar y minimizar el impacto de estas especies en los ecosistemas y que al mismo tiempo pueda permear en la sociedad.
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Otra estrategia con la que trabajan es el monitoreo. Con él identifican el grado de riesgo que hay. Todo a través de la evaluación cuando se detecta una especie exótica invasora.
“La detección temprana nos habla de elementos y hallazgos en la identificación con el tiempo adecuado para poder implementar acciones para su control y dar respuesta rápida para mitigar este impacto. Estas acciones nos llevan a la protección del ecosistema”, añade.
En cambio, cuando ya se tiene un registro de especies exóticas invasoras en una región, la estrategia a seguir, conocida como “reacción”, permite que se trabaje con estos ejemplares que ya están presentes en los ecosistemas, y para restaurarlos se emplean estrategias como manejo, control y erradicación de estas.
Desde la Conanp se señala que algunos ejemplos de especies invasoras que se atienden en las Áreas Naturales Protegidas son vertebrados, invertebrados y microorganismos como la rana toro, el pez diablo —una especie difícil de controlar en ecosistemas de agua dulce—, el pez león, la cotorra argentina; además de plagas, especies marinas, malezas y especies ferales, es decir, poblaciones de especies exóticas que derivaron, forzosamente, de una condición doméstica como los perros que se diversifican en santuarios tortugueros en las costas del país.
Para atender estos casos, hasta la fecha la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), cuenta con el apoyo de 11 Comités de Atención a Especies Exóticas Invasoras distribuidas en distintas entidades del país como Baja California Sur, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Nayarit, Estado de México, Veracruz, Chiapas y Quintana Roo.
Rendón Hernández señala que la creación de estos comités es una estrategia fundamental y adelantó que en los siguientes cinco meses se tiene contemplada la creación de cinco nuevos comités en el país.
“El tema de la prevención es tan importante que, cuando hablamos en términos económicos, nos hemos dado cuenta de que son incomparables los esfuerzos que se puedan hacer en un proyecto de inversión a los esfuerzos multimillonarios que se hacen para erradicar una sola especie en un determinado sitio”, enfatiza el biólogo Eduardo Rendón.
PREVENIR, APLICAR, DETECTAR
Antes de que se definiera, de manera oficial, a las especies exóticas invasoras en México, la Profepa ya contaba con estrategias de contención ante estos ejemplares que llegan a un ecosistema que no es el propio.
Con 20 años dedicados a la implementación de dichas estrategias, la Profepa ha detectado que a partir de los medios de transporte es que movilizan a las especies de flora y fauna que voluntaria o involuntariamente se desplazan miles de kilómetros desde su lugar de origen hasta llegar a un nuevo ambiente, donde no tienen depredadores ni controles biológicos naturales, se reproducen, se propagan y empiezan a reemplazar a las especies que sí son nativas de un lugar, y ese es uno de los riesgos principales.
De acuerdo con Francisco Navarrete Estrada, director de puertos, aeropuertos y fronteras de Profepa en la materia de especies exóticas invasoras, el transporte de estos ejemplares puede tratarse de especies de las que se tiene un interés comercial o animales exóticos para su venta en tiendas de mascota.
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“Para prevenir su ingreso existen tres ejes de acción: prevenir su entrada, detectarlas y erradicarlas rápidamente tras su entrada y aplicar medidas de manejo, control y erradicación. Esta última resulta ser la más cara. México tiene la capacidad de atender estas acciones”, explica Navarrete.
Al ser un tema desconocido hace 20 años, Profepa no contaba con la infraestructura, equipamiento y capacidad para atender esta problemática. Sin embargo, el trabajo de identificación de estos ejemplares invasores no evitó que se desarrollaran tácticas de identificación hasta establecer, tiempo después, alianzas con Conabio, Conanp, Senasica, entre otras, para presentar un proyecto que tuviera fines de capacitación al personal en identificación de plagas forestales y especies invasoras.
Este proyecto capacitó a 384 personas, de las cuales 113 fueron mujeres y 271 hombres, durante 14 sesiones. Además, se les equipó con equipos para toma de muestras entomológicas, tabletas electrónicas, medidores de humedad, martillos de golpe y microscopio con cámara.
Para la Profepa, la educación ambiental también forma parte de las estrategias a seguir para evitar que la gente compre y libere especies intencionalmente, específicamente, especies silvestres exóticas con potencial invasor.
“Hay muchos ejemplos de personas que compran lagartijas o roedores que después ya no pueden atender, los liberan en el medioambiente sin tener una conciencia clara del daño que puede ocasionar a la biodiversidad nacional”, concluye Navarrete.