FRENTE a la desinformación que confunde y atemoriza a la población respecto a las vacunas contra el COVID-19, expertos del Hospital Houston Methodist publicaron un documento que subraya los beneficios de la inoculación masiva para abatir la pandemia.
Dirk Sostman, presidente del Instituto Académico del Hospital Houston Methodist, explicó que los efectos secundarios de las vacunas son los esperados y, aunque son incómodos, no significa que sean negativos o peligrosos. Respecto a las reacciones alérgicas graves que se han registrado, advirtió que son extremadamente raras.
“Cada vacuna contra el COVID-19 ha sido sometida a pruebas rigurosas y ensayos clínicos, así como a una revisión externa exhaustiva por parte de la Administración de Medicamentos y Alimentos estadounidense (FDA), los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y sus paneles independientes de expertos”, dijo Sostman.
Los efectos secundarios más comunes de las vacunas contra el COVID-19 han sido dolor, enrojecimiento e hinchazón en el lugar de la inyección. También puede presentarse fatiga, dolor de cabeza, dolor muscular y articular, fiebre leve y escalofríos, náuseas o vómitos, así como ganglios linfáticos inflamados.
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De acuerdo con un comunicado difundido por el hospital, si bien existen efectos secundarios potenciales en las vacunas, estas manifestaciones son una característica propia de la vacunación y no son signo de contagio de COVID-19.
“Estas vacunas no pueden causar COVID-19. En cambio, lo que puedes llegar a sentir son los llamados efectos ‘reactogénicos’ de la vacuna actuando en tu cuerpo y despertando tu sistema inmunológico. Una forma de reducir la posibilidad de efectos secundarios incómodos es tomando un analgésico, como paracetamol, en el caso de experimentar alguna molestia”, explicó el especialista.
Existen varios tipos de vacunas COVID-19. Las inyecciones de Pfizer y Moderna son vacunas de ARNm que cuentan con la ventaja de que no hay posibilidad de que puedan provocar infección.
“Estas nuevas vacunas de ARNm se basan en material de ARN sintético y no infeccioso, que luego tus células usarán para crear un pequeño componente viral inofensivo. Este componente no es para nada un virus completo, por ello es imposible que te enferme de COVID-19. Sin embargo, sí puede estimular una respuesta inmune al virus, y esto es de hecho lo que todos esperamos que suceda”, abundó Sostman.
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“El ARNm se degrada rápidamente y se desecha, por lo que tampoco hay posibilidad de que afecte tu cuerpo, más allá de su función de ayudar a conferir inmunidad”, agregó.
A la fecha, se han registrado reacciones adversas con la vacuna Pfizer en dos personas en el Reino Unido. “Parece que esas dos personas tenían antecedentes médicos de reacciones alérgicas graves y usaban inyecciones de tratamientos EpiPens (epinefrina) de forma rutinaria. Debido a este nuevo hallazgo, la agencia reguladora médica del Reino Unido ha dicho que las personas no deben recibir la vacuna si han tenido una reacción alérgica muy grave a una vacuna previa a alguna otra medicina o a algún alimento”, explicó el experto del Houston Methodist.
“Pero una reacción alérgica grave no es lo mismo que las alergias estacionales. Una reacción alérgica grave es aquella que causa síntomas potencialmente mortales, como dolor en el pecho y dificultad para respirar y la posible necesidad de hospitalización”, añadió.
VACUNACIÓN EN REBAÑO TOMARÁ TIEMPO
Las vacunas contra el COVID-19 tienen el poder de estimular la inmunidad, sin generar infección. Sin embargo, el control de una pandemia no se logra con la inoculación individual. Es necesario implementar una campaña de vacunación masiva.
Los especialistas se refieren a la inmunidad colectiva o de rebaño, pues de esa manera se crea un cerco contra la enfermedad que protege a las personas que por alguna razón no son candidatos a recibir la vacuna.
Los expertos estiman que, para lograr la inmunidad colectiva, es necesario vacunar entre 70 y 90 por ciento de la población. Alcanzar ese número de personas toma tiempo, por lo que las medidas sanitarias no pueden relajarse para procurar que quienes no han sido inoculados no contraigan la enfermedad.
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Las vacunas están diseñadas para prevenir enfermedades y muerte. Los biológicos contra el COVID-19 de Pfizer y Moderna están diseñados para esto y han registrado un grado de efectividad superior al 90 por ciento para reducir la enfermedad en un estado agravado. Es decir, la vacunación reduce el riesgo de que una persona se enferme gravemente tras contagiarse de COVID-19, pero no evita que las personas se infecten si están en contacto con el virus.
En otras palabras, las personas vacunadas aún tienen riesgo de infectarse y transmitir el virus a otra persona que podría no estar vacunada. Ahí radica el riesgo de contagio y, por tanto, la crisis pandémica.
Las medidas sanitarias tampoco pueden relajarse, pues aun estando vacunadas, las personas pueden contagiarse al estar en contacto directo con el virus y luego ser asintomáticas. Esa es la razón por la que, después de recibir la vacuna, deben mantenerse las medidas sanitarias recomendadas durante la pandemia: lavado constante de manos, uso de cubrebocas y continuar con el distanciamiento social. N