El dueño de un bar en Minneapolis es solidario con los manifestantes, pero le preocupa el daño que se hace a la ciudad.
Adquirí el Palmer’s Bar hace un par de años. Acabo de celebrar mi segundo aniversario como dueño, pero hemos cerrado desde marzo a causa de la pandemia del COVID-19. Me desperté y lloré mucho esa mañana. El bar sigue cerrado. Son tiempos muy extraños.
Y luego empezaron los disturbios hace unas noches. Es desgarrador. George Floyd era un cadenero en un bar no muy lejos de aquí. No lo conocí, pero conozco gente que sí lo conoció y trabajó con él al paso de los años. Todos están dolidos.
Todos vimos ese video y tuvimos la misma reacción. Fue desgarrador.
Pero ahora con los disturbios y saqueos —aunque no discuto a menudo sobre la raza o de política—, sentí que tenía que escribir un letrero de “Negocio Propiedad de un Negro” en Palmer’s Bar.
Todo dueño de un negocio dice que su local es especial, pero Palmer’s lo es en verdad. Es un lugar comunitario, y ha sido el hogar de muchos rebeldes al paso de los años. Es uno de los bares pequeños más legendarios en las Ciudades Gemelas. Tiene mucho corazón, y es un verdadero honor ser su niñero actual.
Este bar ha estado aquí desde 1906, y ha sobrevivido a la pandemia de gripe española, dos guerras mundiales y al presidente Trump, hasta ahora. Esto se me acaba de ocurrir, pero doy mis razones. Aun cuando es un bar histórico y muy querido, un bar a solo kilómetro y medio de aquí que ha estado desde 1934, el Hexagon Bar, fue quemado por completo.
Palmer’s está a solo dos kilómetros y medio, tal vez cinco minutos en auto, de la Tercera Delegación de Policía que fue incendiada y el centro de los disturbios. Y estamos a unos cinco kilómetros de la Calle 38 y la Avenida Chicago, donde sucedió el incidente de George Floyd.
Me desperté a las 6:30 horas el viernes, y una tienda de empeños que está en la misma calle que mi bar, a unas dos o tres cuadras de aquí, estaba totalmente envuelta en llamas. Podía ver el humo desde mi apartamento, así que corrí hacia Palmer’s, pero afortunadamente en ese momento todo estaba tranquilo aquí, en lo que se llama la Franja Occidental de Minneapolis.
No espero que una turba enfurecida venga por la calle, pero los alborotadores ahora están atacando lugares al azar. Estamos ubicados en un vecindario llamado Cedar-Riverside, es un viejo vecindario hippie, pero ahora tiene una comunidad musulmana considerable. De hecho, comparto una pared con una mezquita, ¿en qué otra parte del mundo hay un bar pegado a una mezquita?
“ES DIFÍCIL VER Y ENTENDER ESTOS DISTURBIOS”
Espero que por ser un área principalmente de minorías, no se metan con nosotros por aquí. Pero es una calle concurrida, y una vía principal.
No soy alguien que se hunda con su barco; es ladrillo y cemento, es un edificio, y no soy una persona violenta. Pero si la gente viniera, me gustaría estar allí en el frente y solo decirles por favor. Porque ni siquiera he tenido la oportunidad de florecer como dueño de un bar. Esta es una oportunidad única en mi vida y tener que pasar por todo esto es devastador.
Es difícil ver y entender estos disturbios: ¿qué estamos haciéndole a nuestra ciudad? Lloré al ver las noticias de las cinco el otro día. Nunca en la vida había llorado al ver las noticias. Solo ver a nuestro alcalde, abatido y devastado, eso me llegó.
Pero no me sorprende, porque hemos tenido un par de incidentes en Minneapolis en los últimos años. Hubo el caso de Philando Castile, a quien lo mató a tiros un policía aquí en 2016, eso fue una gran agitación para la ciudad. Pienso que la muerte de George Floyd, junto con la ira por la muerte de Ahmaud Arbery en Georgia, y para colmo de males el COVID-19; la gente está que revienta.
Hay tensión porque las tiendas, bares y restaurantes están cerradas, la gente está metida en casa sin trabajar, y simplemente estalló.
Yo apoyo por completo que la gente proteste, tienen derecho de hablar y ventilar su frustración, porque también estoy frustrado. Creo que lo único que puedo hacer es decirle a la gente que tenga cuidado de a quién ataca. Me encanta Target, pero ellos pueden reconstruir, tienen muchísimo dinero, yo no.
Hay gente que está haciendo pintas, pero solo es pintura. Se lee “A la mierd… la policía” por todas partes en el sur de Minneapolis, está bien. Pero la gente que es oportunista y saquea está arruinando las protestas.
Solo piensa en lo que haces cuando lo estás haciendo. Soy solo yo aquí, soy un chavo negro de 42 años —porque todavía me siento como un chavo— y este bar soy yo, es mi sueño y toda mi vida.
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Tony Zaccardi es el dueño del legendario Palmer’s Bar, en el vecindario Cedar-Riverside de Minneapolis. Ha vivido en Minneapolis toda su vida, y poseer un bar siempre ha sido su sueño. Como se lo dijo a Jenny Haward. Todas las opiniones expresadas en este artículo son propiedad del autor.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek