De acuerdo con la Alianza Latinoamericana de Fondos de Agua, la seguridad hídrica es la capacidad que tienen las sociedades para lograr un manejo exitoso e integral de sus recursos y servicios hídricos para cubrir las necesidades de cada una de sus dimensiones:
1. Ambiental: Restablecer la salud de los ecosistemas, acuíferos y ríos a escala nacional, regional y global.
2. Doméstica: Satisfacer las necesidades domésticas sanitarias y de agua de los hogares y comunidades.
3. Económica: Apoyar a actividades económicas productivas (agrícola, industrial, y energética).
4. Urbana: Desarrollar metrópolis y ciudades saludables, dinámicas y habitables con una sólida cultura del agua.
5. Resiliencia: Construir comunidades resilientes y adaptables al cambio climático y minimizar el impacto de los futuros desastres.
La seguridad hídrica no sólo refiere proporcionar agua en suficiente cantidad y calidad para el desarrollo de una comunidad, incluyendo las actividades agrícolas, industriales, energéticas y domésticas, implementando acciones a mediano y largo plazo que ayuden a preservar las fuentes de abastecimiento de agua, siendo clave en la economía, la sociedad y el medio ambiente, ya que juega un papel holístico en los diferentes ámbitos de nuestras actividades diarias.
Los riesgos latentes a la seguridad hídrica constituyen una problemática global, según datos de la Alianza de Fondos de Agua, el consumo de este recurso se ha duplicado cada 20 años, por lo que se calcula que para el año 2025 al menos dos tercios de la población mundial vivirá en zonas con estrés hídrico.