Nuevos estudios muestran los bajos niveles continuos de las concentraciones de dióxido de nitrógeno en Europa, coincidiendo con las medidas de bloqueo implementadas para detener la propagación del coronavirus.
Datos del satélite Copernicus Sentinel-5P, del programa Copernicus de la Unión Europea, muestran que algunas ciudades ven caer los niveles en un 45-50% en comparación con el mismo período del año pasado.
Las nuevas imágenes muestran las concentraciones de dióxido de nitrógeno desde el 13 de marzo hasta el 13 de abril de 2020, en comparación con las concentraciones promedio de marzo a abril de 2019.
Madrid, Milán y Roma registraron disminuciones de alrededor del 45%, mientras que París experimentó una caída dramática del 54%, coincidiendo con las estrictas medidas de cuarentena implementadas en toda Europa.
Situación en México
A medida que la propagación del nuevo coronavirus avanza en México, las principales avenidas de la capital lucen con menos tráfico, lo que supondría un alivio para una urbe que convive permanentemente con una densa nube de contaminación.
Pero la reducción del uso de los 5.8 millones de autos que circulan en Ciudad de México resulta insuficiente para disminuir los altos niveles de polución ambiental si las emisiones de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono y el dióxido de nitrógeno, no descienden, advierten expertos.
“Las emisiones generadas en el Aeropuerto de Ciudad de México, los camiones de carga y de transporte público que queman el peor diésel existente, los tiraderos de basura a cielo abierto son otras fuentes contaminantes muy importantes”, dice Carlos Álvarez, presidente de la ONG México, Comunicación y Ambiente.
El especialista también señala los calentadores de agua, los solventes petroquímicos usados diariamente en áreas abiertas o las emisiones de una refinería en el estado de Hidalgo, como fuentes de contaminación.
En la Ciudad de México, una de las metrópolis más contaminadas del mundo, la contaminación afecta la calidad de vida de 22 millones de personas que habitan la capital y su conurbación con el Estado de México.
“Esta temporada del año es un período al que se conoce como la ‘temporada de ozono’, donde las condiciones meteorológicas de poco viento y lluvias limitadas hacen que las concentraciones de contaminantes se mantengan en el Valle de México”, señala Carlos Samayoa, coordinador de Movilidad Sustentable y Calidad del Aire de Greenpeace México.
La desaceleración de la actividad económica mundial por la pandemia ya ha tenido un impacto significativo en el medioambiente, pero México todavía no se beneficia de estos efectos indirectos positivos.
El primer país en reducir sus tasas de polución fue precisamente China, el mayor contaminante del mundo y lugar de origen del COVID-19, en diciembre.
Impacto del dióxido de nitrógeno
El dióxido de nitrógeno se produce a partir de plantas de energía, vehículos y otras instalaciones industriales y puede tener un impacto significativo en la salud humana, lo que aumenta la probabilidad de desarrollar problemas respiratorios.
Las concentraciones de dióxido de nitrógeno en nuestra atmósfera varían ampliamente día a día debido a las fluctuaciones de las emisiones, así como a las variaciones en las condiciones climáticas.
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Henk Eskes, del Real Instituto Meteorológico de los Países Bajos (KNMI), comenta: “Hay variaciones considerables del clima en cada país de un día para otro, lo que crea un gran impacto en la dispersión de dióxido de nitrógeno. Promediar datos durante períodos de tiempo más largos nos permite ver cambios más claros en las concentraciones debido a la actividad humana”.
Con información de Europa Press y AFP.