John Bolton fue durante mucho tiempo conocido como el lanzallamas de la diplomacia estadounidense, pero el exasesor de seguridad nacional de la Casa Blanca ahora amenaza con hacer explotar la defensa del presidente Donald Trump en su juicio de destitución.
Un revelador libro de Bolton sobre sus 17 meses en la administración Trump podría contener la evidencia más sólida hasta el momento de que el presidente retuvo ilícitamente ayuda militar a Ucrania para ayudar a su propia campaña de reelección.
Según informes, un borrador de “The Room Where it Happened”, que se publicará en marzo, afirma que Trump le dijo a Bolton en agosto pasado que el dinero, casi 400 millones de dólares, permanecería congelado hasta que Kiev anunciara una investigación sobre el demócrata Joe Biden, su potencial rival electoral.
Ese supuesto “quid pro quo” está en el centro del cargo de abuso de poder por el que Trump está siendo juzgado en el Senado y por el que enfrenta una posible destitución.
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Hasta que The New York Times informó el domingo sobre el libro, los demócratas habían enfrentado acusaciones de que solo tenían evidencia indirecta de un vínculo entre la retención de ayuda a Ucrania y la presión para una investigación a Biden.
Parecía seguro que el Senado -dominado por los republicanos- votaría para absolver a Trump.
Pero la filtración del manuscrito ahora desafía a los senadores a llamar a Bolton para que testifique contra el presidente, con consecuencias impredecibles.
Ante esta perspectiva, Trump ha dejado en claro su posición.
“No sé si nos alejamos en los mejores términos”, admitió la semana pasada. “Diría que probablemente no, ya sabes. Y entonces, no es bueno que la gente testifique cuando no se dejaron en buenos términos”.
– El “policía malo” –
El mundo diplomático estuvo mucho tiempo acostumbrado a la presencia incendiaria de Bolton y su característico bigote blanco.
Sirvió en los departamentos de Justicia y de Estado de tres gobiernos republicanos, comenzando con Ronald Reagan en la década de 1980, antes de unirse a Trump como asesor de seguridad nacional en abril de 2018.
Ganó notoriedad durante la presidencia de George W. Bush, en donde tuvo un turbulento periodo de 18 meses como embajador de Estados Unidos ante Naciones Unidas. Allí desdeñó abiertamente a la institución y pregonó sobre las proyecciones de poder de su país.
Esa línea dura nunca se alineó del todo con los presidentes conservadores a los que servía, pero disfrutaba de su papel de provocador y cada gobierno lo utilizó como un “policía malo” cuyas amenazas podrían fortalecer a Washington en las negociaciones.
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El año pasado, mientras la administración Trump buscaba un acuerdo negociado para el enfrentamiento político en Venezuela, Bolton sugirió abiertamente la intervención militar de Estados Unidos.
“Él tiene puntos de vista sólidos sobre las cosas, pero está bien”, dijo Trump en mayo de 2019. “De hecho, yo modero a John, lo cual es bastante sorprendente”.
“Acuerdo de drogas”
Pero la oposición de Bolton a las negociaciones de Trump con Irán, Corea del Norte y los talibanes finalmente llevó a su despido, aunque él insiste en que renunció, el pasado septiembre.
A fin del año pasado, funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional testimoniaron frente a la Cámara de Representantes, en el marco de la investigación de destitución, que Bolton se opuso firmemente a la presión de Trump al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, para que investigara a Biden.
Bolton dijo a asistentes que se mantuvieran alejados del asunto de Ucrania, tildando a las acciones del círculo íntimo de Trump como un “acuerdo de drogas”.
Pero rechazó una solicitud para entregar documentos y testificar sobre la investigación de la Cámara después de que Trump ordenó al personal actual y anterior que no cooperara.
La Cámara envió el caso de juicio político contra Trump al Senado sin su evidencia.
Listo para testificar
Desde entonces, Bolton ha sido cauteloso. No ha negado el testimonio de sus antiguos ayudantes, pero se ha negado a hablar en público sobre el asunto de Ucrania. En cambio, insinuó que su libro lo diría todo.
Al mismo tiempo, emitió una declaración en la que decía que, si el Senado lo citaba, estaba listo para testificar.
Sin embargo, eso requerirá dos cosas: que al menos cuatro republicanos -que tienen una mayoría de 53-47 en el Senado- acuerden con los demócratas emitir la citación, y que Trump no bloquee el testimonio con un reclamo de privilegio ejecutivo.