Mínimas despedidas, el nuevo libro de la narradora mexicana Lorea Canales, le apuesta a la nostalgia en 13 cuentos.
La obra más reciente de la escritora mexicana Lorea Canales, Mínimas despedidas, está conformada por 13 cuentos, algunos de los cuales se publicaron previamente en medios culturales tanto de México como de Estados Unidos. El corazón de esos relatos, cabe decirlo, es la nostalgia: en algún momento, la autora sintió que sus recuerdos se desvanecían, en el sentido de que no había rastro de ellos, entonces quiso dejar una huella, detener el tiempo, parar y decir: yo estuve ahí.
Publicada por la editorial Dharma Books, la obra ve la luz tras resultar una de las tres finalistas de la Convocatoria 2018 para Narradoras de Habla Hispana.
Nacida en 1970, Lorea Canales también es autora de las novelas Apenas Marta y Los perros, ambas ganadoras de varios premios y traducidas al idioma inglés.
Abogada, periodista y novelista, es maestra en derecho por la Universidad de Georgetown, en Washington, y maestra en escritura creativa por la Universidad de Nueva York.
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Como periodista ha colaborado para medios como Reforma, Día Siete, Travesías, The New York Times y The Huffington Post. Desde el año 2000 vive en Nueva York, donde escribe para varias publicaciones y antologías.
“En Mínimas despedidas cada cuento es muy distinto, hay una polifonía de voces y de personajes”, desvela en entrevista con Newsweek México. “Son historias como las que solo se contarían a un perfecto desconocido. Hay un tono íntimo, casi confesional. El lector va a encontrar algunas historias de provincia, personajes puestos al límite, dudas de las que calan y humor”.
—Lorea, ¿por qué la obra se titula Mínimas despedidas? ¿Qué matiz imprime a los relatos en conjunto?
—Hay un refrán náhuatl que Rosario Castellanos cita en uno de sus cuentos que dice: “Solo estamos en este mundo para conocernos”. Cuando leí ese refrán sentí que me enfrentaba con una gran verdad, estar en el mundo para conocernos unos a otros y también a nosotros mismos. Para mí ese es el motor, los encuentros, pero con los encuentros vienen las despedidas. Ojalá estás sean mínimas.
—¿En qué consiste la relevancia de que la mayoría de los relatos sean protagonizados por mujeres?
—Como escritora naturalmente me atraen los temas de nuestras vidas, que además están relegados en la literatura. En el mundo abarcamos un poco más del 50 por ciento, y en la literatura y espacios públicos desaparecemos, pero en realidad estamos ahí.
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—¿Cuál es el significado que tiene la despedida para tu literatura?
—Soy mala para las despedidas, no me gusta decir adiós ni dejar nada, me aferro a mis afectos. La literatura tiene lo que [la poeta polaca] Wislawa Szymborska describe como “la venganza de la mano mortal”. Y es que la literatura queda, en ella no hay despedidas.
—¿Como género cómo encuentras en la actualidad el relato breve frente al poder de la novela?
—Creo que se complementan. A veces necesitamos sumergirnos en una novela, entregar un gran espacio de nuestra vida para vivir otra a través de la página, pero otras veces solo queremos dar unos minutos, echarnos un clavado en agua fría, salir refrescados: los cuentos son como un gran aperitivo.