Los científicos dicen que han descubierto “polvo estelar” en nieve antártica que se originó en la explosión de una supernova que hizo llover sobre la Tierra partículas de un tipo inusual de hierro.
Nuestro planeta es bombardeado constantemente con polvo extraterrestre, pero ahora los investigadores han reportado la “primera detección de un influjo reciente” del isótopo hierro-60 en la Tierra, según un estudio publicado en la revista Physical Review Letters.
El equipo encabezado por Dominik Koll —un físico de la Universidad Nacional Australiana— examinó la posibilidad de que el–pudiera haber derivado de fuentes terrestres, pero al final concluyó que debió tener un origen interestelar, posiblemente proviniendo de una supernova cercana a nuestro sol.
Para el estudio, los investigadores recopilaron alrededor de 500 kilogramos de nieve fresca de la Antártida y la derritieron con el fin de analizar las partículas remanentes.
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Encontraron que la nieve contenía cantidades abundantes de polvo enriquecido con hierro-60 —el cual no se produce naturalmente en nuestro planeta— que se había acumulado en las últimas dos décadas. Esta sustancia rara es un isótopo del elemento hierro, una variante química con átomos que contienen una cantidad diferente de neutrones (en este caso, cuatro más que el hierro común).
Este isótopo radioactivo tiene una vida media cercana a 2.6 millones de años, lo cual en esencia significa que este es el tiempo que tarda en decaer una mitad del núcleo atómico en una muestra de la sustancia. En otras palabras, es bastante duradero en comparación con muchas otras moléculas radioactivas con vidas medias cortas, permitiéndoles a los científicos el detectarlo.
Los investigadores dicen que solo estrellas viejas y enormes en sus últimas fases y ciertos tipos de explosiones de supernovas pueden producir metales pesados como el hierro-60, arrojando partículas de estas sustancias al espacio.
De hecho, una estrella tiene que ser 10 veces más masiva que nuestro sol para ser capaz de crear isótopos de hierro, indicando que el hierro-60 se originó fuera de nuestro sistema solar.
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“Debió haber sido una supernova, no tan cercana como para matarnos pero no demasiado alejada como para diluirse en el espacio”, dijo Koll en una declaración.
Esta conclusión llevó a Koll a sugerir que nuestro planeta fue bombardeado con las partículas de hierro-60 en algún momento en que nuestro sistema solar viajaba a través de una región de nuestra galaxia conocida como la Nube Interestelar Local. Se piensa que esta región —que tiene alrededor de 30 años luz de ancho— pudo haberse formado después de que estrellas enormes estallaron como supernovas, expulsando cantidades vastas de gas al espacio.
Sin embargo, no está del todo claro de dónde provino el hierro-60. Koll dijo que se requiere más investigación para precisar el origen del polvo estelar.
Aun cuando el hierro-60 no se produce naturalmente en la Tierra, los científicos tuvieron que descartar la posibilidad de que el material recopilado pudiera haber sido producido por pruebas de armas nucleares o plantas de energía nuclear. La gran cantidad de la sustancia que encontraron fue suficiente para descartar la hipótesis, dado que las actividades nucleares de los humanos solo podrían haber producido una cantidad diminuta, según sus cálculos.
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Bernhard Peucker-Ehrenbrink, un geoquímico de la Institución Oceanográfica Woods Hole y quien no estuvo involucrado en el estudio, elogió el trabajo del equipo para detectar cantidades sustanciales de hierro-60, originadas fuera del sistema solar.
“Hacer estas mediciones es muy difícil”, dijo él. “En esencia, estás contando átomos individuales. Extraer eso de media tonelada de hielo no es una tarea trivial”.