Cuando la segunda década del siglo XXI está a punto de llegar a su fin, la internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés) demuestra que está transformando por completo la forma en que vivimos, trabajamos y nos comunicamos.
El avance vertiginoso y sin precedentes de esta tecnología, asimismo, ha cambiado radicalmente las reglas de los negocios y las industrias.
La internet de las cosas comenzó a mediados de la década de 1990, cuando Kevin Ashton, entonces un joven gerente de marca del Reino Unido, se preguntaba por qué el tono de lápiz labial marrón desaparecía de los estantes. Debido a que era muy curioso, le molestaba ir a su tienda local y encontrarse con que ese labial, perteneciente a la marca que él representaba, siempre estaba agotado. Verificó con las personas de la cadena de suministro, y le respondieron que había muchos labiales de ese color en el almacén y que era coincidencia que específicamente en esa tienda no lo tuvieran en existencia. Pero Ashton no lo creyó: quería saber dónde estaba su labial y qué ocurría con él. De esta manera tuvo la idea de poner un microchip en el cosmético, con lo que podría obtener datos e informar a la tienda lo que había en los estantes.
Pablo Torres, ingeniero en electrónica y comunicaciones por la Universidad Tecnológica de México y la Universidad de Texas y consultor en tecnologías de la información, explica que la IoT es, simplemente, la industria en la cual los objetos son conectados a internet con el fin de facilitar la vida diaria.
“Un ejemplo son los refrigeradores inteligentes, que cuentan con conexión a internet y te pueden dar avisos o notificaciones con información de los productos que tenemos dentro”, explica el experto. “Esto es solo un ejemplo que puede hacer más eficiente la vida diaria y los recursos como la energía. Conectar las cosas a internet y recibir y enviar retroalimentación puede generar un gran beneficio y será de mucha importancia en el futuro”.
GRANDES BENEFICIOS
Entre muchos otros, la IoT abre formas de ayudar a las ciudades a manejar la congestión, dar seguimiento a las pelotas y a los jugadores de beisbol para recoger datos que servirán para comprender mejor el deporte y permitir que los dispositivos médicos pidan ayuda en caso de emergencia.
Ante ello, en varios países se están creando muchos empleos a partir de los fondos de compensación y las compañías de datos alternativos. Basta con mirar la actividad que han provocado las compañías de datos alternativos que compran cantidades exorbitantes de información recogida por los sensores de la internet de las cosas.
Un estudio de Gartner, compañía de análisis en tecnología, calcula que hoy en día existen más de 8,000 millones de cosas conectadas en todo el mundo, y se espera que la cantidad crezca a 10,000 millones en 2020, cuando el mercado alcanzará un valor de 1.3 billones de dólares.
Ello se traduce en mucho comercio, y significa miles de empleos para trabajadores de todos los niveles. Por ejemplo, las empresas especializadas necesitan un ejército de obreros para trabajar en las calles instalando sensores en millones de farolas. Esos sensores rastrean niveles de ruido, calidad de aire, cantidad de autos en estacionamientos y otros factores. Por su parte, otras compañías tienen que contratar diseñadores y administradores de IoT.
Entre las industrias que están generando mayor crecimiento en materia de la internet de las cosas está la tecnología vestible, es decir, gafas virtuales, bandas para el monitoreo calórico y pulsaciones cardiacas y cinturones de rastreo con GPS. En la salud, los sensores conectados a los pacientes para el seguimiento de sus condiciones físicas fuera del hospital y en tiempo real, además de camas inteligentes que observen signos vitales, presión sanguínea y temperatura corporal, entre otros.
En la gestión de tránsito vehicular, la IoT contribuye al concepto de ciudades inteligentes, pues cuando se usa el teléfono móvil se activan sensores que recolectan y comparten datos que monitorean el tránsito y muestran rutas alternas, distancia, tiempo, etcétera. Además, industrias muy relevantes como la del transporte de carga, agricultura, hotelería, energética, manufacturera, etcétera, cada vez más se sumarán a esta tendencia, que al final de cuentas busca generar mayores ganancias de eficiencia y productividad.