El récord mundial de la inmersión más profunda en la historia acaba de ser roto por el empresario de Dallas Victor Vescovo, que se sumergió a 35,853 pies (10,927 metros) en el Abismo Challenger de la Fosa de las Marianas, que es el punto más profundo que se conoce en la Tierra.
La profundidad alcanzada por Vescovo fue 66 pies (20.11 m) mayor que el récord anterior de buceo en solitario, logrado por el director cinematográfico James Cameron, que alcanzó los 35,787 pies (10,907 m) en 2012. El récord mundial anterior del buceo más profundo (no en solitario) era de 35,813 pies (10,915 m), establecido en 1960.
Deep Planet, la serie de documentales de Discovery Channel que dio seguimiento a la misión de Vescovo, permitirá que los espectadores viajen con el explorador submarino hasta esta misteriosa e inexplorada región.
En entrevista con Newsweek, Vescovo señaló que comenzó a pensar en intentar la inmersión en 2012 tras escalar la montaña más alta de cada uno de los continentes del mundo. Su plan era bucear en las partes más profundas de los cinco océanos de la Tierra. Rompió el récord de la inmersión más profunda en su segunda expedición a la Fosa de las Marianas.
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Al explicar cómo fue la experiencia, señaló: “El fondo era una especie de cuenca plana de color beige con una capa muy gruesa de cieno. Había algunos animalitos translúcidos que ondulaban suavemente para moverse, pero definitivamente hay vida en lo más profundo del fondo del océano; éste no está muerto de ninguna manera. Fue una sensación absolutamente extraordinaria estar en una creación técnica de la humanidad, con una presión de 16,000 libras por pulgada cuadrada contra el casco y las ventanas, y sin embargo, casi me sentí como si estuviera sentado en la cabina de una aeronave, un poco más frío por la temperatura, pero me resultó muy impresionante que el ingenio y la ingeniería humana pudieran permitirnos viajar fácilmente a este lugar extremadamente inhóspito para seguir explorando nuestro mundo. Me sentí muy emocionado y privilegiado por llegar a verlo, pero también me sentí muy tranquilo, porque realmente es un lugar muy silencioso y pacífico”.
Durante la inmersión, Vescovo encontró diversas “criaturas extrañas”, entre ellas, un equiroideo a casi 23,000 pies (7,000 m), una profundidad mayor que aquella en la que se habían encontrado especies vivas anteriormente. Las cámaras también captaron a un pez babosa, la especie que vive a mayor profundidad (26,250 pies u 8,000 m).
En su viaje, encontró varias cosas inesperadas, y afirmó que algunas de las escenas que filmaron fueron “sorprendentes”.
“Tuvimos una aventura inesperada en el Abismo Challenger cuando una de nuestros módulos de aterrizaje robóticos quedó atrapado en el fondo debido a que cavó demasiado profundamente en el sitio”, añadió. “Tuvimos que planear y ejecutar lo que se convirtió en la misión de salvamento a mayor profundidad de la historia para bajar de nuevo con el submarino y liberarlo. Estuvo allí durante dos días en la oscuridad, pero fuimos capaces de volver”.
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En relación con los desafíos que implica bucear en tales profundidades, Vescovo afirmó que el diseño de un vehículo que soporte tan grandes presiones fue uno de los obstáculos más difíciles de superar. “Fue un gran reto diseñar todos los sistemas que pudieran sobrevivir de manera confiable y repetida a ese enorme ataque físico de la naturaleza.
“El mayor riesgo fue, probablemente, tener algún tipo de fuga bajo una presión extrema”, continuó. “Cuando estamos en lo profundo del océano, podemos tardar hasta tres horas y media en llegar a la superficie. Una fuga rápida y catastrófica, o un daño estructural, pudieron haber acabado con nosotros en una fracción de segundo, pero una fuga lenta es algo que habría sido difícil de arreglar antes de volver a la superficie, por lo que todo fue diseñado para que ello resultara prácticamente imposible. Me sentí más seguro en el submarino que como suelo sentirme mientras conduzco en una autopista de Texas en las horas de mayor tráfico”.
Señaló que el equipo está bastante seguro de que el Abismo Challenger de la Fosa de las Marianas es el punto más profundo del océano, por lo que confían razonablemente en que no pueden llegar más abajo. En la siguiente expedición, Vescovo y su equipo se dirigirán a la Fosa de Tonga en el Pacífico del Sur.
Los océanos de la Tierra han sido muy poco explorados. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos calcula que más de 80 por ciento de los océanos no han sido explorados ni observados, y que tampoco existen mapas de esas zonas. De hecho, se piensa que sabemos más de la superficie de Marte que del fondo del mar. Las fosas más profundas son algunas de las regiones más remotas del planeta. Sin embargo, su comprensión podría aportar importantes conocimientos sobre la Tierra, como los mecanismos tectónicos del planeta, el cambio climático, e incluso la forma en que comenzó la vida.
“Muchos científicos piensan que los océanos pueden mostrarnos nuevas especies de vida con bioquímicas características que podrían revelar nuevos materiales o medicamentos”, dijo Vescovo. “Comprender cómo existe la vida en esas profundidades tan extremas también puede ayudarnos a entender cómo se originó la vida en la Tierra y cómo podría desarrollarse en otros planetas. Los geólogos marinos pueden aprender cómo se mueve la corteza terrestre, lo cual nos ayudaría a comprender los terremotos y la forma en que se generan los tsunamis. Los científicos atmosféricos podrían tomar lecturas en profundidades mayores para ver cómo la Tierra reacciona al cambio climático, e incluso cómo el océano capta carbono y calor, de manera que podamos crear modelos climáticos más precisos”.
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Añadió que otra parte muy importante de la exploración consiste en entrar en lo desconocido. “No sabemos lo que las profundidades pueden enseñarnos. La verdadera exploración tiene el curioso hábito de sorprendernos. ¿Quién habría pensado que los viajes de Cristóbal Colón llevarían finalmente al descubrimiento de las patatas o del bisonte?”
Sobre el hecho de haber roto el récord de Cameron, Vescovo dijo: “Fue realmente muy gentil al responderme y hablar conmigo antes de mis inmersiones, y apoyó muchísimo nuestra misión. Muchas de las personas que trabajaron con él o en su expedición ahora trabajan conmigo en la mía. Fue muy generoso con su tiempo y me explicó dónde fueron en su inmersión, me ayudó a obtener mapas del área, y también fue la principal motivación para que viajáramos a Sirena Deep en nuestra última inmersión. Pensaba realmente que debíamos visitarla para el beneficio de la ciencia, así que lo hicimos. Estoy extremadamente agradecido por lo que esta expedición nos enseñó, desde el punto de vista técnico, sobre lo que funcionó bien y lo que necesita mejorar, y al ayudarnos a impulsar más la exploración oceánica en una forma colaborativa y de apoyo.
“Él y yo somos las únicas dos personas que hemos construido un vehículo de inmersión para las profundidades oceánicas y lo hemos conducido personalmente hasta el fondo del Abismo Challenger, así que, en efecto, pienso que él y yo somos almas gemelas”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek