La meditación no es una panacea para todos los males, y es posible que se hayan exagerado sus beneficios. Al menos, eso afirma el coautor de un estudio reciente, el cual determinó que una de cada cuatro personas que meditan manifiesta tener experiencias “especialmente desagradables”.
Solo en Estados Unidos, hay unos 18 millones de meditadores, y gran cantidad de investigaciones han examinado sus beneficios potenciales para la mente y el cuerpo. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, el porcentaje de meditadores estadounidenses adultos se incrementó de 4.1 por ciento en 2012 a 14.2 por ciento en 2017.
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Casi todas las formas de meditación consisten en sentarse en algún lugar tranquilo, cómodamente y sin distracciones, a fin de centrar nuestra atención en la respiración o en ciertas palabras y dejar que los pensamientos fluyan libremente, sin evaluarlos. Diversos estudios han relacionado la meditación con la disminución de la presión arterial elevada y de los síntomas del síndrome de colon irritable, así como con el alivio de la ansiedad y la depresión.
Pese a ello, otras investigaciones sugieren que la meditación puede ocasionar sensaciones incómodas, mientras que los textos budistas tradicionales documentan relatos vívidos de experiencias desagradables.
Para el estudio publicado el 9 de mayo en la revista Plos One, los autores reunieron una población de 1,232 individuos que meditaban de manera habitual, y preguntaron si habían tenido alguna experiencia desagradable durante la práctica.
La investigación tomó en consideración variables como la edad de los participantes, el tiempo que llevaban meditando, y si habían asistido a un retiro de meditación. El equipo también registró si los voluntarios tenían pensamientos negativos repetitivos y si habían experimentado autocompasión.
Los meditadores -cuya edad promedio fue de 44.8 años- respondieron a la pregunta: “¿Alguna vez has tenido una experiencia especialmente desagradable que pueda haber sido consecuencia de la práctica de meditación (por ejemplo, ansiedad, temor, pensamientos o emociones distorsionadas, alteraciones de la percepción propia o del mundo)?
De ese total, 315 participantes (más o menos 25 por ciento) manifestaron haber tenido una experiencia “especialmente desagradable” que asociaron con la meditación.
Aun cuando no fue posible establecer la causa, dichas experiencias fueron menos comunes en mujeres y en individuos que se consideraban religiosos, y se manifestaron con más frecuencia en los participantes habituados a tener pensamientos negativos repetitivos o que practicaban técnicas de meditación deconstructiva.
Las técnicas deconstructivas incluyen la meditación vipassana, cuyos practicantes aprenden a identificar las sensaciones del cuerpo y a concentrarse en ellas durante periodos prolongados.
Los resultados del estudio revelaron que las probabilidades de tener una experiencia desagradable eran 65 por ciento más elevadas entre los practicantes de la meditación deconstructiva que en los meditadores que utilizan otras técnicas.
Los investigadores no hallaron un nexo entre el tiempo que el individuo llevaba meditando, la frecuencia con que meditaban, y la experiencia general con las técnicas utilizadas.
Marco Schlosser, coautor del estudio y asistente de investigación en la división de psiquiatría de University College Londres, dijo a Newsweek: “La meditación no es una panacea, y es posible que sus beneficios se hayan exagerado. Sin embargo, debemos ser cautelosos con nuestras afirmaciones para no dar cabida a conclusiones prematuras sobre sus efectos negativos potenciales”.
Schlosser agregó: “Informes recientes han vinculado la meditación con episodios de ansiedad, pánico, y agravamiento de los síntomas preexistentes. Se sabe muy poco sobre la causa y el momento en que afloran estas experiencias, o sobre cuán comunes son. El nuestro es el estudio que hace la evaluación más extensa en cuanto a la prevalencia de las experiencias desagradables que puede ocasionar la práctica regular de la meditación”.
Si bien el equipo se sorprendió ante la cantidad de personas que manifestaron haber tenido experiencias desagradables asociadas con la meditación, los autores señalan que -como cualquier otro estudio- su trabajo presenta algunas limitantes, ya que no tomó en cuenta los trastornos de salud mental preexistentes, y los participantes solo respondieron a una pregunta.
Por otra parte, las respuestas de los meditadores pudieron haber estado sesgadas, debido a que se basaron en un listado de las emociones que podían describir (por ejemplo, la ansiedad). Y además, dado que fue un estudio transversal, los autores no pudieron determinar si, efectivamente, fue la meditación lo que causó las sensaciones incómodas.
Al preguntarle si los efectos eran duraderos, Schlosser respondió que los datos no apuntaron a la gravedad ni al tipo de experiencias de meditación desagradables, y tampoco a su impacto a largo plazo.
“Podemos expandir nuestro trabajo con estudios longitudinales que nos ayuden a entender cuándo, en quién y en qué circunstancias surgen las experiencias desagradables”, añadió Schlosser. “Una próxima investigación podría dar origen a lineamientos clínicos, así como a manuales de conciencia plena [mindfulness] y de capacitación para maestros de meditación”.
A pesar de que no intervino en la investigación, la Dra. Gemma Griffith, directora del programa de posgrado en el Centro para la Investigación y la Práctica de la Conciencia Plena, en la Universidad de Bangor, Reino Unido, explicó a Newsweek que el estudio solo consideró si las personas respondían afirmativamente a la pregunta, por lo que era difícil llegar a una conclusión más allá de que es frecuente que haya experiencias de meditación desagradables.
“Este hallazgo abarca una variedad inmensa de experiencias potenciales”, declaró Griffith. “Desde experiencias muy leves, como el dolor de rodillas que padecen algunos al permanecer sentados en una posición incómoda durante 20 minutos -cosa que es bastante común- hasta los practicantes que pueden haber tenido una experiencia que exacerbó algún problema de salud mental o que dejó un impacto a largo plazo. Es imposible saberlo porque el estudio no contempló otros parámetros. Por consiguiente, debemos ser muy cautelosos al sacar conclusiones”.
“En vista de que la probabilidad de tener una experiencia desagradable fue mayor en los participantes con tendencia a los pensamientos negativos repetitivos, cabe la posibilidad de que fueran más susceptibles de tener experiencias negativas por su incapacidad para desprenderse de ese tipo de pensamientos. Además, no sabemos si esos participantes tenían algún problema de salud mental preexistente”.
Griffith propone que quienes estén empezando a meditar recurran a una organización reputada, tomen todo el curso de introducción y se aseguren de que el maestro tenga la acreditación necesaria.
Este artículo ha sido actualizado con los comentarios de la Dra. Gemma Griffith.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek