Solo alrededor de un tercio de los 246 ríos más largos del mundo —aquellos con una longitud superior a 965 kilómetros— siguen “fluyendo libremente”, revelando el grado en que los humanos han tenido un impacto en las vías navegables vitales que son el alma y vida de nuestro planeta, según un equipo internacional de investigadores.
En un estudio trascendental publicado en la revista Nature, expertos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y otras instituciones evaluaron alrededor de 12 millones de kilómetros de ríos en todo el planeta usando imágenes de satélite, creando el primer mapa en la historia de la ubicación y extensión de aquellos que todavía fluyen libremente.
“Un río que fluye libremente es [aquel que] en gran medida no es afectado por cambios hechos por el hombre en su flujo y conexiones. Agua, cieno y peces pueden moverse sin obstrucciones”, dijo a Newsweek Michele Thieme, un autor del estudio y miembro de WWF.
Entre los resultados, el equipo también halló que solo 21 de los 91 ríos largos que estaban conectados al océano todavía conservaban una conexión directa desde la fuente hasta el mar. Aún más, dicen que los ríos largos que fluyen libremente en gran medida están ausentes en la parte continental de Estados Unidos, México, Europa y Oriente Medio, así como en partes de India, el sur de África, el sur de Sudamérica, China y gran parte del sudeste de Asia y el sur de Australia.
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De hecho, los ríos que fluyen libremente restantes en el planeta ahora están principalmente restringidos a regiones remotas del Ártico, la Cuenca del Amazonas y la Cuenca del Congo, así como a unas pocas áreas en el sudeste de Asia.
“Los ríos que fluyen libremente están entre los hábitats de agua dulce más importantes en términos de biodiversidad y servicios del ecosistema”, dijo Thieme. “Proveen pesca abundante que alimenta a millones, nutrientes a los terrenos inundables y la agricultura río abajo, sedimentos que ayudan a impedir que los deltas se hundan, refugios para la biodiversidad en un mundo que cambia rápidamente, y humedales sanos que actúan como un amortiguador contra eventos climáticos extremos”.
Pero a pesar de su importancia tanto para los humanos como para el medio ambiente, los autores demostraron que el desarrollo económico alrededor del mundo los hace cada vez más raros. Entre los mayores contribuidores a la pérdida de conexión fluvial es la construcción de infraestructura, como presas y embalses.
De manera preocupante, los investigadores calculan que hay aproximadamente 2.8 millones de presas alrededor del mundo, con más de 60,000 planeadas para su construcción.
“La infraestructura es la principal culpable de interferir el flujo de un río”, dijo a Newsweek Bernhard Lehner, otro autor del estudio y miembro de la Universidad McGill, Canadá. “Nuestro estudio mostró que la razón principal de que los ríos ya no fluyan libremente es la construcción de presas. Construimos cientos de miles de presas alrededor del mundo para muchos propósitos, que van desde la hidroeléctrica hasta la irrigación, provisión de agua y control de inundaciones. Todas esas estructuras impiden que los ríos fluyan libremente”.
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“Pero no son solo las presas, los ríos también son afectados por otras medidas de infraestructura, como asentamientos, caminos o diques construidos en terrenos inundables, desconectando así al canal fluvial de su área natural de inundación”, continuó él. “La extracción excesiva de agua para propósitos humanos —como la irrigación— también puede provocar que el río se seque y, así, cree un corte en sus conexiones naturales”.
Según Lehner, algunos estudios previos han concluido que más de la mitad de los grandes sistemas fluviales del mundo están fragmentados de una u otra manera. Pero esos estudios típicamente solo analizaban unos pocos cientos de cuencas fluviales muy grandes, mientras que el artículo más reciente incluye todos los tipos de ríos, grandes o pequeños.
“Nuestros resultados muestran una cantidad aún menor de ríos grandes que fluyen libremente restantes que los estudios previos”, dijo él. “Esto no es del todo sorprendente, pero sí muy preocupante, no obstante, pues indica una tendencia a la baja de más y más ríos afectados por presas y otra infraestructura que les impide fluir libremente y sin interrupciones”.
Los investigadores también hallaron que el grado de conexiones de un río aumenta cuando decrece la longitud del río. Un total de 56, 80 y 97 por ciento de los ríos con longitudes de 500 a 1,000 kilómetros, 100 a 500 kilómetros y 10 a 100 kilómetros, respectivamente, son identificados como de fluir libre.
Los autores dicen que proteger los ríos que fluyen libremente restantes es crucial para salvar servicios fundamentales de los ecosistemas y la biodiversidad en sistemas de agua dulce.
“Aun cuando esta información nueva y sobrecogedora subraya la degradación severa de los ríos de nuestro mundo, las estadísticas no estremecen”, comentó Thieme. “En 2018, el Informe Planeta Vivo mostró que las poblaciones de especies de agua dulce están reduciéndose a una tasa dos veces más alta que la de poblaciones terrestres. Esta tasa alarmante se debe en parte a la pérdida de conexiones de los ríos y nuestro estudio de ríos que fluyen libremente refuerza por qué las especies de agua dulce han sufrido”.
Junto con el desarrollo humano, el cambio climático también podría amenazar más la salud de los ríos en todo el mundo, dicen los autores, pues el aumento en las temperaturas ya afecta los patrones de flujo, la calidad del agua y la biodiversidad. Conforme los países optan por energías renovables, la hidroeléctrica se convierte en una opción popular en las acciones para reducir nuestra dependencia en combustibles fósiles. Sin embargo, este tipo de desarrollo necesita tomar en cuenta el impacto medioambiental, argumentan los investigadores.
“Podemos desarrollar infraestructura de una manera que preserve nuestros ríos pero cumpla con nuestras necesidades de agua y energía”, expresó Thieme. “Necesitamos planeación temprana de toda la cuenca, la cual examine opciones alternativas, como la eólica y solar en el caso de satisfacer las necesidades de energía, y toma en cuenta la salud del ecosistema, los sustentos locales, la viabilidad económica y otras medidas importantes”.
La Agenda 2030 para el Desarrollo sostenible de la ONU compromete a la comunidad internacional a proteger y restaurar los ríos, y los investigadores esperan que el estudio más reciente resulte ser beneficioso en esta acción.
“Creemos que un primer paso para la protección de los ríos que fluyen libremente es identificarlos, y monitorear su condición al paso del tiempo”, dijo Lehner. “Nuestro método nos permite rastrear cuán bien —o mal— los ríos están conectados hoy día, cómo se veía esto en el pasado y lo que esperamos para el futuro”.
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“Anticipamos que las acciones de conservación y protección utilizarán nuestros hallazgos para ayudarles a priorizar lugares y ríos que requieren protección en aras de mantener a los ríos que fluyen libremente del todo funcionales y sostener los beneficios que obtengamos de ellos”, comentó él.
Los autores señalan que sus datos se pueden usar para hallar soluciones más inteligentes y sostenibles en cómo se maneja los ríos, mediante colocar presas en ubicaciones mejores, por ejemplo, o al redirigir o incluso eliminar presas que sean especialmente dañinas a la conexión del sistema fluvial.
“Los ríos son el alma y la vida de nuestro planeta y hacen contribuciones cruciales para sostener nuestro medio ambiente así como a las sociedades humanas”, dijo él. “Pero a pesar de sus beneficios diversos, a menudo son pasados por alto e infravalorados. Tendemos a utilizar los servicios que dan los ríos, desde agua potable limpia hasta pesca, de una manera insostenible”.
“Como hidrólogo global, estoy convencido de que podemos hallar mejores estrategias y soluciones más inteligentes que beneficiarán tanto a los humanos como al medio ambiente por igual, y espero que este estudio contribuya a esta meta”, concluyó él.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek