La nutria marina bien podría ser uno de los animales más lindos del planeta. Estos mamíferos, que se transforman de pequeñas bolas peludas en adultos inteligentes y encantadores, son muy amados por su conducta extravagante.
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Pese a ello, la vida no ha sido fácil para estos tiernos bichitos Diezmados por el comercio de pieles, los conservacionistas están luchando para aumentar sus poblaciones, mientras que los científicos se esfuerzan en averiguar más sobre sus hábitats.
Pero ahora, un equipo de investigadores cree haber dado con una nueva metodología para localizar los antiguos territorios de alimentación de las nutrias marinas. Y para ello, han recurrido a las técnicas arqueológicas. El 14 de marzo, la revista Scientific Reports publicó en línea los detalles del estudio, el cual se llevó a cabo a lo largo de una década.
Los biólogos tienen interés especial en las nutrias marinas, debido a que son los únicos mamíferos marinos que usan herramientas de piedra para abrir su cena. Por ejemplo, abren las conchas de los mejillones golpeándolas contra las rocas que afloran cerca de la costa.
Esta conducta tan singular deja marcas muy peculiares en las piedras, y los investigadores han determinado que es posible distinguirlas de otras marcas hechas por el hombre.
Entre 2007 y 2017, los científicos estudiaron las nutrias marinas que viven en Bennett Slough Culverts, California, y observaron que los animales abren mejillones golpeándolos en las prominencias y rugosidades de los “yunques de piedra” que emergen del agua. Esta actividad deja marcas características en ciertas rocas, y los investigadores pueden valerse de ellas para identificar áreas de alimentación utilizadas con anterioridad.
Al observar las valvas de mejillones desechadas, los científicos detectaron fracturas específicas que las distinguían de las conchas abiertas por humanos o por otros animales. Y cuando analizaron videos de nutrias que abrían sus moluscos, se percataron de que, igual que los humanos, las nutrias marinas poseen cierta “destreza”, ya que parecen colocar la pata derecha discretamente por encima para golpear las conchas contra las rocas.
En un comunicado emitido por el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, Jessica Fujii, bióloga del Acuario de la Bahía de Monterrey y autora principal del estudio, explicó: “Esta información podría servir para documentar la presencia y la dieta de las nutrias marinas en lugares de los que han sido erradicadas. En un sentido más amplio… esperamos que este estudio defina una nueva ruta para el creciente campo de la arqueología animal”.
Natalie Uomini, coautora del estudio por parte del Instituto Max Planck, agregó: “A fin de desentrañar las conductas humanas del pasado, es indispensable que los arqueólogos puedan distinguir entre las evidencias del consumo alimentario de las nutrias marinas y la actividad humana”.
Al momento de publicación, los investigadores no habían respondido a la petición de comentarios de Newsweek.
La Cuenca del Pacífico Norte solía ser hogar de una población floreciente integrada por unas 150,000 a 300,000 nutrias marinas. Sin embargo, el comunicado del Instituto Max Planck precisa que el comercio de pieles diezmó dichas poblaciones y así, por ejemplo, la población californiana de nutrias marinas del sur se redujo a escasos 50 individuos.
Si bien los esfuerzos de conservación han contribuido a que la cifra aumente a unos 3,000 animales, la amenaza persiste. En 2015, las nutrias marinas ingresaron en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como una especie en peligro de extinción porque, según datos de la organización ambiental, la población total sigue disminuyendo.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek