La sabiduría convencional dice: “cuando llegues al final de la cuerda, amarra un nudo y aguanta”. En otras palabras, enfrenta el problema y, antes de darte por vencido, esfuérzate un poco más para resolverlo.
Como investigador en psicología, me parece que este consejo también se aplica a las relaciones. Antes de claudicar, buscar los “nudos” que pueden evitar que una relación estupenda escape de tus manos accidentalmente, ya que la ciencia de las relaciones apunta a que, cuando se trata de la pareja sentimental, el problema estriba en que tendemos a poner demasiado énfasis en los aspectos negativos, a la vez que menospreciamos los positivos.
Si pudieras construirla, ¿qué aspecto tendría tu relación perfecta? Y más importante, ¿cómo se compara con tu relación actual? Nuestras expectativas en torno de las relaciones se han vuelto más elevadas que nunca. Hoy día, las relaciones se consideran una opción, de modo que la mediocridad es inaceptable. Son relaciones de “todo o nada”, y ninguna de las partes está dispuesta a ceder.
El secreto para evitar el compromiso parece muy simple: fijar estándares muy altos y exigir solo lo mejor. Muchos investigadores hablan de maximizadores para referirse a quienes son más exigentes que los demás y exigen siempre la mejor opción posible.
Sus contrapartes son los satisfacedores, las personas que se sienten satisfechas cuando exceden su límite inferior de aceptabilidad. Los satisfacedores están perfectamente conformes con que su relación sea “bastante buena”, y se sentirán satisfechos a condición de que su relación supere los parámetros de “alta calidad” que han definido.
En cambio, quienes tienen una personalidad maximizadora necesitan agotar todas sus opciones y explorar numerosas posibilidades para asegurarse de encontrar una pareja impecable. Tal vez este objetivo te parezca ideal y hasta noble.
Casi como una cuestión de sentido común. Sin embargo, esa actitud tiene desventajas. Podríamos afirmar que la maximización es un mito, porque numerosas investigaciones han demostrado que los maximizadores experimentan más arrepentimiento y depresión, y se sienten más amenazados por las personas a quienes consideran en mejores circunstancias.
Por otra parte, los maximizadores sufren de baja autoestima, y también son menos optimistas, menos felices, y están menos satisfechos con sus vidas. Estos individuos prefieren las decisiones “reversibles” o los resultados que no son absolutos y definitivos.
¿Puedes ver el problema? Cuando las personas entran en una relación a largo plazo, la mayoría tiende a favorecer la postura de “hasta que la muerte nos separe”, en lugar de la táctica maximizadora de “hasta que encuentre algo mejor”.
Es evidente que dicha táctica tiene implicaciones para la relación: si bien la constante búsqueda de perfección es muy recomendable para comprar un automóvil, en el terreno de las relaciones puede conducir a la incapacidad para reconocer, en todo lo que vale, la relación realmente grandiosa que tienes enfrente.
Los estándares demasiado altos pueden ocasionar que una relación excelente parezca común y corriente.
También te lleva a subestimar tu relación, porque se vuelve muy fácil identificar las imperfecciones, enfatizar los aspectos negativos y encontrar problemas. Esto es algo que los psicólogos llaman “sesgo de negatividad”, el cual consiste en la tendencia a prestar atención solo a los aspectos malos o negativos de una experiencia.
Dicho de otra manera, si tu relación marcha bien, no te das cuenta. La das por sentada, mientras que los problemas siempre atraen tu atención. Las disputas, los comentarios hirientes, las responsabilidades omitidas, el desorden y los inconvenientes: todo esto destaca porque se sale de un status quo feliz que pasamos por alto fácilmente.
Esta tendencia es tan acentuada, que diversas investigaciones sugieren que muchas personas suelen exagerar los detalles pequeños para volverlos graves, aun cuando su relación no tenga problemas serios.
En vez de agradecer que viven en relativa paz, muchos crean problemas donde no los hay. Podrías ser tu peor enemigo sin saberlo.
Es hora de hacer un ajuste y, para ello, lo más importante es aísles los factores más críticos de las situaciones intrascendentes para diferenciar entre pequeños disgustos y problemas reales. Si identificas los aspectos que de veras son “no negociables” podrás ahorrar energía para los problemas reales, y las cosas triviales se desvanecerán.
Los datos de una muestra representativa de más de 5,000 estadounidenses, con edades entre 21 y 76 años, identificaron 10 elementos no negociables para cualquier relación:
- Aspecto desaliñado o sucio;
- Pereza;
- Dependencia excesiva;
- Falta de sentido del humor;
- Vivir a más de tres horas de distancia;
- Sexo insatisfactorio;
- Falta de confianza en sí mismo;
- Demasiada televisión / videojuegos;
- Bajo impulso sexual y
- Testarudez.
Sin duda hay descontentos que no están incluidos en este listado, y que pueden volverse aspectos no negociables en una relación por lo demás sana. Por otro lado, si tu pareja te falta al respecto, te lastima o maltrata, no ignores esas conductas. Tienes suficiente justificación para terminar con la relación.
En un estudio de seguimiento, los investigadores pidieron a los participantes que sopesaran los aspectos no negociables y los factores “desencadenantes” (dealmakers; es decir, las cualidades que son particularmente atractivas), y hallaron que los factores no negociables eran más relevantes para determinar la viabilidad de una relación.
El sesgo de negatividad volvió a aflorar. El hecho de que las personas tiendan a fijarse más en los factores no negociables que en los desencadenantes es una prueba más de que no damos suficiente crédito a algunos aspectos de nuestras relaciones.
Para que puedas evaluar mejor las cualidades positivas de tu pareja, piensa en las cualidades que nos resultan más deseables en el matrimonio.
¿Qué has estado perdiendo en tu relación? Estoy seguro de que tu pareja posee cualidades que no has notado. Empieza a darle el reconocimiento que merece.
Es más, diversos estudios sugieren que debes dar a tu pareja más crédito del que merece en realidad.
Deja de lado la objetividad, y brinda a tu pareja el beneficio de la duda haciendo una evaluación excesivamente generosa. ¿Te estarías engañando? Tal vez un poco, por supuesto. No obstante, diversas investigaciones han demostrado que este tipo de autoengaño positivo beneficia las relaciones, porque disminuye el conflicto a la vez que aumenta la satisfacción, el amor y la confianza.
Si analizas a tu pareja desde un punto de vista más que optimista, terminarás por convencerte de su valor y tendrá un efecto positivo en ti. Después de todo, eres tú quien tiene esa pareja estupenda. Además, esa perspectiva color de rosa hará que tu pareja también se sienta bien y se esfuerce en vivir a la altura de tu opinión. Como no querrá decepcionarte, hará todo lo posible por cumplir tu profecía positiva. Y todo esto beneficiará la relación.
Ha llegado el momento de que dejes de ser demasiado crítico con tu relación. En vez de ello, busca los nudos, las partes de tu relación que has dado por sentadas y que te ayudarán a seguir adelante. Si sabes lo que tienes que buscar y lo que debes valorar, quizá te des cuenta de que hay muchos motivos para afianzarte felizmente a tu relación.
Gary W. Lewandowski Jr. es profesor de psicología en la Universidad de Monmouth, Nueva Jersey. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
Este artículo fue tomado de The Conversation bajo licencia de Creative Commons. Lea el artículo original.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek