El nuevo presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, aseguró este miércoles que su país y Estados Unidos dejaron de ser “enemigos”, tras reunirse en Brasilia con el secretario de Estado, Mike Pompeo.
El exmilitar de 63 años, que asumió el cargo el martes, recibió en el Palacio de Planalto al enviado de su admirado Donald Trump, con quien busca establecer una estrecha alianza, rompiendo con la tradicional diplomacia brasileña de buscar la equidistancia con las grandes potencias.
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“Ha habido una larga tradición en Brasil de elegir presidentes que por alguna razón eran enemigos” de Estados Unidos, declaró a periodistas estadounidenses que acompañaban a Pompeo, en una clara referencia a los gobiernos izquierdistas de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) y Dilma Rousseff (2011-2016).
“Ahora es todo lo contrario, somos amigos”, celebró el flamante mandatario, que busca establecer una suerte de eje conservador junto a Estados Unidos e Israel.
Pompeo, que el martes asistió a la investidura de Bolsonaro y este miércoles tras el encuentro siguió viaje a Colombia, le respondió que el presidente Trump “está muy complacido” con la asociación que ambos países están “empezando a desarrollar”.
Antes, el secretario de Estado de Estados Unidos se reunió con el canciller Ernesto Araújo, con quien se comprometió a construir una “asociación mucho más intensa” entre sus países y a luchar juntos contra “regímenes autoritarios”, como los de Cuba y Venezuela.
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“Realineamiento”
El canciller brasileño dijo que la nueva relación con Estados Unidos es consecuencia de un “realineamiento interno de Brasil”. Consultado sobre si esta relación con el gobierno de Trump podría representar riesgos comerciales con otros países -en alusión indirecta a China- indicó que “un país grande no necesita renunciar a sus ideas para crear oportunidades económicas”.
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Durante la campaña, Bolsonaro acusó a Pekín, principal socio comercial del país seguido por Estados Unidos, de estar “comprando a Brasil”.
Pompeo afirmó por su parte que este acercamiento con la principal potencia latinoamericana es “una oportunidad transformadora para las dos naciones”, en el ámbito de los negocios y la seguridad.
“Y es una oportunidad para trabajar juntos contra los regímenes autoritarios de todo el mundo”, como Cuba, Venezuela y Nicaragua, agregó.
En septiembre, en el marco de la Asamblea General de la ONU, Trump aseguró que “todas las opciones están sobre la mesa” en el caso venezolano, “las fuertes y las menos fuertes”.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, acusó por su parte a Estados Unidos de ser coordinador de un complot para generar incidentes armados en las fronteras de Venezuela con Colombia y Brasil, y justificar una intervención militar.